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9 de julio de 2022
SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
1431 palabras. 7 minutos de lectura. 21 fuentes.
En Latinoamérica la derecha no gana, o al menos no viene ganando desde hace algún tiempo. Elección tras elección, parece confirmarse un giro a la izquierda, un eterno retorno a la marea rosa y a las viejas glorias de Chávez. Sin embargo, el tono ha cambiado.
Dejando a un lado las perennes excepciones —Cuba, Venezuela y Nicaragua—, prima un tono mucho más contemporáneo y, por ende, imbuido de un innegable dejo yanqui. Los debates parecen traídos a la fuerza de EE. UU., aportándole a la política latinoamericana un desinterés por el conservadurismo social de sus habitantes, un desconocimiento de su realidad económica y una conflictividad racial que le es ajena. Pareciera que en el mundo existe un único ente creativo (y nocivo): la universidad estadounidense. Lo demás no es sino la reacción.
Aún se ven proclamas antiimperialistas y reivindicaciones históricas, pero estas sirven otros propósitos. Si antes se insistía en nacionalizar los recursos minerales y expulsar a los explotadores capitales extranjeros, hoy la izquierda se conforma con subir impuestos, sobre todo a las actividades poco «verdes». Todo esto se busca compaginar con la atracción de inversión buena y responsable, es decir, irrisoria y de pacotilla. El objetivo propagandístico es evidente: el Estado del bienestar progresista, escandinavo en todos los sentidos, menos el geográfico.
Bien podría afirmarse que las izquierdas latinoamericanas siempre han buscado instaurar Estados benefactores. Cierto es que Chávez creó uno en Venezuela, en cierta medida subsidiando (mediante Petrocaribe, por ejemplo) iniciativas parecidas a lo largo de la región. Chávez, sin embargo, era un caudillo pardo a la vieja usanza; se valía de su concepción patrimonial del Estado para cebar a los grupos que lo favorecían.
En Colombia, Gustavo Petro fue elegido presidente, llevándose el 50,44% de los votos. Muchos daban por muerto al exalcalde de Bogotá: Rodolfo Hernández (populista atrapalotodo) y Federico Gutiérrez (centroderechista) acapararon 28,17% y 23,94% del voto en primera vuelta, respectivamente; aunándose los dos antipetristas por excelencia, se daba por sentado una victoria de Hernández.
No fue así, evidentemente. Los antipetristas contaban, al menos en teoría, con más de la mitad de los votos. La realidad quiso contar otra historia: si la participación en la primera vuelta quedó en 54,98% del padrón, en la segunda subió a 58,17%. Por arte de magia, o de suerte, surgieron casi de la nada los votos que a Petro le faltaban.
De una cosa sí podemos estar seguros: los votos no provienen del extranjero, pues la diáspora colombiana ha demostrado ser más conservadora, o al menos más antipetrista, que el electorado doméstico. El ahora presidente electo sólo obtuvo 37,52% entre los colombianos radicados en el exterior.
Colombia gozará, entonces, de su primer Gobierno propiamente izquierdista. Atrás quedan las riñas, hoy hasta desternillantes y pintorescas, entre liberales y conservadores. La presidencia ha sido conquistada por un antiguo rebelde, eso sí, uno muy astuto que no tardó en darse cuenta de lo cómodas que resultan las poltronas.
El pasado, un país extranjero. Colombia es la república sudamericana más fuertemente ligada a EE. UU. A pesar de esto, Petro, aquel exguerrillero que buscó abrogar por la fuerza la Constitución de 1886, se ha visto agasajado por Washington, que no muestra la más mínima preocupación. Petro no ha de temer, pues no será el nuevo Árbenz: en Washington se interesan más por el cambio climático que por las acusaciones de comunismo.
Pero ¿qué trama Petro? Hasta donde podemos ver, mantiene cierto tono histérico, con un toque de delirio persecutorio. Habla con preocupación exagerada de las «corrientes de extrema derecha que hay que eliminar». Tiene la sensación de que su poderío corre el riesgo de ser efímero: su triunfo ha sido muy ajustado, y en Colombia manda mucho el Grupo Empresarial Antioqueño, acérrimo enemigo del banquero y reciente comprador de la renombrada revista Semana Jaime Gilinski, cuya extraña alianza con Petro hemos repasado en entregas anteriores.
En las cuestiones importantes —fiscalidad, ecologismo y antirracismo—, resulta difícil distinguir a Petro de sus preceptores yanquis. Se opone al fracking, única manera de aupar la producción en un país como Colombia, cuyas reservas convencionales se acercan al abismo. Siendo el petróleo la principal fuente de ingresos del Estado, Petro no se atreve a clausurar Ecopetrol, aunque sí habla de detener toda exploración de hidrocarburos. De ser así, cosa que es improbable, Petro orquestaría la desmantelación de la industria petrolera colombiana al cabo de siete años. Colombia, recordemos, cuenta con unas míseras reservas de 2.000M de barriles; Venezuela tiene 300.000M.
Es, además, un capitalista woke. Muy lejos ha quedado su actividad revolucionaria, pues el presidente Petro, a diferencia del estudiante Petro, admira el modelo neerlandés y procura no perder la «confianza» de los inversores, tanto nacionales como extranjeros.
«Vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia… porque tenemos primero que superar la premodernidad en Colombia, el feudalismo, los nuevos esclavismos», dijo Petro en su discurso de victoria. «Queremos transitar de la vieja economía extractivista… a una nueva economía productiva que pueda hacer crecer a toda Colombia».
¿Moderación? El teórico de la democracia Anthony Downs escribió que los políticos no llegan al poder para formular políticas, sino que formulan políticas para llegar al poder. Expresado de forma más castiza, no es lo mismo ser borracho que cantinero. En efecto, Petro ha concluido que Bogotá bien vale una misa, o más bien una serie de gestos y guiños moderados dentro de su gabinete.
José Antonio Ocampo, eminencia gris del Partido Liberal, será ministro de Hacienda, cartera que ostentó entre 1996 y 1997. Su perfil es de tecnócrata cosmopolita: egresado de Notre Dame y de Yale, ha sido alto funcionario de la ONU, incluso perfilándose como candidato a la presidencia del Banco Mundial.
La cartera de Educación se la lleva Alejandro Gaviria, centrista-progresista y fallido aspirante a la presidencia. Con un doctorado de universidad yanqui, a Gaviria se le tiene por intelectual de primer orden. No habrá revolución y no ha de cundir el pánico; el ministro de Educación recurrirá a los artículos académicos, no al pensamiento Gonzalo.
Por otra parte, Álvaro Leyva será el canciller, encargado de gestionar una política exterior centrada en torno a la cuestión venezolana y el tira y hala sino-estadounidense. El anciano Leyva, de 79 años, es una suerte de mirlo blanco: miembro del Partido Conservador e hijo de una familia de alta alcurnia, se ha pasado toda una vida negociando la paz con las guerrillas, en ocasiones ganándose el vituperio de la derecha. Para la izquierda, en cambio, es un «godo bueno».
Ecos regionales. Colombia es de evidente interés por lo reciente de sus elecciones, pero, desde México hasta Chile, la izquierda gobierna por doquier. Chile y México, ambos países relativamente pujantes, representan modelos distintos: AMLO es un nacionalista de izquierdas tradicional; Boric, en cambio, es un sátrapa, candidato idóneo para una facultad de humanidades en EE. UU.
El caso chileno es cómico, cuando no tétrico. El presidente Boric tuvo su mejor momento —el de más popularidad— el día que venció a José Antonio Kast en la segunda vuelta. Hoy por hoy, cuenta con una tasa de aprobación del 34%, mientras que sólo un 33% ratificaría la nueva Constitución, cuyo plebiscito de salida será en septiembre. Como bien señala Reuters, Boric se ha llevado un reality check.
Poco importan las frivolidades —las cuatas indígenas, el número de mujeres en el gabinete, los guiños al recién aprobado matrimonio homosexual— en época de crisis mundial y violencia en la Araucanía. Para colmo, el precio del cobre (y, en cierto grado, del litio) ha bajado en las últimas semanas, dando crédito a las voces que pronostican una recesión.
El balance. Aunque no nos plazca usar el término woke, lo creemos adecuado para describir este curioso fenómeno. Y es que Latinoamérica, aunque siempre ha sido occidental en cuestiones civilizacionales, viene adoptando un panorama político propio de los países desarrollados.
Muestra de esto es el reciente afán por los Estados del bienestar en la región. Aquellos que busquen restaurar el batllismo uruguayo en clave continental pronto se las verán con el verdugo de los mandatarios más generosos: la balanza de pagos.
Lo mismo podemos decir del sistema de pensiones: con la pandemia, se convirtió en causa célebre, incluso permitiéndose su descapitalización en Chile, según Bloomberg un país «bastante avanzado en la transición demográfica». Semejantes políticas serán inasumibles en una Latinoamérica envejecida.
Por prestigio del Imperio y por disfunción nuestra, los latinoamericanos terminamos imitando a Washington y a Nueva Inglaterra. Desde esta tribuna podríamos mostrar nuestro disgusto con menos tacto, pero nos limitaremos a decir que la región se expone al riesgo de adoptar una cosmovisión que no se adecúe a su realidad.
999 palabras. 5 minutos de lectura.
Tan lejos de Dios y tan cerca del gas de EE. UU. –el más barato del mundo–, México nunca ha sido un país gasero. Al menos hasta la fecha. El desorden mundial trae oportunidades que no han pasado desapercibidas para un personaje como Wes Edens, magnate financiero –fundó Fortress– y ahora energético –hizo lo propio con New Fortress Energy (NFE)– y de paso dueño de los Milwaukee Bucks de la NBA y del Aston Villa de la Premier League.
El audaz estadounidense ha reaparecido en el México de la contrarreforma energética estatista del nacionalpopulista Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Se ha entendido con los mandarines de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y promete llevar el otrora desperdiciado gas azteca a Europa.
Aprovechando el acto de inauguración de la Refinería Olmeca, energéticas estadounidenses y canadienses, de la mano de la CFE y Pemex, anunciaron inversiones gasísticas por unos $7.200M.
Viejo Mundo. Los rusos dividen el mundo entre regiones productoras de energía y regiones consumidoras de energía; Europa, consumidora neta, está en pleno desacople de su principal suministrador de gas. La historia es bien conocida, o desde luego sentida por nuestros apreciados lectores a final de mes.
Hay síntomas. Por primera vez, la UE ha importado más gas natural licuado, en buques metaneros provenientes de América, que de los gasoductos rusos. El persistente superávit comercial de los alemanes se ha evaporado.
También hay reacciones. Macron anunció la nacionalización total de Electricité de France (EDF) esta semana y el Parlamento Europeo reconoció la energía nuclear y el gas como «verdes» dentro de la taxonomía energética, con todo lo que implica en términos económico-financieros.
Entretanto, el gas natural se percibe como un «combustible puente» que podría satisfacer la demanda energética global mientras «transicionamos» de combustibles fósiles a energías renovables como la solar o eólica. En otras palabras, lo mejor de lo peor.
Nuevo mundo, mundo nuevo. EE. UU. tiene todas las de ganar. Hace ya una década, el fomento de la extracción de gas mediante la técnica de fracturación hidráulica o fracking posicionó a la superpotencia en el mayor exportador mundial de petróleo y gas. Biden ya se ha prestado a suplir alrededor de un tercio del suministro de gas ruso a Europa que está en riesgo.
Sí, pero. Lejos de ser una panacea para la sobredependencia energética del viejo continente, la cruda realidad es que Europa apenas tiene capacidad para recibir el gas natural licuado americano.
No así España, el país europeo con mayor número de plantas regasificadoras, para quien EE. UU. es ya la primera fuente de suministro tanto de gas como de petróleo.
Down in Mexico. Disparado su precio, el desatendido gas de México, socio minoritario en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se pone interesante desde el punto de vista de los despachos houstonianos de las energéticas gringas. Si bien hay que ser un auténtico cowboy para invertir en energía en México con el actual Gobierno, hay quien se atreve.
Aquí entra en escena Wes Edens. Concretamente en su G650 por la terminal privada del Aeropuerto de Toluca, donde aterrizó el mes pasado para reunirse con AMLO en Palacio Nacional, dentro de la ronda de reuniones promovida por el embajador de Washington Ken Salazar, principalmente con firmas energéticas estadounidenses damnificadas por la contrarreforma del Gobierno.
Semanas después, durante la inauguración de la Refinería Olmeca, su firma New Fortress Energy (NFE) firmaba un acuerdo con Pemex para reactivar el desarrollo del campo de gas Lakach, en aguas profundas del Golfo de México. El objetivo es suministrar gas al mercado doméstico mexicano onshore y exportar a mercados globales. Aparte, en aguas de Altamira, Tamaulipas, se construirá un hub para licuar el gas. Edens ambiciona operar tan pronto como a finales de 2023.
Además se acordó aumentar el suministro de gas de NFE a varias centrales eléctricas de la CFE, que antes pasa por una planta regasificadora de NFE en la remota península de Baja California Sur. Manuel Bartlett, director general de la CFE, habló de un monto total de inversión de dos mil doscientos millones de dólares.
Dele gas. Sirvan como referencia, si no las cantidades absolutas, las siguientes proporciones. En la actualidad, EE. UU. exporta 11.300 millones de pies cúbicos diarios de gas natural licuado. Los proyectos gasísticos de NFE y CFE, sumados a los que desarrollan Mexico Pacific Ltd y Sempra en la cuenca pacífica mexicana suman 2.400 millones de pies cúbicos diarios de capacidad de licuación diaria, según los cálculos de Natural Gas Intelligence.
Canadá: siempre amable, siempre presente. La inversión anunciada por la canadiense TC Energy en alianza público-privada con la CFE es aún mayor. Construirán una extensión del gasoducto submarino de 800km Sur de Texas–Tuxpan, de Tuxpan al puerto veracruzano de Coatzacoalcos.
Desde ahí, el gas llegará a otros puntos estratégicos del país: el sureste del país y la Península de Yucatán – energéticamente maltrechos–, la mencionada Refinería Olmeca y una planta de licuefacción planeada en el puerto pacífico de Salina Cruz, atravesando el istmo de Tehuantepec, perenne competidor en potencia del canal de Panamá.
En perspectiva. La plataforma industrial norteamericana –Canadá, EE. UU., México– continúa su integración a pesar de los gobiernos de turno; dispone de sus propios insumos energéticos y puede exportar el sobrante, algo totalmente fuera del alcance, al menos a corto plazo, de polos industriales como Alemania y satélites o China, ambos grandes importadores de energía. Por norma general, el gas natural norteamericano cuesta la mitad que en Asia y menos de una tercera parte que en Europa.
Identifican los economistas criollos la oportunidad para desarrollar aceros especializados –intensivos en gas–, vidrio, fibra de vidrio, todo tipo de plásticos, resinas, la fibra sintética...El primer desafío, el más evidente, es proveer de gas natural barato a la industria.
A día de hoy, alrededor del 60% de la energía que se genera en México emplea gas estadounidense como combustible, importado en términos asequibles. Pero en este entorno económico, se torna interesante para México desarrollar recursos gasísticos propios.
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19 de junio de 2022
728 palabras. 4 minutos de lectura.
Es noticia. El insider mexicano Héctor Grisi será el próximo CEO del Banco Santander. Ha estado a cargo del negocio norteamericano del banco: se le atribuye el crecimiento de la clientela mexicana del banco en un 40% y beneficios récord para el grupo en EEUU en 2020.
El nombramiento se da en plena puja entre el Santander y bancos criollos por Banamex, la filial mexicana de Citigroup. La mexicanidad de Grisi es toda una declaración de intenciones. Santander pujará fuerte. La adquisición de Banamex colocaría al Santander como primer o segundo banco del país, destronando al BBVA.
Casualidades de la vida, a comienzos de la semana el Santander anunció inversiones por $125m en Querétaro, agregando 2600 puestos de trabajo, como primer empleador del estado industrial. Todo suma para abordar la compra de Banamex.
AMLO el montañés. A priori, el Santander estaría vetado de hacerse con un banco con el acervo cultural de Banamex, según el principio rector de la política de AMLO: la soberanía; soberanía energética, alimentaria, financiera…
Con todo, no hemos de subestimar el patrimonialismo y provincialismo de AMLO. Su abuelo materno emigró a México desde la provincia de Santander, en el norte de España, la cual el propio AMLO ha visitado. De ello habrá platicado con su paisana Ana Patricia Botín en sus múltiples encuentros.
«López Obrador es un montañés sin Montaña, un cántabro sin Cantabria, y un español sin España [...] Su aspecto es de español norteño, de pescador de Santoña o San Vicente de la Barquera, ganadero del Pas o de Valdáliga, incluso de segundo jefe de la policía municipal de Cabezón de la Sal o de Unquera», así lo retrató Alfonso Ussía.
Rivales formidables. Frente al Santander, el brazo financiero de Carlos Slim, Inbursa, así como el magnate minero Germán Larrea –muy vascongado apellido y segunda fortuna del país– ya han enviado sus ofertas por Banamex, en lo que promete ser el deal del sexenio, si no la década, en México. También se atreve Mifel, el decimoctavo banco del país por activos, dirigido por Daniel Becker, quien encabeza la Asociación de Bancos de México.
Entre líneas. El mexicano Banorte es el mejor colocado por las sinergias derivadas de su tamaño y cuota de mercado, descontando que será una decisión muy política.
Credit Suisse dijo en enero que Banorte podría permitirse ofrecer un mejor precio que sus competidores, dada su escala y la posibilidad de combinar operaciones. Podría justificar un valor accionarial de hasta $10.900m, comparado a los $10.700m de Santander o $8.100m de Inbursa.
Credit Suisse recientemente actualizó su valoración, para disgusto de Citi: entre $7000m y $7300m. Las ofertas no vinculantes ya presentadas por Banorte, Santander e Inbursa estos días serían incluso menores: entre $4000m y $8000m.
Según ha aclarado Citi, su negocio de pensiones mexicano está incluido en la venta, junto a sus divisiones consumer, small business y middle-market.
Sí, pero. Las sinergias a menudo son un eufemismo para la eliminación de departamentos que serían duplicativos tras una adquisición, como por ejemplo marketing. Tales despidos serían políticamente costosos para el Gobierno –sobre todo si se originan de una entidad extranjera– que en última instancia habrá de dar luz verde a la transacción.
Por no mencionar las eventuales reservas de consumidores y Comisión Federal de Competencia Económica por la concentración de mercado: si bien una combinación de Banamex y Banorte generaría un «campeón nacional» para la banca mexicana y el deleite de AMLO, igualaría o superaría el tamaño del BBVA.
En el radar. Lo de Banamex es un asunto cercano al corazón de AMLO. Durante una de sus conferencias de prensa matutinas esta semana, recordó los entresijos adquisición de Banamex por parte de Citi en 2001, señal de que el mejor postor por Banamex tendrá que ganarse su simpatía:
«Recuerdo como en un mitin de 2006, Claudio X. González [el empresario organizador de la coalición opositora Va por México] cuestionó mi oposición a la venta de Banamex por aquel entonces. Me opuse porque no pagaron impuestos. Banamex fue vendido a Citi por $12.000m y no pagaron un centavo en impuestos. Es legal pero es inmoral. Si hubiera sido al revés, Banamex comprando Citi, Banamex hubiera pagado $3.000m en impuestos en EEUU. Y ahora de repente Claudio X. González emerge como el líder de la sociedad civil contra nosotros…recibe financiamiento de EEUU para ir contra nosotros. Ese es el líder de la oposición».
388 palabras. 2 minutos de lectura. 1 fuente.
John Kerry, U.S. Special Presidential Envoy for Climate, visitó a AMLO por cuarta vez para tratar los estragos del sector energético mexicano. Afirmó el exsecretario de Estado de EEUU que el presidente mexicano está comprometido con la lucha contra el cambio climático y la apertura del país a inversión extranjera a efectos de acelerar la transición a una economía verde.
«México tiene algunos regalos naturales de Dios: existe la posibilidad de generar enormes cantidades de energía con el sol, el viento, la geotermia, el hidro, y esta mezcla ofrece a México la posibilidad de enviar energía a otros lugares, a California u otros estados, o a Centroamérica. Son tiempos nuevos, con nuevas oportunidades para todos nosotros», dijo Kerry.
«Confía Kerry que AMLO abrirá inversión en energía», tituló Reforma tras la reunión.
Luego, el viernes, AMLO presentó un decálogo de acciones contra el cambio climático en el Foro de las Principales Economías sobre Energía y Clima, convocado por Biden, reconociendo reuniones con 17 compañías de EEUU en las últimas semanas de las cuales surgieron compromisos para «garantizar inversiones por 1.854 MW de energía solar y eólica».
Sí, pero. Es harto improbable que AMLO se haya caído del caballo, camino de Tabasco. Sobre el terreno, la realidad es bien distinta de las declaraciones altisonantes de Kerry, que por otra parte el mexicano no duda en apuntarse.
El embajador estadounidense Ken Salazar se ha remangado en las últimas semanas, acompañado a las 17 compañías –varias con arbitrajes abiertos contra el gobierno mexicano– a Palacio Nacional, a reclamar por los $30.000m que tienen invertidos en el sector energético.
Kerry toreado. La visión de Kerry para una Norteamérica integrada energéticamente y alineada con la transición energética choca con la incursión regulatoria de los distintos organismos gubernamentales mexicanos en el sector energético. Sólo esta semana, la Comisión Reguladora de Energía negó 10 permisos a generadores privados de energía eólica y solar.
AMLO demanda soberanía energética a toda costa; incluidas las costas de arbitrajes, los costos medioambientales y la inversión bloqueada o perdida que México necesita desesperadamente, para modernizar su matriz energética -la Comisión Federal de Electricidad registra una planta hidroeléctrica de 1906 entre sus activos– limpiándola de paso.
Sin inversión en energía, la industria mexicana no puede ser competitiva y resulta evidente que ni CFE ni una Pemex ahogada de deuda pueden desplegarla solos.
542 palabras. 3 minutos de lectura.
Los cuadros de Morena se reunieron el pasado domingo en Toluca so pretexto de inaugurar la campaña electoral para la gubernatura del Estado de México (Edomex).
Los gobiernos de Edomex y el fronterizo Coahuila –ambos en manos del otrora hegemónico PRI– están en juego en junio de 2023. Los comicios servirán de termómetro político y último obstáculo para la Cuarta Transformación antes de la elección de 2024.
Entre líneas. En realidad fue el pistoletazo de salida en la carrera para suceder a AMLO en 2024. Estuvieron presentes su protegida y jefa de gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum y el secretario de relaciones exteriores Marcelo Ebrard –un progresista incómodo en ese movimiento inconcreto que es Morena– así como el secretario de gobernación (ministro del interior) Adán Augusto López, tabasqueño como AMLO, que recientemente ha ganado enteros como ejecutor del presidente.
Como en la época dorada del PRI en Atlacomulco -o Atracomucho como es conocido cariñosamente– compitieron por el dedazo del jefe. «El tiempo del Señor es perfecto», dijo Adán, dado a la escrituras como su paisano ¿Cuál señor?.
«Lo que fue, eso mismo será; lo que se hizo, eso mismo se hará: ¡no hay nada nuevo bajo el sol!», nos parece a nosotros el versículo más adecuado.
En perspectiva. El cuatro de junio, Morena ganó 4 gubernaturas adicionales, de las 6 que estaban en juego, consolidando el avance territorial del movimiento. A saber, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y el fronterizo Tamaulipas, el cual alberga 19/50 de las aduanas del país –problemáticas cuanto menos–. De hecho, el actual jefe nacional de aduanas, Horacio Duarte, se perfila como candidato de Morena para la gubernatura del Edomex en 2023.
Morena controlaría 21 entidades federales. Como referencia, el PRI del 2000, año en el que el PAN de Vicente Fox consiguiera desbancarlo por primera vez y llegar a la presidencia, controlaba 19 estados.
Débil oposición. En paralelo, la coalición atrapalotodo Va por México, conformada por los otrora rivales PRI y PAN más PRD permanece a la defensiva, dos pasos por detrás de la maquinaria propagandística de Morena. Por ahora, a la coalición le falta una figura política unificadora y carismática que la guíe a la victoria en 2024. Más ampliamente, a la oposición le falta una estrategia que supere el planteamiento de Va por México de manera integral.
Las presiones para que su líder oficioso, Alejandro Moreno “Alito”, renuncie, son cada vez más explícitas. Su reputación ha sufrido luego de la filtración de audios reveladores de prácticas de campaña opacas. Una docena de barones priistas se juntaron contra Alito durante la semana, pero este se resiste.
El PRI sigue siendo el «socio mayoritario» de Va por México; un sondeo lo ubica con el 18% del voto contra el 17% del PAN, lo cual permite a Alito amenazar a barones y socios de coalición con alinear al partido con Morena, que por otra parte terminaría con él y con el partido que dominó México por 70 años. El reemplazo PRI-Morena se completaría de la manera más perfecta.
En el radar. AMLO propone estrechar el presupuesto del Instituto Nacional Electoral y reemplazar su Consejo de 11 miembros por 7 delegados elegidos directamente, lo cual cercenaría la autonomía de la institución demoliberal de mayor prestigio en México.
SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
772 palabras. 4 minutos de lectura. 10 fuentes.
Tan sólo tres naciones tienen política exterior, percibió Donoso Cortés en 1847. Inglaterra, cuyo principio es conservar sus actuales mercados y abrirse mercados nuevos, Rusia, cuyo principio es asegurar sus antiguas conquistas y prepararse para conquistas nuevas, y por último EEUU, cuyo principio es consagrar en el derecho de gentes, por un lado la libertad de los mares y por otro el que América se pertenece a si misma y que por tanto Europa no tiene derecho de intervenir en los negocios de aquella (este es el nervio de la Doctrina Monroe).
¿Cuántas naciones tienen política exterior hoy? ¿Cuáles? Hemos de actualizar a Donoso diluyendo el papel de Inglaterra dentro de la alianza anglosajona Five Eyes, así como sumar a China y quizás a India a las naciones con soberanas políticas exteriores. De entre las naciones latinoamericanas, solo Brasil puede ejercer una política exterior propiamente dicha.
Es noticia. La semana pasada, durante la Cumbre de las Américas, se reunieron por primera vez los presidentes Jair Bolsonaro y Joe Biden. Bolsonaro había condicionado su asistencia a que se le ofreciera una audiencia con el presidente yanqui; Washington, ahíto de vergüenza por la cumbre, no tuvo más remedio que aceptar a pesar de su aversión a Bolsonaro. Brasil no es una república centroamericana: para disgusto de los estadounidenses, tiene voz e intereses propios.
En perspectiva. Por más que su historia aparente ser una de perennes frustraciones, Brasil es prácticamente el único país latinoamericano con una política exterior tan coherente como independiente. Podemos prever que los cálculos de Brasilia apenas se verán afectados por quien ostente la faja presidencial.
Si bien una victoria de Lula en octubre podría facilitar la ratificación del Acuerdo Mercosur-UE, esto supondría un beneficio más bien incidental. Lula es querido en Europa, mientras que a Bolsonaro se le tiene por villano incendiario del Amazonas, pero China es el verdadero impulsor de la economía brasileña. En efecto, China es el mercado final del 31,7% ($67.900M) de las exportaciones brasileñas; Europa con suerte llega al 2%.
Muy parecidas son las relaciones ruso-brasileñas. Brasilia ha buscado guardar las formas y mantener un bajo perfil ante la guerra en Ucrania. En la ONU, la delegación brasileña se limitó a condenar tímidamente la invasión; Bolsonaro, que estuvo en Moscú pocos días antes de la invasión, ha dicho que «no toma partido». Los izquierdistas no se desenvuelven con tanto tacto y parsimonia, pues no ocultan su rusofilia.
La discreción brasileña es eminentemente realista. En Itamaraty no buscan enfurecer a EEUU, pero no tienen más remedio si desean velar por sus intereses. Brasil, cuyo principal producto de exportación es la soja, no puede prescindir de fertilizantes rusos. Además, Putin se ha decantado por mimar a sus aliados restantes y habla de construir refinerías conjuntas. Es por esto que Bolsonaro, instado a sumarse al frente antirruso por los mandarines washingtonianos, no puede sino replicar: «Tengo un país que administrar».
Potencia regional. No obstante, el BRICS no existe. Ni se aproxima a ser una alianza y, concluido el boom de commodities, se torna imposible afirmar que esos cinco países heredarán el mundo. Brasil es, ante todo, una potencia regional, un imperio sudamericano (otrora terrestre, hoy económico) y el artífice del Mercosur.
El PIB brasileño, estimado en $1,49B, equivale al 49,3% del PIB sudamericano. Al hablar de las economías sudamericanas, con frecuencia hacemos hincapié en su comercio asiático, pero lo cierto es que Brasil, y no China, es el principal socio comercial de Argentina, Bolivia y Paraguay; en Uruguay ocupa el segundo lugar.
La política exterior brasileña tiene como objetivo la defensa de determinados intereses económicos. En Sudamérica cuenta con un arma difícilmente igualable: un mercado interno de 214M de almas. Limitándonos al sur del país, vemos que la región cuenta con más población que Francia y la Península Ibérica juntas. En esto Brasil se asemeja, como México, a EEUU.
El fisgón histórico. No terminan ahí las similitudes con EEUU. Brasil también tiene su Destino Manifiesto. En época de la colonia, los bandeirantes conquistaron el interior, como más tarde harían los yanquis en el viejo Oeste.
Los bandeirantes, sin embargo, no supieron aprovechar el Cerrado, la sabana que abarca una quinta parte (1,91M kilómetros cuadrados) del territorio nacional. El bioma permaneció tan inmenso como inútil.
En los años 70, el Ministerio de Agricultura empezó a estudiar el subsuelo del Cerrado, concluyendo que sería redimible con algo de fósforo y cal. Hacia la década del 90, comenzó a verse la inmensa mejora en el rendimiento de los cultivos. Hoy por hoy, sus terrenos son fértiles, incluso en materia experimental, y el Cerrado se ha convertido en el centro de la ganadería brasileña.
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1246 palabras. 6 minutos de lectura. 2 fuentes.
El más multilateralista de entre nuestros lectores concederá que una cumbre hemisférica a la que no acuden los jefes de Estado de México, Brasil y EEUU —los tres colosos americanos— nace muerta. Para sorpresa de nadie, el mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no se presentó a la IX Cumbre de las Américas celebrada en Los Ángeles y concluida ayer.
No obstante el desplante de AMLO, en El Americanista hemos de ser fieles a nuestra línea realista y dudar del internacionalismo «cumbrista» y de sus declaraciones típicamente anodinas sin enforcement mechanism alguno. El hecho es que el entregable más sustancial de la Cumbre fue una declaración sobre migración pero faltaron los líderes de México, El Salvador, Guatemala y Honduras, que no se especializan en la exportación de sosa caústica precisamente.
Si acaso, tienen más valor los encuentros bilaterales estado-estado o inversionista-estado que se dan en petit comité en los márgenes de las cimas, con intercambio de WhatsApps entre asesores, apartados del pleno y de las cámaras.
De cualquier manera, los políticos, esos seres que viven inmersos en una campaña electoral constante, no salen a las cumbres para ofrecer soluciones a acuciantes problemas globales sino a traer titulares de vuelta a casa. A continuación, nos ponemos en los zapatos de personajes y personajillos americanos e interiorizamos su análisis costo-beneficio a la hora de volar a Los Ángeles —o quedarse en casa— y de esa cuestión de Estado que es decidir a qué líder perseguir por el pasillo por una foto.
AMLO, México. Troceese como «Las Américas», «Latinoamérica» o «Iberoamérica»; articúlese mediante la OEA, CELAC o Cumbre Iberoamericana; lo cierto es que a Andrés Manuel le vale gorro lo que yace al norte de Chihuahua y al sur de Chiapas, empleando la criolla expresión. Hace buena la anécdota de aquel diplomático mexicano que tuvo que ir a la España de Felipe González a descubrir qué era eso a lo que se llamaba «Latinoamérica». Por su dimensión, México es naturalmente ombliguista. Es evidente que no le hace falta ir a una cumbre para hablar con su vecino y tratar agravios legítimos como el tráfico de armas rampante norte-sur.
En cambio, se suben por las paredes de la Secretaría de Relaciones sus cuadros más tecnocráticos —al menos quienes no dimitieron con la llegada de AMLO— tras décadas intentando salvaguardar la posición de México como puente entre la región y el Coloso del Norte, pugnando con Brasil.
Ausentándose, AMLO aplaca a sus partidarios más radicales y nostálgicos de aquella travesía que emprendiera el Granma allá por 1956, zarpando desde aguas de Veracruz repleto de guerrilleros y desembarcando en las costas orientales de Cuba.
«AMLO no va: solidaridad con los pueblos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, excluidos de la Cumbre por EEUU»: algo así debió de titular La Jornada el lunes. Quedaron encargados los señores editores de que la decisión de no ir a la Cumbre fuera cosa de principios, y no cuestión de que el mundo de AMLO empieza y termina en su terruño tabasqueño.
A AMLO no le interesa cuestionar la hegemonía de EEUU en el hemisferio como se atreviera Hugo Chávez, sino alcanzar la suya propia en México. Su partido Morena se hizo con 4/6 gubernaturas en juego el pasado domingo y se perfila a gobernar 20 de 32 entidades del país. Ganó Tamaulipas, con sus 19/50 aduanas del país if you know what I mean. También Quinta Roo, cuna de Cancún, donde se cumplió de manera más perfecta eso de que Morena es el nuevo PRI. De hecho, ganó el estado usando la maquinaria del PRI, y estos últimos casi pierden su registro electoral.
Bolsonaro, Brasil. Finalmente, sí asistió a la Cumbre el presidente brasileño Jair Bolsonaro, si bien lo hizo a cambio de un encuentro y una fotografía con Biden.
Camino a las elecciones presidenciales de octubre, en las cuales se enfrentará al expresidente Lula, Bolsonaro busca homologarse de cara al votante mediano y garantizarse el voto antipetista con un perfil más digerible. Desde EEUU, anunció la aprobación de la hoja de ruta para la adhesión de Brasil a la OCDE.
Boric, Chile. El joven presidente chileno es el favorito del progresismo hemisférico y por tanto de los cuadros más jóvenes entre las élites de política exterior washingtonianas, con extensos vasos comunicantes al ala izquierda del Partido Demócrata. Al final del día, todos comparten lecturas y referentes culturales.
Boric sí hubiera invitado a Cuba, Venezuela y Nicaragua para «decírselo en la cara», lo de sus presos políticos, se lució en entrevista con Telemundo, desde Los Ángeles. Algo inasumible políticamente para Joe Biden, con un ojo en las elecciones de medio mandato y otro en la Florida.
Hubo buena sintonía entre los dos demócratas de izquierda. Ahora bien, una cosa es una charla amistosa con el razonable Boric y otra ese harakiri en Santiago que es la constituyente chilena, que no controla ni Boric ni nadie. Algo debe de haber llegado a oídos de Biden, veterano de la Guerra Fría, y haberlo preocupado por un instante.
Duque, Colombia. El presidente Iván Duque está amortizado, pero no podía faltar. La tradicional alianza entre Washington y Bogotá trasciende el ciclo político. Colombia es la única nación sudamericana donde EEUU aún pesa más que China en términos comerciales (además de albergar 8 instalaciones militares gringas).
A EEUU le es, posiblemente por impotencia ante el poderío comercial chino, más o menos indiferente lo que yace al sur de la cuenca amazónica. La Doctrina Monroe se ha contraído; Colombia y Ecuador son hoy apéndices Gran Caribe, el sector de Latinoamérica donde aún es indiscutible la primacía de EEUU frente a China.
Pichai, Google. Durante la Cumbre, el CEO de la tecnológica californiana, Sundar Pichai, anunció inversiones por $1.200M en Latam en los siguientes 5 años. ¿Relaciones públicas? En parte.
Desde luego, Google acaparó titulares en un momento sensible para Washington tras una deslucida Cumbre. Podrá vendérselos al regulador en Washington a la hora de tratar asuntos asimétricos. $250M no cambiarán de manos: son en créditos publicitarios. Otros tantos millones irán destinados a ONG que tengan el visto bueno de los comisarios en su plantilla.
También se lanzará el cable submarino más largo del mundo el próximo año —nombrado Firminia en honor a la abolicionista brasileña Maria Firmina dos Reis—. Conectará Norteamérica con Sudamérica por el Atlántico; saldrá de EEUU y tendrá paradas en Brasil y Argentina (ambos Major non-NATO Allies). El mundo de los bits existe en un mundo de átomos.
En perspectiva. «Mientras EEUU estaba enfocado en Afganistán y otras partes de Oriente Medio, un Estado fallido se desarrollaba en su misma frontera sur, con implicaciones mucho más profundas para el futuro inmediato y lejano de EEUU, su sociedad y su poder que cualquier cosa ocurriendo a medio mundo de distancia ¿Qué hemos conseguido en Oriente Medio con todas nuestras intervenciones desde 1980? ¿Por qué no arreglar México en vez? ¿De qué manera podríamos haber prosperado de haber invertido todo ese dinero, conocimiento e innovación que fueron a Irak y Afganistán en México?», The Revenge of Geography, Robert D. Kaplan (2009).
«La verdad es que no han invertido. Desde el gobierno del presidente Trump se ofrecieron los $4.000M y hasta ahora no han aprobado en el Congreso nada, en cinco años. Y entiendo las circunstancias y todo, pero en muy pocos días los legisladores aprobaron $35.000M para la entrega y envío de armas a Ucrania. No es reproche, ojalá se entienda», AMLO en una mañanera a finales de mayo de 2022.
SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
913 palabras. 5 minutos de lectura. 15 fuentes.
Las poltronas. Se aproximan las elecciones de medio mandato. En EEUU es un fenómeno frecuente que, tras dos años en el poder, los mandatarios se queden sin mayoría legislativa, ocasionando el estancamiento de su gestión. Hasta las próximas presidenciales, donde el titular del cargo suele triunfar, se legisla poco y a duras penas se sacan los presupuestos.
El presidente Biden enfrenta una situación considerablemente peor. Según un sondeo de la Universidad Quinnipiac, cuenta con una tasa de aprobación del 33%, es decir, 1% menos que Trump en su peor momento. También se resienten los tradicionales feudos demócratas: entre los hispanos, Biden se lleva un 24%; entre los jóvenes, 21%. Su mejor nota —48%— se la conceden los votantes negros.
En cuanto al Congreso, la práctica totalidad de los sondeos sugieren que los republicanos se harán con la mayoría legislativa en noviembre. Es improbable que los demócratas puedan remediar la situación en los cinco meses restantes.
Los candidatos. En números anteriores hemos tratado la figura de Peter Thiel, magnate tecnológico y mecenas del nuevo conservadurismo. En anticipación de las elecciones, Thiel ha destinado millones a campañas republicanas, en ocasiones fletando candidatos propios. Erik Finman, un aliado aficionado a las criptomonedas, ha hecho lo propio, donando $20M a candidatos conservadores.
La gran promesa es J. D. Vance, candidato al Senado por Ohio, estado del cinturón de óxido. Vance es capitalista de riesgo y abogado egresado de Yale, pero se lanza al plató como un candidato populista capaz de defender los intereses de la clase trabajadora blanca; su libro, Hillbilly Elegy, critica la decadencia de los Apalaches y justifica la posterior giro conservador de la región. Su carácter rancio es indisputable: defiende la Segunda Enmienda, pero aboga en pro de vedar la pornografía, a la cual atribuye el descenso en la natalidad.
Blake Masters, de postulados netamente nacionalistas, es precandidato al Senado por Arizona. Su perfil es similar al de Vance: es treintañero, capitalista de riesgo de la Fundación Thiel y abogado egresado de Stanford. Su visión del Partido Republicano resultará novedosa al electorado, pues habla de crear un movimiento «a favor de la familia y del trabajador», consignas desconocidas para un partido que hasta hace poco era adalid de la Corporate America. Masters no se doblega: habla de sostener un hogar con un único salario. Aún no se ha asegurado la candidatura republicana. Trump, paladín de la transformación republicana, se resiste a darle el visto bueno por miedo a perjudicar su campaña.
Es noticia. Durante la semana se ha dado el novísimo capítulo de la pantomima postrumpiana. En Míchigan, el FBI ha detenido a Ryan Kelley, precandidato republicano a la gubernatura del estado. Se le acusa de varios delitos de menor cuantía, todos ellos vinculados a los eventos del 6 de enero de 2021, cuando manifestantes trumpistas irrumpieron en el Capitolio estadounidense.
Kelley, conservador acérrimo, ha cuestionado la validez de las presidenciales de 2020, cuyo escrutinio tiene por eminentemente enviciado y opaco; considera, además, que someter los resultados a una «auditoría forense» es una necesidad apremiante. El candidato se ha opuesto a las restricciones restricciones pandémicas y ha pedido el prendimiento de Gretchen Whitmer, la actual gobernadora demócrata.
La Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, aún insiste en tildar los sucesos de «insurrección» e intentona golpista; es por esto que ha constituido un comité selecto para investigar a los acusados, sobre todo al expresidente Trump. Los republicanos, en tanto, se avergüenzan del asalto al capitolio, que no les ha traído sino disgustos y desavenencias.
El balance. En Washington escasea lo que ellos llaman self-awareness (autoconsciencia) o sentido de Estado. Biden y Trump, unidos por su avanzada edad, coinciden en su capacidad de azuzar el odio africano del bando opuesto. Como Trump, Biden pronto descubrirá la impotencia de encontrarse con un Congreso hostil y, al paso que vamos, la ignominia de no ser reelegido.
¡Cuán bajo han caído los gurús de la institucionalidad! En EEUU no la ha habido desde enero de 2021 o quizá desde la elección de Trump. Hoy por hoy, es una «casa dividida contra sí misma», por citar a Lincoln. El pasado mes vimos cómo la revista Politico filtraba la decisión de la Suprema Corte de anular el dictamen del caso Roe contra Wade. Más allá de los festejos de unos y sollozos de otros, quedó claro que había muerto aquel legalismo yanqui, famoso por su sacralización de la Constitución. Se han quedado, pues, sin su mos maiorum.
¿Guerra cultural > economía? Quien acierte a tomar el pulso al electorado y su orden de prioridades se llevará la palma en las midterms.
Los republicanos, liderados por el gobernador de Florida, Ron DeSantis, se muestran ansiosos por empezar a restringir el aborto y la mención de la homosexualidad en las aulas, mientras que los demócratas apuestan por coartar el acceso a las armas, si bien son notorias ciertas discrepancias internas.
Se manifiestan los defensores del aborto. Se manifiestan los padres que buscan desterrar la perspectiva de género y la teoría crítica de la raza. A nadie se le escapa que se trata de una guerra cultural, por más que nos disguste ese mote tan dado al insulso cliché.
Pero ¿y qué del dinero? Bill Clinton lo tenía claro: It’s the economy, stupid! A pesar de las recientes masacres, la inflación y los tétricos pronósticos económicos bien podrían seguir siendo la principal preocupación del electorado yanqui. En momentos de escasez real, no se puede mantener una visión exclusivamente culturalista y posmaterial de la política.
SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
535 palabras. 3 minutos de lectura. 8 fuentes.
Un servidor imagina que en la Casa Blanca no paran de tocar la Orestíada, de Manrique de Lara. La Reserva Federal se yergue con mano dura, pronosticando subidas de tipos y destrucción de la demanda, por emplear el eufemismo de los economistas.
Esta semana, ante la consternación del oficialismo, se publicaron los datos del índice de precios al consumo (CPI, por sus siglas en inglés). En Washington guardaban la esperanza de que la inflación hubiese tocado techo, pero no fue así: los precios subieron un 8,6% en mayo, o 6% si se excluyen los combustibles y alimentos.
Presumimos que la Fed subirá la tasa de interés en reacción al «obstinado» proceso inflacionario. De cumplirse este pronóstico, el tipo de referencia llegará a 3% antes de cerrar el año. No debería extrañarnos: el Banco Central Europeo habla de subir tipos tanto en julio como en septiembre.
Ucrania es el único comodín. La guerra no ha causado la debacle en las economías mundiales, pero sí ha aumentado su intensidad; de abolirse las sanciones, se aliviaría en parte la crisis energética. Sin embargo, es un sinsentido tratar este tema: EEUU no puede claudicar ante Rusia; la humillación sería políticamente inaceptable, máxime en un año electoral.
Ecos regionales. Hace dos semanas hablábamos —por enésima vez, agrego— de la escasez de refinerías en LATAM. Esto es peccata minuta vista desde la mayoría de repúblicas del Gran Caribe, que importan casi el doble de lo que exportan. República Dominicana, por ejemplo, importa $17.600M, pero sólo exporta $11.000M; El Salvador, patria de Bukele, importa $10.300M y exporta $5.310M. Si el dólar sigue apreciándose y las commodities siguen encareciéndose, estos países no podrán permitirse semejantes déficits en cuenta corriente.
La mayoría de países latinoamericanos se aferran a la estabilidad y protegen el valor de sus divisas. Otros, como Costa Rica, no han podido: el colón es, tras el peso argentino, la moneda más devaluada de la región. Casi todos los bancos centrales latinoamericanos coinciden en ser más papistas que el papa, imitando los subidones de la Fed, pero de forma más extrema. El Banco de México, por ejemplo, ya suma ocho aumentos consecutivos. Este mes lo volverá a hacer, elevando la tasa de interés en un 0,75%.
LATAM se enfrenta a lo que Zoltan Poszar, ejecutivo de Credit Suisse, denomina Bretton Woods III. La política monetaria ha cobrado muchísimo peso en las últimas décadas, pero ahora vuelve la «economía real», limitada no por el dinero, sino por la oferta de insumos y materias primas y la capacidad de llevarlos a mercados occidentales. Según Poszar, triunfarán los exportadores de commodities.
Como hemos visto, la posición de LATAM es incierta: acostumbramos a verla como un colectivo de potencias exportadoras, pero esta no es la tendencia general de la región e incluso sus colosos encaran desafíos estructurales. LATAM, alejada del foco geopolítico, goza de abundantes minerales y tierras fértiles —«propongo organizar continentalmente la producción de alimentos», dijo el presidente argentino Alberto Fernández en la Cumbre de las Américas— pero esto no basta ante la inoperancia regional.
No ha corregido sus malos hábitos, que son, a saber, la sobredependencia de las remesas, el saqueo de los entes estatales y la inatención a la producción de bienes acabados.
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4 de junio de 2022
1142 palabras. 6 minutos de lectura. 2 fuentes.
Adán Augusto López es el hombre para todo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Como tal, gana opciones para ser su candidato en las presidenciales de 2024. El secretario de Gobernación (SEGOB) –con funciones comparables a las de un ministro del Interior– cultiva su candidatura con paciencia como eficiente operador, sin más agenda propia que la de la lealtad al jefe, con quien comparte sangre y terruño tabasqueño.
Es noticia. Adán ha flanqueado a AMLO en Palacio Nacional durante la ronda de reuniones con al menos 16 empresas extranjeras, principalmente del sector energético, con «problemas» operacionales derivados de la contrarreforma energética del Gobierno, muchas de ellas amparadas en tribunales mexicanos o en vías de arbitraje internacional.
Entre medias, senadores bipartidistas de EEUU enviaron una carta a Joe Biden denunciando la «reciente agresión del presidente López Obrador y su administración a compañías de EEUU con inversiones y operaciones en México», que amenazan tratados como el T-MEC.
Acompañó a las empresas el embajador estadounidense Ken Salazar, artífice de la ronda de contactos. Portó su inconfundible sombrero vaquero el de Colorado -descendiente de una familia hispana más antigua que EEUU, por cierto- y salió revalorizado del lance.
Por parte del Gobierno, quedó Adán Augusto encargado de los follow-ups a las reuniones. Entre manos, activos energéticos ya desarrollados pero ociosos, acosados por la regulación orquestada desde la Comisión Federal de Electricidad de Manuel Bartlett, cargado de prejuicios ideológicos y ambicioso de reestatizar el sector eléctrico.
«Eso velo con Adán». El auge de Adán crece a expensas de la «hija política» de AMLO y favorita para 2024, la jefa de gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum.
Ya relató un columnista nacional cómo en una reunión del círculo de AMLO, Sheinbaum reprochaba y justificaba el retraso del Tren México-Toluca. «El presidente la paró en seco, se quitó los lentes que se pone para leer en las reuniones y volteó a ver a la jefa de Gobierno a la que la interrumpió en tono cortante: ‘Eso velo con Adán’». México: cuna de hombres cabales.
Sí, pero. Tanto remangarse para «solucionar» puede desgastar a Adán. La semana pasada, se filtró una grabación de una llamada en la cual Adán supuestamente amenazaba a Alejandro Moreno «Alito», presidente del PRI e integrante de la coalición opositora Va por México, junto a PAN y PRD. Adán le habría advertido, mediante el telefonazo de un senador del PVEM, de que el gobierno iría «con todo» contra él de no reorientar al PRI a favor de la contrarreforma eléctrica de AMLO. «Primero está el país hermano [...] si algo me sobra son huevos», responde Alito, quien habría pactado con Biden oponerse a la contrarreforma, a cambio de la protección de la Casa Blanca.
Se habría cumplido la amenaza de Adán. De hecho, la llamada amenazadora la difunde el propio Alito, como respuesta a tres supuestos audios que afloraron contra él poco después de su voto contrario a la contrarreforma. En ellos, el priista revela supuestos pagos millonarios al estratega electoral español Antonio Solá, supuestas aportaciones de Cinépolis a campañas de diputados michoacanos, y supuestos comentarios tipo «a los periodistas no se les debe disparar, papá, deben morir de hambre».
El balance. Trataremos a Va por México junto a PAN y PRD en otra ocasión. Por ahora, la coalición ha cerrado filas con Alito: tal es el estado de la oposición mexicana, organizada por Claudio X. González, quien ha apostado todas sus fichas a esta fórmula para desbancar a Morena -como antes el chiste era desbancar al PRI- y difícilmente las retirará.
Volviendo a Adán, de puertas para afuera, es posible que el lance debilite sus opciones sucesorias. Ya de por sí, Adán no sería un buen candidato, celebra un empresario chilango. No tiene ni el fuego ni el carisma llano del «Peje».
No obstante, la cuestión podría resolverse de puertas para adentro. Sus posibilidades de recibir el dedazo de AMLO aumentan a medida que acumula resortes, saberes y secretos en Palacio. Todo ello es importante en cuanto la máxima prioridad del moralista AMLO es ser recordado como incorruptible. Un Adán resentido de no haber sido el elegido de seguro tendría munición para mancillar el sexenio obradorista.
Además, está el peso del terruño. Los vínculos entre ambos se hunden en la historia de Tabasco. En los años ochenta, el padre de Adán Augusto, un notario local, asesoró al futuro presidente, cuando éste tenía un pie fuera del PRI y otro dentro del PRD y buscaba la gubernatura del estado.
El fisgón histórico. A orillas del Golfo en el sureste, «estado pantanoso y aislado, puritano e impío» tal y como lo narró Graham Green, Tabasco fue el vórtice de la cuestión religiosa en los años posteriores a la Revolución Mexicana.
Por las calles de su capital Villahermosa de San Juan Bautista, ya por aquel entonces solo Villahermosa, marchaban las camisas rojas del más fanático de los antifanáticos, el cacique tropical y perseguidor de curas Tomás Garrido Canabal. El gobernador tabasqueño exigía a sus lugartenientes y funcionarios que lo saludaran a grito de «Dios no existe», a lo que él respondía «ni ha existido».
En perspectiva. El mismo fervor cuasirreligioso anima el movimiento político encabezado por AMLO, la Cuarta Transformación (4T), que se entiende a sí mismo como una cruzada moral, en contra de la corrupción que corroe a México desde «el periodo neoliberal», y a favor de sus 50M de pobres y desposeídos –mayoritariamente sureños y ajenos al desarrollo desequilibrado que se dio de la capital hacia el norte, encadenándose el país a EEUU–.
Pero una causa justa no basta para aupar a un país lastrado por la mala ejecución y constante improvisación de su Gobierno, que de paso ahuyenta la inversión. Símbolo de ello es la construcción de la refinería de Dos Bocas, Tabasco, buque insignia de la administración. Sus retrasos y sobrecostos completan la ironía de un país exportador de petróleo que gasta más en importación de combustible con el barril por encima de los $100. «Es como si vendiéramos naranjas y compráramos jugo de naranja», reconoce el propio AMLO, pero a poco más alcanza.
Industrias que buscan instalarse o expandirse en México, materializando la narrativa del nearshoring y la integración americana tras el desacople de China, se topan con el desabasto energético. México no puede esperar mucho más por una nueva hornada de tecnócratas que resistan la tentación de meter la mano.
En el radar. Mañana 5 de junio se votan las gubernaturas de los estados de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo, y Tamaulipas; las 6 en manos opositoras hoy, y las 6 bien a tiro de Morena mañana.
Los comicios servirán de termómetro político. Un avance territorial acercaría a Morena a la hegemonía política en México. Una defensa efectiva de la oposición alentaría a quienes sostienen que el bloque PRI-PAN-PRD es la única opción para desbancar a Morena en 2024.
EDUARDO JIMÉNEZ | MEDELLÍN
850 palabras. 4 minutos de lectura. 4 fuentes.
Es noticia. Rodolfo Hernández logró, efectivamente, superar a Federico «Fico» Gutiérrez en la primera vuelta. Todo parece apuntar a que en segunda vuelta el ganador será Rodolfo Hernández.
Petro ha gastado todos sus cartuchos. Toda su campaña electoral se basó en atacar a Fico y señalarlo como heredero del uribismo. Al haber sido derrotado Fico, este argumento que era, de hecho, el único fuerte que tenía, es completamente invalidado.
Con los votos de Fico, Rodolfo alcanzaría una cifra superior a los 11 millones de votos. Es casi imposible que los votos de Fico no pasen a Rodolfo en segunda vuelta. La consigna de los votantes de Fico es: «Cualquiera menos Petro».
Petro en cambio no tiene muchos lugares de donde sacar nuevos votos. Aún con la totalidad de los votos de centristas como Sergio Fajardo, no sería capaz de igualar los futuribles 11 millones de votos de Rodolfo Hernández.
Poco más que recurrir a adjetivos como machista, misógino y homofóbico ha podido hacer Petro contra el surgimiento de Rodolfo. Más allá del sustento para estas afirmaciones, la autoridad moral de Petro se ve cuestionada al tomar mayor difusión el que, según Rodolfo, Petro le ofreció la vicepresidencia en etapas tempranas de la campaña, antes que a su actual fórmula vicepresidencial, Francia Márquez.
En perspectiva. Estas elecciones son la antesala del escenario político de los próximos años y, si la derecha quiere mantenerse vigente en el futuro, no debe perder esto de vista.
Una vez se ha aceptado la franca decadencia del uribismo, es obvio que insistir en ello es un suicidio político y que la derecha tendrá que buscar nuevas opciones que no estén vinculadas al mismo.
Los Gómez. Recientemente ha ganado atención moderada el que fuera candidato en primera vuelta Enrique Gómez. Se trata de un candidato menor, con no mucha notoriedad, pero que de ningún modo puede ser ignorado de cara al futuro
Enrique Gómez es sobrino de Álvaro Gómez y a su vez nieto del conocidísimo Laureano Gómez. Esta ascendencia, más que definir su postura política, debe ser tenida en cuenta en el sentido de que muestra que Enrique Gómez no sale de la nada. Tiene una tradición política familiar, y eso en Colombia siempre ha sido un factor importante.
Todos los Gómez que han participado en política han estado a la derecha, empero, cada uno, incluyendo al actual, han sido distintos uno del otro. Laureano era un conservador de vieja guardia mientras que Álvaro, desde unas coordenadas más moderadas, promovía el dialogo, el consenso y el pluralismo ideológico: su famoso acuerdo sobre lo fundamental. Enrique por su parte se muestra como un candidato decididamente conservador, apartándose de Fico. Asimismo, afirma ser la verdadera derecha que planta cara al actual estado de la derecha colombiana.
Enrique Gómez se presenta pues como un candidato de derecha dura dispuesta a enfrentarse a la izquierda con más fuerza que las otras opciones de derecha. Pero tal discurso se ve empañado por el hecho de que ha decidido hacer política en base al recuerdo de su tío que, como ya se ha dicho, mostraba un discurso distinto al que hoy maneja Enrique. Si no cambia este aspecto, todo su potencial podría perderse por completo y él se quedaría como un candidato marginal más.
El balance. Sería miope ignorar a Gómez en el escenario posterior a esta, máxime que hablamos de un contexto en el que la derecha se verá huérfana y necesitada de caras nuevas. Claramente, no se trata tampoco de la única alternativa para tomar en cuenta.
Alineando al ingeniero. Aunque pueda ser una figura bastante carismática y atractiva en la coyuntura actual, aún cuando se le apoye para que llegue a la presidencia, Rodolfo no es ni puede constituir a futuro una figura netamente de derechas.
Sus posturas en materia de aborto y asuntos LGBT no distan mucho de las de Petro o Fico. Rodolfo legalizaría la marihuana, reestablecería relaciones con Venezuela –esto al igual que Gómez– y promovería la sustitución de importaciones. La razón por la cual estos aspectos no le han restado popularidad entre el electorado conservador a diferencia de Fico es que estos han sido eclipsados por su carisma y forma de actuar. Además, por la propaganda petrista en su contra, muchos piensan que sus posturas son inversas a las que sostiene en realidad.
Rodolfo Hernández busca mantenerse como alguien de centro. Él no quiere asociarse ni con la izquierda ni la derecha, táctica que parece le dará la presidencia en esta ocasión.
La derecha en un sentido táctico puede buscar acercarse a Rodolfo, pero a la larga esto no le ayudará a tener un renacimiento que sí puede tener con otras figuras emergentes si se juegan las fichas correctamente.
¿Trump o AMLO? No se hicieron esperar las semblanzas de Rodolfo como un Trump tropical; por su estilo sin pelos en la lengua y su dimensión empresarial.
Quizás sea más fina la comparación de Rodolfo con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, de cuyo argumentario populista arranca muchas de sus frases. «El AMLO caribeño de Bucaramanga» escribió el intelectual mexicano Jorge Castañeda Gutman esta semana.
Revista de prensa
HEMISFERIO
Los Angeles Times: Por qué no necesitamos una Cumbre de las Américas nunca más, por Dan Restrepo | «En la medida en que Biden y su equipo muevan la aguja en la cumbre de Los Ángeles de la próxima semana, lo harán con la grupos ad hoc de países, en lugar de los 34 países a la vez. Hay una mejor manera de avanzar [...] En lugar de prometer seguir participando en una Cumbre de las Américas cada tres años, Biden debería proponer reuniones por separado con los líderes de los países de Centroamérica, los líderes del Caribe y los líderes de Sudamérica, de manera rotativa y anual. Tales reuniones permitirían discusiones enfocadas con los líderes de las subregiones donde los intereses de EEUU son más coherentes y definirían mejor la relación de cada subregión con los EEUU. Dos cumbres relacionadas con el hemisferio cada año – la Cumbre de líderes de América del Norte y una cumbre subregional– brindarían al hemisferio occidental el nivel de atención sostenida de alto nivel que merecen los intereses de EEUU en la región»
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SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
1135 palabras. 6 minutos de lectura. 20 fuentes.
Diamantes sin joyeros. Más de una quinta parte de las reservas mundiales de petróleo están concentradas en cuatro países latinoamericanos: Venezuela, Brasil, México y Ecuador. En LATAM no escasea el crudo; escasean las refinerías, como hemos reseñado en números anteriores. Cuando sube el precio del barril, se lucran las petroleras, Petrobras entre ellas (Pemex no, pues está quebrada y endeudada), pero la producción industrial se encarece y sufren tanto los consumidores como los exportadores.
Esto da lugar a una cruel ironía. México, que es aún una potencia exportadora de petróleo, importa gasolina estadounidense. El país de 129M de habitantes cuenta con sólo seis refinerías —en EE. UU. hay 129—, y éstas apenas satisfacen 20-23% de la demanda nacional. La construcción de la refinería de Dos Bocas, buque insignia de la administración de López Orbador, va con retraso y muy por encima de presupuesto, alejando su sueño de «soberanía energética». Las crisis petroleras solían representar un beneficio inequívoco para las arcas federales, pero el cálculo se torna más confuso a medida que crece la demanda mexicana y el Gobierno se ve obligado a amortiguar los efectos.
En Brasil el aprieto es algo menos acuciante. Aun así, el país importa cerca del 20% de sus productos refinados y sus refinerías operan por debajo de su capacidad; han quedado en papel mojado las propuestas para ser una potencia refinadora.
«El dominio que tiene Petrobras —señala Marcio Félix, otrora secretario de Petróleo— y la posibilidad de interferencia hacen que nadie invierta en una refinería en Brasil».
Es noticia. En vista de la guerra en Ucrania, que ha exacerbado el proceso inflacionario del que ya veníamos padeciendo, Washington tanteó a Petrobras con la esperanza de que el coloso brasileño incrementase su producción. Según Reuters, la negativa fue tajante. Petrobras arguye que sus niveles de producción los determina no la diplomacia, sino la estrategia empresarial. En todo caso, la empresa aduce que le sería logísticamente imposible gestionar un súbito aumento en la producción, mientras defiende sus márgenes.
La Casa Blanca haría bien en temer que el culto a Mammón se ha impuesto; este es el parecer del presidente Bolsonaro, crítico acérrimo de los beneficios extraordinarios de la petrolera. Y es que Petrobras reportó ganancias de $9.000M en el primer trimestre, cosa que Bolsonaro considera «criminal» en tiempos de crisis. En búsqueda de la reelección, el mandatario ha procurado mantener el enfoque social que lo hizo tan popular durante la pandemia.
Bolsonaro desea emplear las ganancias de Petrobras para subsidiar los costes energéticos de la población. Fue por esto que, tras el último subidón en el precio del diésel, el presidente destituyó a su ministro de Energía, el almirante Bento Alburquerque, imponiendo en su lugar al funcionario de Hacienda Adolfo Sachsida. Alburquerque es percibido como defensor de los intereses de la petrolera.
En perspectiva. La crisis de los hidrocarburos no tiene salida. Mientras se siga priorizando la transición ecológica, mote insulso e insincero, será imposible justificar grandes inversiones en refinerías, dado que éstas conllevan gastos exorbitantes que se amortizan sólo al cabo de mucho tiempo.
Los inversores se muestran sumamente reacios, máxime cuando se imponen las normativas ASG (Environmental, Social and Governance, o ESG) y los gobiernos prometen extender los impuestos sobre el carbono. Dicho esto, la actual crisis ha revelado lo débiles que son las alternativas a los combustibles, sobre todo cuando se tienen en cuenta las inmensas cifras —y los tétricos retornos— destinadas a la energía verde no nuclear.
Después de una década de pérdidas, las petroleras se decantan por distribuir las ganancias a sus accionistas. Se está fraguando, por tanto, una japonización de la economía, donde los dividendos sacarán ventaja a la reinversión. El mayor riesgo no es la falta de crudo, cuya producción ha aumentado desde marzo, sino la falta de inversión en refinerías.
China ya fue. El verano pasado, cuando la inflación todavía era relativamente inocua, se hablaba de un posible superciclo de commodities. Las potencias exportadoras latinoamericanas, que aún añoran aquella época de bonanza, se lucrarían exportando a una China que salía del confinamiento.
No fue así. China no termina de abrir, y Pekín se mantiene beligerante e intransigente ante el COVID-19: en Shanghái, la confinada capital comercial, no se vendió ni un solo coche en todo el mes de abril.
Esta noticia, como el dios Jano, tiene dos rostros: la merma en la demanda energética china resulta muy provechosa en este momento de oferta reducida, pero existe el temor de que China no vuelva a ser el coloso que absorbe todos los insumos, minerales y productos agrícolas latinoamericanos.
Es un país que ya atravesó su período de crecimiento convergente (catch-up growth en inglés). Sus grandes inversiones en infraestructuras e industria ya se han concretado, en muchos casos con volúmenes de deuda inasumibles. Su impronta no se esfumará de la economía mundial, pero ha cerrado la época en que los granjeros brasileños y mineros chilenos podían confiar en tasas de crecimiento de 10%.
La esperanza. Suelen equivocarse los pájaros de mal agüero, cosa que no pretendemos ser. No ha surgido aún la pretendida Casandra de LATAM, y esto quizá se deba a que la región porta un as bajo la manga.
En el Nuevo Mundo, se ha enfatizado la cuestión energética, pero no es menos cierto que, en pos del conflicto Rusia-Ucrania, la hambruna se cierne sobre Oriente Medio; la historia se repite por toda Asia, y Sri Lanka enfrenta un colapso total. Y es que Rusia, Bielorrusia y Ucrania son prominentísimos suplidores de trigo y fertilizantes. Egipto, por ejemplo, obtiene el 85% de su trigo de Rusia y Ucrania. Rusia y Bielorrusia proveen el 40% del volumen mundial de potasa, base mineral de muchos fertilizantes; Brasil, recordemos, importa el 85% de sus fertilizantes y la mitad de estos provienen de Rusia o Bielorrusia.
A causa de la pandemia, la inseguridad alimentaria también es una realidad manifiesta en LATAM, donde ya se han agotado las espléndidas ayudas estatales y se vislumbra una época de austeridad. Es por esto que Brasil aspira a convertirse en una potencia exportadora de trigo, valiéndose de variantes tropicales diseñadas por sus agrónomos. Este año se prevee un aumento del 40% con respecto a la cosecha de 2021, para terminar produciendo 11M de toneladas. En los próximos años, Brasil aspira a llegar a las 22M de toneladas, es decir, lo mismo que Alemania o Turquía.
Por otra parte, el Instituto Brasileño de Minería (Ibram) critica la dependencia de fertilizantes importados. Julio Nery, su director de sostenibilidad, se jacta de los $5.750M que se invertirán al cabo de los próximos cuatro años, con el fin de aumentar la producción nacional de potasa y fosfatos. A corto plazo, la diplomacia brasileña busca fuentes alternativas de fertilizantes en Jordania, Egipto y Marruecos, pero en Brasilia no ocultan su deseo de pronto poder prescindir de ellas.
EDUARDO JIMÉNEZ | MEDELLÍN
590 palabras. 3 minutos de lectura. 3 fuentes.
Es noticia. El domingo 29 de mayo del presente año tendrá lugar la primera vuelta de las elecciones presidenciales colombianas. Gustavo Petro ronda el 40% de la intención de voto y es el candidato a batir.
Para que un candidato llegue directamente a la Casa de Nariño es necesario que gane la mitad más uno de los votos válidos, es decir, la mayoría simple; por lo que se augura que el 19 de junio se lleve a cabo una segunda vuelta en la que participaría Petro junto al segundo más votado.
Viejas amistades. Lo que puede ser desconocido para muchas personas son las relaciones que tiene Petro con algunos sectores empresariales.
Ha sido un secreto a voces la extraña relación entre Petro y el banquero Jaime Gilinski, segunda fortuna del país. Esta idea ha tomado nueva relevancia desde el reciente pleito que este empresario tuvo con el Gremio de Empresarios Antioqueños (GEA), empero, muchos parecen no recordar que no es la primera vez que esto sucede.
Fusiones y disquisiciones. Fue hace ya más de 10 años que los Gilinski lograron que el Banco de Colombia se convirtiera en uno de los más importantes del país, cosa que atrajo la atención del Banco Industrial de Colombia —de antioqueños— y a su vez, derivó en que este último comprara el 51% del banco para una futurible fusión. Esto dio lugar al Bancolombia que conocemos hoy.
Sin embargo, los Gilinski se mostraron disconformes con este acuerdo a pesar de haberlo aceptado previamente. El pleito llegó a una escala tal que acabó en manos del Congreso de la República.
Un congresista no tan conocido en aquel tiempo llamado Gustavo Petro, no sólo llamó al debate correspondiente para tratar el tema, sino que además intervino a favor de los Gilinski, ocasión que aprovechó para mostrarse ante la prensa como aquel político que podía enfrentarse a la ya antigua burguesía antioqueña. De hecho, es a partir de este episodio que nació la tesis de la relación entre Jaime Gilinski y Gustavo Petro.
Aunque muchos puedan alegar que se trata meramente de una conjetura, no es menos cierto que cuando se le ha preguntado a Petro sobre la financiación de su campaña y si tiene alguna relación con los Gilinski ha mantenido un silencio cuanto menos sospechoso.
Orgullo paisa. El Gremio de Empresarios Antioqueños ha construido todo un entramado institucional mediante el cual gran parte de los antioqueños se han beneficiado en los ámbitos cultural y laboral.
Petro, cuando se ha enfrentado a los sectores empresariales nacionales, ha sido en beneficio de empresarios que le son afines.
Petro contra la nada. Petro ha construido toda su carrera política en ser la oposición al expresidente Álvaro Uribe. Si un día el uribismo deja de ser relevante, no es descabellado pensar que Petro deje de serlo también.
En el radar. Su fórmula para la vicepresidencia, Francia Márquez, por otra parte, sí se sostiene por si misma. Su popularidad se nota en su nada despreciable 14,05% de los votos en la Consulta del Pacto Histórico. No es descartable que Márquez –una madre soltera negra de 40 años– se convierta en la nueva imagen de la izquierda colombiana en el futuro.
Márquez, a diferencia de Petro, no se ha mostrado abierta a negociar con sectores empresariales. Además, ha sido elogiada por la guerrilla ELN mediante sus medios institucionales, un dato para nada irrelevante.
Gustavo Petro -guerrillero del M-19 en su juventud y alcalde de Bogotá en su madurez política– está a la derecha de Márquez. Pronto, Márquez podría ser más popular.
EDUARDO JIMÉNEZ | MEDELLÍN
420 palabras. 2 minutos de lectura. 3 fuentes.
Según las encuestas, Federico Gutiérrez «Fico» ronda el 30% en intención de voto en primera vuelta. Suponiendo que acompañe a Petro hasta la segunda, no tiene asegurado sumar el voto antipetrista que lo lleve a la victoria. Fico no parece tener la fuerza que tuvieron los candidatos anteriormente apoyados por la derecha. Tampoco está claro que pueda atraer a los electores que optaron por el centro y demás opciones en primera vuelta.
Un aval envenenado. El respaldo del uribismo le ha jugado en contra a Fico. No nos engañemos, el uribismo políticamente, si no está muerto, está agonizando. No se trata sólo del simple hecho de que Fico haya triunfado sobre el candidato inicialmente propuesto por el uribismo, Iván Zuluaga, la decadencia del uribismo ya era muy evidente desde hace ya algún tiempo atrás.
El sólo hecho de haber perdido en la alcaldía de la capital (Medellín) del feudo tradicional del uribismo (el departamento de Antioquia) y su respectiva gobernación ya es motivo suficiente para darse cuenta de un agotamiento que fue más o menos reconocido por el propio Álvaro Uribe Vélez cuando expresó aceptar la derrota en las pasadas elecciones locales. Uribe tampoco es ajeno a este hecho.
Él mismo, en las etapas más tempranas de la actual contienda electoral afirmó no estar motivado para dar su aval público a ningún candidato. Dijo: «La verdad es que yo soy consciente de que el daño que me han hecho le hace daño a cualquier candidato que yo apoye». Años de un relato antiuribista, sea este o no totalmente honesto, han conseguido destruir la reputación del uribismo.
Por más que a Fico no se le pueda asociar absolutamente con el uribismo, es innegable que el aval de este sector político le fue otorgado de forma tácita y aún si no se reconoce este hecho, lo que cuenta es que la población lo ve así. Este aval, es necesario insistir, ha sido más un problema que un beneficio para Fico. Es difícil sostener que se trata de un candidato innovador cuando se le vincula con un sector político que gobierna hasta la actualidad, el cual, como ya se ha indicado, ha dejado de ser popular.
¿En busca de un voto perdido? Fico es progresista en el aspecto social y esto, para alguien que aspira a liderar la derecha de un país socialmente conservador como Colombia, puede ser costoso políticamente.
Sus guiños a la comunidad LGBT podrían separarlo de sus paisanos antioqueños –mayormente conservadores y regionalistas– hasta el punto de su desmovilización electoral.
EDUARDO JIMÉNEZ | MEDELLÍN
323 palabras. 2 minutos de lectura. 1 fuente.
Rodolfo Hernández acaparó titulares al pisar los talones a Federico Gutiérrez «Fico» repentinamente, en encuestas aparecidas la semana pasada. Su talante y personalidad le han permitido mostrarse como un candidato sin pelos en la lengua. Por su trato con los medios, puede ser visto como una versión criolla de Trump. Nos servirnos del perfil de El País.
«Tampoco del lado del candidato hay grandes discursos, su mensaje es simple: “acabar con la corrupción”, o “nos gobiernan ladrones”. Su forma de expresión son los memes y las redes sociales. El exalcalde de Bucaramanga, de 76 años, es conocido como el viejito de TikTok».
«Hernández es un empresario rico de Santander, en el oriente de Colombia. “Yo no necesito plata porque esa ya la trabajé”, ha dicho el constructor, dueño de edificios en Bucaramanga y que vive en el penthouse de uno de ellos, en el barrio más exclusivo de la ciudad. Es hijo de un sastre y una mujer que regentaba una tabacalera heredada de la familia».
«Ha sido, como tantos colombianos, víctima de la violencia. En 1994, la extinta guerrilla de las FARC secuestró a su padre y él pagó por su rescate; y en 2004, el ELN secuestró a su hija Juliana. Ella permanece desaparecida desde entonces y ese es un dolor que ha aflorado durante la campaña».
En el radar. Hay quien sostiene que el ingeniero sería una opción más efectiva que Fico a la hora de neutralizar a Petro en una hipotética segunda vuelta El outsider atraparía todo tipo de «voto enojado»: voto anticorrupción, antipetrista, antisistema y demás. Todo ello a diferencia de la escasa capacidad de movilización en segunda vuelta de un Fico que no enamora a nadie.
Según esta corriente, mientras que Fico es un candidato que genera rechazo en distintos sectores del electorado, a diestra y siniestra, Hernández, al no tratarse de un izquierdista al uso y no estar asociado al uribismo, sería mejor antídoto para Petro.
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5 de febrero de 2022
SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
799 palabras. 4 minutos de lectura. 17 fuentes.
Es noticia. En Canadá se han rebelado los camioneros, trasladándose desde Colombia Británica (costa pacífica) hasta Ottawa, donde el llamado Freedom Convoy se ha encargado de paralizar, entre pitazos y la consiguiente congestión de tránsito, la capital federal. El motivo de su ira son los nuevos preceptos para los camioneros que a diario cruzan la frontera con EEUU.
El requisito, que había sido anunciado en noviembre, fue inicialmente derogado —erróneamente, arguye el Gobierno— por la Agencia de Servicios Fronterizos, pero entró en vigor el 15 de enero. Son dos sus imposiciones a los camioneros no vacunados: están obligados a hacerse una prueba de COVID-19 al regresar al país, luego de la cual deberán guardar cuarentena por 10 días. En vista de la frecuencia de desplazamientos transfronterizos, equivale a un aislamiento perenne para los no vacunados.
Resulta difícil aseverar el número de manifestantes: hay quien habla de 250K, pero la policía de Toronto, observando el paso de los camiones dirigidos hacia Ottawa, arrojó una cifra de 50K, hasta ahora cuestionada por PolitiFact, sitio web estadounidense de marcado sesgo demócrata.
Sea como fuere, los manifestantes han cosechado apoyos multitudinarios: a través de la plataforma de donaciones GoFundMe, que luego suspendió la campaña, obtuvieron C$10M ($7,9M), y el Partido Conservador (oposición), en pleno desplazamiento hacia la derecha, ha considerado oportuno cuestionar al primer ministro liberal Trudeau, quien se refugió en un «lugar secreto» mientras los camioneros entraban en la capital, para luego decir que tenía COVID-19.
Sea astuto. Canadá es el segundo país más extenso del mundo, pero el 66% de su población reside a menos de 100 km de la frontera sur, es decir, una supermayoría ocupa sólo el 4% del territorio. EEUU es, evidentemente, su principal socio comercial, sobre todo en materia agraria, y los supermercados canadienses se abastecen de productos yanquis; en efecto, Canadá importó $24.000M en productos agrícolas yanquis (2019). El país, gran exportador de ganado vivo, mantiene un déficit comercial en cuanto a los alimentos procesados.
Los camioneros, que acusan al Gobierno de empeorar la carestía de productos, también han intentado manifestarse en la frontera. Llevan razón: de los camioneros canadienses, un 10-20% (12K-20K) no está vacunado; tampoco lo está un 40% (16K) de los camioneros estadounidenses que cruzan la frontera, con la diferencia de que la nueva normativa les prohíbe entrar a Canadá.
Parecería un asunto provinciano —pocos pensamos en Canadá, admitámoslo—, pero la relación comercial EEUU-Canadá es de las más importantes del mundo, registrando un volumen de $718.400M (2019). También queda el otro miembro del T-MEC (sucesor de NAFTA): México. Canadá es, después de EEUU, el principal mercado para sus exportaciones. Incluso en 2020, año enrevesado por la pandemia y la entrada en vigor del nuevo tratado, el volumen de comercio ascendió a $36.000M.
Sociología del camionero. El camionero norteamericano, sea estadounidense o canadiense, ocupa un eslabón extraño. Es evidentemente de clase obrera, y su labor, complicada por la necesidad de frecuentemente cruzar el ancho de un continente, es indudablemente ardua. Sin embargo, es un excelente ejemplo del obrero próspero, del kulak de este siglo: los más exitosos pueden aspirar incluso a los C$100K.
También votan en bloque: Las provincias de las praderas —Alberta, Manitoba y Saskatchewan— son las que más camioneros tienen per cápita, y en todas gobiernan partidos conservadores regionales. La política canadiense, tan idiosincrática, se caracteriza por el nulo poder de los partidos federales a nivel provincial, pero las simpatías se extienden al Parlamento en Ottawa.
Alberta, la más grande de las antedichas regiones, es petrolera y posiblemente la región más conservadora del país; como Texas, es dado a los amagues separatistas. En efecto, la estrategia de infinitos convoyes de camiones ya fue desplegada en 2019, ocasión en la que sirvió para protestar la negativa de Ottawa a la construcción de oleoductos.
Espejos regionales. Todo esto recuerda a las ya olvidadas protestas brasileñas de septiembre de 2021. En esa instancia, los camioneros se movilizaron en pro del presidente Bolsonaro, a la sazón investigado por la Corte Suprema; participaron de al menos 110 bloqueos en 14 Estados brasileños y no cedieron hasta que Bolsonaro les pidió desistir.
En Brasil, donde el transporte interno es caro, el 60% de las mercancías se transportan por carretera. Además, los 696K camioneros del país no dudan en convocar huelgas; en 2018 se vio sacudido por una el puerto de Santos —el de mayor movimiento en Latinoamérica—, ocasionándole al puerto pérdidas de R$1.500M ($400M en aquel momento) en apenas 11 días.
Captamos, no sin algo de picardía, que, a lo largo del continente, los convoyes camioneros se yerguen como efectivos métodos de protesta. En tanto, los camioneros confirman tanto su nueva faceta de martillos de la derecha como su importancia económica. Sin ellos, resulta inconcebible el funcionamiento de las cadenas de suministros, sobre todo en los colosos americanos.
NICOLÁS PRADOS | OXFORD
1018 palabras. 5 minutos de lectura. 11 fuentes.
Es noticia. Más de 3,5M de ticos acudirán a las urnas el 6 de febrero para elegir presidente en medio de una acuciante crisis política y económica. La república centroamericana podría inaugurar un periodo de inestabilidad inédito en su historia.
Elecciones. Con un alto nivel de indecisos, es difícil adivinar quién ganará. Todo parece indicar que se decidirá en segunda vuelta, el 3 de abril.
Por primera vez en la historia se postulan hasta 25 candidaturas a la presidencia. En un país con una larga tradición bipartidista (quebrada a principios del siglo XXI), se acelera la fragmentación política.
Según los sondeos, un alto porcentaje de votantes se declara dispuesto a acudir a las urnas. La mayoría, sin embargo, no ha decidido aún su voto. Se desprende de estas cifras cierta decepción entre el electorado. Los partidos políticos enfrentan una crisis de legitimidad social.
Tres candidatos lideran las encuestas: José María Figueres Olsen, del Partido Liberación Nacional (PLN, centro-izquierda), Lineth Saborío, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC, centro-derecha), y Fabricio Alvarado, del Partido Nueva República (PRN, evangélico).
Crisis económica. El panorama económico de Costa Rica no es halagüeño. La pandemia, como en el resto del mundo, ha exacerbado las debilidades del sistema tico.
La deuda pública alcanza récords históricos. Costa Rica ya es el tercer país de Latinoamérica con mayor deuda proporcional al PIB (52,9%), sólo por detrás de Brasil y Argentina.
El Gobierno de Carlos Alvarado (Partido de Acción Nacional, PAC) firmó un rescate con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por valor de $1.778M en marzo de 2021. Este dinero llega con condiciones, y quien herede el Gobierno en Costa Rica deberá poner en marcha una serie de reformas estructurales impopulares.
Asimismo, Costa Rica fue admitida en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), otra prestigiosa organización internacional que también exige reformas al ejecutivo tico. Entre ellas, una política de austeridad para subsanar la deuda pública que ya empezó a implementar el Gobierno de Alvarado, enfrentando duras protestas.
El panorama pospandémico no es alentador. La actividad económica volvió a sus niveles de febrero 2020, pero no así el empleo. El país afronta un alto número de parados, un 16,8% de la población activa, y no se vislumbra todavía un retorno a los niveles del 2019.
La desigualdad avanza, y Costa Rica ya es más desigual que Brasil o Chile. Con un 0,5 en el índice de Gini, el país tico se asemeja más a la India que a México.
El fisgón histórico. Costa Rica se está adentrando en un periodo de zozobra inédito.
Desde la fundación de la Segunda República en 1949, tras la breve guerra civil de 1948, el país había vivido en un plácido bipartidismo, donde un partido socialdemócrata (el PLN) se disputaba rutinariamente la presidencia con un partido democristiano (el PUSC).
Costa Rica es el único país de América Latina que no ha sufrido una dictadura desde 1950, reforzando su reputación de oasis que le valió el apodo de la «Suiza de las Américas».
La crisis de la deuda que sacudió al continente en la década de los 1980s afectó al país tico. Como en otros países, el partido socialdemócrata emprendió una serie de reformas liberales y privatizaciones que dividió a su electorado. Para la década de los 1990s, el modelo bipartidista se resentía ante acusaciones de que los dos partidos eran económicamente idénticos. No ayudaron sucesivos casos de corrupción que afectaron al PLN y al PUSC.
Las elecciones de 2002 marcan el fin del bipartidismo con el auge del PAC, actual partido del Gobierno, y escisión del PLN. Aunque no llegó a la presidencia ese año, el PAC continuó su ascendencia hasta ganar las elecciones de 2014 en segunda ronda. En 2018 repitió, venciendo una vez más en la segunda convocatoria electoral.
Se dibuja claramente una trayectoria donde la fragmentación política va al alza. 2014 fue la primera vez que los ticos iban a segunda vuelta: hasta entonces uno de los principales partidos (o ambos) siempre lograba superar el mínimo de 40% de votos para ganar en el primer asalto. Desde entonces, la segunda ronda parece haber venido para quedarse: los sondeos indican con una alta probabilidad que en 2022 volverá a ocurrir, y todo se decidirá el 3 de abril.
¿La República en crisis? Lo descrito hasta ahora evidencia cierto agotamiento del modelo político establecido en 1949. El país con una característica estabilidad política podría enfrentar cambios en los próximos años.
Algunos comentaristas políticos han señalado la posibilidad de fundar una tercera república para sacar al país del estancamiento político y económico. La escasa identificación entre votantes y partidos podría reforzar esta idea.
Costa Rica vivió una serie de protestas en 2020 contra las reformas económicas que han suscitado comparaciones con el estallido social chileno de 2019. Todo parece indicar que quien gane las elecciones de 2022 deberá continuar con la agenda económica marcada por la OCDE y el FMI. Si los contagios por COVID-19 descienden, las movilizaciones populares podrían reactivarse y marcar los próximos años.
La clave. Los funcionarios y empleados públicos podrían ser decisivos en segunda ronda.
El sector público tiene un gran peso en la economía tica. Según la OCDE, el país gasta la mitad de sus ingresos en sueldos públicos. La reforma del sector es una prioridad para las agencias internacionales.
Sin embargo, el sindicato de empleados públicos, ANEP, es fuerte, y dice controlar hasta 900K votos de cara a las próximas elecciones. Por ahora se niega a respaldar a ningún candidato; lógico, pudiendo vender más caro su apoyo durante la crucial segunda vuelta.
Quien aspire a la presidencia afronta un dilema: el apoyo de la ANEP puede ser crucial para ganar, pero las demandas económicas del sindicato chocan con las exigencias de OCDE y FMI. En caso de obtener una mayoría de votos sin los funcionarios, quien resida en el palacio presidencial puede esperar un cuatrienio lleno de movilizaciones sectoriales si no es capaz de manejar la situación con excepcional habilidad política.
Una cosa está clara: todo parece indicar que la tradicional estabilidad política y económica de la «Suiza de América» tiene los días contados.
JACOBO RODRÍGUEZ-DE FONSECA | BILBAO
448 palabras. 2 minutos de lectura.
Acuerdo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha aceptado refinanciar $44.500M a cambio de una vaga promesa del Gobierno argentino de acotar su déficit fiscal –financiado imprimiendo moneda– progresivamente, en los próximos tres años. Es un acuerdo de intenciones para salvar a Argentina del default y el colapso económico total.
El Gobierno de Alberto Fernández lo ha presentado prácticamente como un cheque en blanco y un reconocimiento del FMI de la imposibilidad del pago de la deuda ¿Reformas de calado? Eso será cosa (en principio) del próximo Gobierno. Lo trágico del asunto es que la actual irrelevancia de la economía argentina es precisamente lo que evita demasiadas preguntas y allana el acuerdo.
El FMI aplaza decisiones difíciles, Kristalina Georgieva procura represtigiarse, y el recuerdo del fracaso de 2001 se mantiene a distancia.
Máximo K. Al acuerdo, convalidado rápidamente por la oposición, siguió un terremoto político, sobredimensionado por el «comentariado» argentino. En realidad, las eternas internas peronistas cada vez cuentan menos. El hijo de Cristina, Máximo Kirchner, dimitió de la jefatura del grupo de parlamentarios oficialistas por discrepancias con el acuerdo. Lejos de ser un desafío abierto a Fernández, no es más que un intento de la familia Kirchner de desvincularse de cualquier efecto negativo del pacto con el Fondo.
¿Afecta a la coalición de Gobierno? No, Cristina y Alberto se siguen necesitando mutuamente. ¿Afecta la estabilidad argentina? Siembra dudas de un compromiso real de implementar las reformas. Pero a juzgar por el plazo del acuerdo, esto ya lo descuenta el FMI de Kristalina, con sus propias prioridades.
En perspectiva. La semana deja otra noticia más sustancial. Los chinos construirán y pondrán en marcha la cuarta central nuclear del país, Atucha III, previa inversión de $8.000M. Murmullos en Washington. China lleva casi dos décadas buscando una gran inversión en Argentina que no termina de concretarse, desde el inicio de la construcción de las represas en el feudo de los Kirchner en la provincia de Santa Cruz.
A Pekín llegó Fernández; a la inauguración de los JJOO de invierno. Buscará inversiones y yuanes para apuntalar sus menguantes reservas internacionales, y un respaldo alternativo a Washington.
Un grupo de académicos viene hablando de «no alineamiento activo» para Argentina –y Latam– entre superpotencias en pugna. Lo cierto es que Fernández está en aprietos en casa, y la necesidad no conoce leyes. Hizo escala en Rusia, donde dijo «Tenemos que ver la manera de que Argentina se convierta de algún modo en una puerta de entrada para América Latina, para que Rusia ingrese en América Latina de un modo más decidido».
Desconcertante, teniendo en cuenta el pacto con el Fondo y la situación en Ucrania. Su jefe de prensa no tuvo una tarde tranquila.
MARCOS SUÁREZ SIPMANN | RIBADESELLA
789 palabras. 4 minutos de lectura. 8 fuentes.
Israel -9M de habitantes y trigésima economía mundial por PIB– mantiene relaciones diplomáticas plenas con todos los países latinoamericanos excepto Cuba, Bolivia y Venezuela. Ha firmado acuerdos de libre comercio (TLC) con México (en vigor desde 2000) y Colombia (desde 2020). El TLC con Panamá es su primero en América Central.
Panamá. A 2 años de la entrada en vigor del TLC se han fortalecido unas ya excelentes relaciones bilaterales. Se exploran temas beneficiosos para Panamá: energía, educación, high tech, tecnologías médicas, agricultura y recursos hídricos.
El posicionamiento de Panamá como hub y líder en banca digital es una oportunidad de expansión comercial para Israel. La comunidad judía panameña, unos 16K individuos, constituye una fuerte presencia en un país de tan solo 4M.
Mercosur. En 2007, Israel se convirtió en el primer país no latinoamericano en firmar un TLC con Mercosur, que entró en vigor en 2011
Israel es un país con un ingreso per cápita muy elevado y una franja de consumidores de perfil muy alto. Mercosur, una plataforma para la industria y tecnología israelí.
Guatemala y Honduras. Son dos de los nueve países que en 2017 –los únicos en Latam– se opusieron a la resolución de la ONU que condenaba la decisión de EEUU de reconocer a Jerusalén como capital de Israel. Guatemala trasladó su embajada de Tel Aviv a Jerusalén en 2018. Israel ha donado a Guatemala vacunas, equipo de protección de personal, respiradores a hospitales, así como productos para la recuperación agrícola.
En octubre la Liga de Amistad Parlamentaria Guatemala-Israel, apoyó la iniciativa «Economía a Cambio de Seguridad» entre Israel y Gaza, presentada por el ministro de exteriores, Yair Lapid. Primer y único apoyo en Latam a la iniciativa.
El expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, viajó a Jerusalén para la inauguración de la Embajada. Se reunió con empresarios, académicos, líderes religiosos y autoridades sanitarias. Con el premier Naftalí Bennett firmó memorandos en agricultura, educación, innovación y salud acordando profundizar la cooperación en alta tecnología y cibernética.
En Centroamérica y Latam en general, Israel ocupa un lugar privilegiado en el imaginario evangélico; muchas corrientes sienten devoción por el Estado de Israel.
El Salvador y Colombia. Se inicia una nueva era en las relaciones con El Salvador. Durante año y medio Israel no había tenido embajador en este país amigo, cuyo cónsul en Ginebra salvó en su día la vida de miles de judíos otorgando documentos oficiales salvadoreños en una Europa ocupada por los nazis.
En Mashav –programa de educación de la cancillería israelí para entrenar a extranjeros en medicina, agricultura y tecnología– Colombia es el país latinoamericano con más alumnos.
Nicaragua, polo opuesto. En el acto de asunción de Daniel Ortega, estuvo presente el vicepresidente de Asuntos Económicos de la República Islámica de Irán, Mohsen Rezai, acusado de ser partícipe intelectual del atentado contra el centro de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).
Jonathan Peled, Director de la Cancillería de Israel para Latinoamérica, repudió el hecho, calificando la presencia de Rezai como «afrenta a las víctimas del atentado y a las normas del derecho internacional».
Fisgón histórico. El voto latinoamericano fue fundamental en la Resolución 181 en 1947 para el establecimiento de Israel. Guatemala fue el segundo país del mundo en reconocerlo oficialmente en 1948.
Los dos casos más graves de ataques contra objetivos israelíes: en 1992 un ataque suicida contra la embajada en Buenos Aires mató a 29 personas y en 1994, el atentado contra la AMIA causó 85 víctimas mortales. Hezbolá e Irán, implicados en ambos.
Startup Nation. Las nuevas empresas israelíes recaudaron un récord de $25.600M, 150% más que en 2020. Más de 30 empresas convertidas en «unicornios» (startups con valoración de más de $1.000M).
Israel es referencia mundial en tecnología y áreas como agricultura, agua y alimentación, ciberseguridad, inteligencia artificial y medicina. Cuenta con el segundo mayor número de empresas emergentes en el mundo tras EEUU. Y el tercero de empresas que cotizan en el NASDAQ.
La «Experiencia IN en Israel», creada por Conexión Israel y el Instituto Cinman, permite a personas de Latinoamérica y España conocer las empresas, instituciones y figuras clave en el éxito del ecosistema innovador israelí. El programa de marzo próximo incluye visitas a startups, instituciones públicas, empresas, espacios de networking, un encuentro con la Autoridad de Innovación de Israel, etc.
Diáspora. Tras alcanzar en los 60 un pico de 500K, la población judía en Latam hoy se estima en algo más de 300K. La más importante, la de Argentina, casi 200K (seguida de Brasil, México y Colombia). A su vez viven en Israel más de 120K latinoamericanos. Según números de la Agencia Judía para Israel (Sojnut), organización designada para supervisar y aprobar el proceso migratorio (Aliá), en 2021, 924 argentinos emigraron a Israel (561 en 2020).
Revista de prensa
HEMISFERIO
FT: Líderes latinoamericanos buscan premios durante JJOO de invierno de Pekín | «Fernández de Argentina y Lasso de Ecuador están en China buscando apoyos para prioridades económicas nacionales, prueba de la creciente influencia de Pekín en la región»
NORTEAMÉRICA
Bloomberg: México hace lobby a empresas estadounidenses para elijan México en vez de China | «Queremos coordinar con EEUU; con grupos empresariales y con el Gobierno, debemos de hacer roadshows en EEUU para concienciar al público de que las ventajas que propiciaron que la manufactura se moviera a China ya no son lo mismo. Los salarios son superiores y los costes de flete se han cuadruplicado»
GRAN CARIBE
EFE: El Senado de Haití pide al primer ministro que entregue el poder este lunes | «El Senado de Haití instó este viernes al primer ministro, Ariel Henry, a entregar el poder a la Cámara alta el próximo lunes 7 de febrero, fecha en la que habría finalizado el mandato del presidente Jovenel Moïse, asesinado en julio de 2021»
ANDES
EFE: El presidente de Perú anuncia nueva recomposición de su gabinete de ministros | «Pedro Castillo, anunció este viernes que recompondrá su gabinete de ministros, tan solo tres días después de tomar juramento al que preside el congresista Héctor Valer, cuyo nombramiento generó una andanada de críticas por las denuncias que este tiene por violencia familiar»
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1113 palabras. 6 minutos de lectura.
Es noticia. Entre tanta convulsión política en Latam, la ortodoxia económica puede tomarse un respiro. La Alianza del Pacífico (AP) celebró esta semana su XVI Cumbre Presidencial con éxito. El bloque se ensanchará con la entrada de Ecuador como miembro pleno, y se proyectará hacia Asia a través de Singapur, primer Estado Asociado.
A la vez, el solapamiento de la AP con la OCDE es cada vez mayor. Perú inició esta semana su proceso de adhesión a la OCDE –junto a Brasil y Argentina, del Mercosur–. Tanto la AP como la OCDE orientan las políticas públicas y fijan estándares en cuanto a gobernanza económica.
«A la AP, organismo internacional del neoliberalismo en América Latina, que se constituyó desde 2011 con México, Chile, Perú y Colombia, ya solo le queda un gobierno de derecha», comentó desde México un vocero en la órbita de Morena.
No miente: diversos gobiernos latinoamericanos aspiran afianzarse en la AP y OCDE con independencia de su signo político. Preferencias reveladas, diría un economista. «Todo el que en política y en historia se rija por lo que se dice, errará lamentablemente», dijo Ortega.
Vive la AP, entre momias de la integración regional. Gobiernos presuntamente populistas y de izquierda como el mexicano y el peruano están comprometidos con la AP. También Gabriel Boric, quien asumirá la presidencia chilena en marzo, ha dejado entrever que la AP es política de Estado. ¿Hijo de Bachelet o nieto de Allende?, se preguntaba un articulista recientemente. Parece ser que lo primero, como señala la elección del banquero central Mario Marcel para la cartera de hacienda. Huele a Concertación.
En cuanto a Ecuador, Lasso cumplirá su objetivo de integrarse en la AP, completando la continuidad territorial del bloque en Sudamérica. «230M de consumidores / 43% PIB LATAM / Octava economía del mundo / 50M de turistas potenciales / Integración Bolsas Valores / Promoción internacional conjunta negocios y turismo / Ventanillas únicas de inversión / Innovación y visión de futuro / Acceso al Asia», se congratulaba su ministro de producción.
El lugar elegido para la cumbre está cargado de importancia simbólica y estratégica: Buenaventura es el principal puerto de la bioceánica Colombia, abierto al Pácifico.
El siglo del Pacífico. La incorporación de la República de Singapur como Estado Asociado cobra importancia en cuanto a que el siglo XXI se juega en el océano Pacífico, y ya no en el Atlántico.
Singapur se posiciona como un puente hacia y desde Asia-Pacífico. Por la ciudad-estado, a orillas del crucial estrecho de Malaca, transita hasta un 40% del comercio mundial. Si bien el intercambio comercial entre los cuatro países de la AP y Singapur fue de apenas $6.100M en 2019, último año con cifras consolidadas, el intercambio habrá de incrementarse con arreglo al Tratado de Libre Comercio firmado durante la Cumbre.
Por otro lado, los dos brazos inversores estatales de Singapur están presentes en Latam hace décadas. El fondo GIC, antes conocido como Government of Singapore Investment Corporation, es un fondo soberano que gestiona $360.000M en activos. Se define como «global connector, particularly to Asia». Tiene el 3% de sus posiciones en Latam. El otro es Temasek, con $283.000M gestionados y el 20% de su cartera en América. Ambos cuentan con oficinas en Brasil.
El fisgón histórico. Singapur también es relevante como modelo de desarrollo. En unas generaciones, ha pasado de ser un pedacito de tierra con tensiones étnicas de puertas para dentro, y rodeado de vecinos hostiles puertas para afuera, a gozar de una renta per cápita de $60K. Hablar de desarrollo en Singapur es hablar de su principal hombre de estado, Lee Kuan Yew (1923-2015) –un raro caso de un dictador benévolo, dirán algunos–.
En sus memorias From Third World to First, relata como primero llegaron los emprendedores taiwaneses y hongkoneses en los 60, quienes se dedicaron a las manufacturas textiles y jugueteras, intensivas en factor trabajo pero bajas en tecnología. Para colmo, los vecinos de Singapur querían cortar vínculos. Entonces, Lee se inspiró en Israel; su entorno era aún más hostil, pero Israel había conseguido puentear a sus vecinos y enlazarse con Europa y América. Por tanto, Lee se lanzó a atraer manufactureros americanos, europeos y japoneses a producir en Singapur, para después exportar sus productos a los países desarrollados, donde promovía la retirada de aranceles.
A diferencia de los emprendedores taiwaneses y hongkoneses, las multinacionales estadounidenses traían tecnología más alta aplicada a operaciones de gran escala, además de los puestos de trabajo. Creían que su gobierno permanecería en el sudeste asiástico y que por tanto sus negocios estaban a salvo de confiscación o pérdida de guerra.
Por aquel entonces, las ideas convencionales entre los economistas desarrollistas, así como líderes del tercer mundo, era que las multinacionales no eran más que explotadoras de tierra, trabajo y materias primas baratas. Los teóricos de la dependencia no veían más que la perpetuación de patrones coloniales «but Keng Swee [exviceprimer ministro] and I were not impressed. Teníamos un problema de la vida real que resolver y no podíamos permitirnos ser conscriptos por ninguna teoría o dogma. De todos modos, Singapur no tenía recursos naturales que explotar. Todo lo que tenía era gente trabajadora, buena infraestructura básica y un gobierno determinado a ser honesto y competente. Nuestra obligación era darle a 2M de singapurenses una manera de ganarse la vida. Si las multinacionales podían proveer a nuestros trabajadores empleo y enseñarles skills técnicos y de ingeniería y de gestión, deberíamos acoger a las multinacionales».
Hoy más del 85% de la tierra en Singapur es propiedad estatal, y el 81% de la población ocupa viviendas públicas, pero a la vez el capital extranjero es sacrosanto; es solo uno de los contrastes dentro de este pragmático microestado de 5,5M de habitantes.
Aspirar a la OCDE. Un académico argentino toma la huella de la OCDE en Latam perfectamente: «Argentina fue invitada a iniciar proceso de acceso a la OCDE. Ni antioccidental ni antimercado. La carta de intención de Macri la continuó este gobierno. Será complejo lidiar con la OCDE porque estandariza y orienta políticas públicas. El proceso durará años. Es la primera vez en la historia que Argentina inicia proceso de acceso a la OCDE. Menem había presentado carta de intención en 1996 y no prosperó. El pedido de acceso del gobierno de Macri en 2016 se mantuvo por el actual gobierno. México, Costa Rica, Colombia y Chile son países miembros de la OCDE. Brasil y Perú también inician proceso de acceso hoy. La carta de Brasil es de 2017 y la de Perú de 2012. Los procesos de acceso de los países latinoamericanos duraron entre 7 y 10 años. El último en acceder fue Costa Rica en 2020, tras un proceso de 10 años».
SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
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Es noticia. En 2021 el volumen mundial de fusiones y adquisiciones (M&A, por sus siglas en inglés) sobrepasó los $5B por primera vez. Fue una consecuencia más del frenesí bursátil de la pandemia, que ha dotado a las economías desarrolladas de altas tasas de ahorro y bajas tasas de interés. Por ahora, los banqueros disfrutan —con cierta cautela, debemos admitir— de sus bonus, mientras que los inversores, que no siempre salen ganando con estas maniobras, esperan haber obrado bien.
La banca de inversión, cuyo principal ingreso son las comisiones por gestionar operaciones de M&A, gozó de un annus mirabilis: a pesar de cierto malestar y nerviosismo de parte de los banqueros, Goldman Sachs rompió su récord histórico en el tercer trimestre del año pasado, y todo JPMorgan se habrá llevado $45.000M.
Parecida ha sido la historia en Latinoamérica, donde el número de fusiones y adquisiciones —3.633— subió un 40,61% en comparación a 2020, mientras que el monto de las mismas —$166.781M— representó un incremento del 111,66%; el capital riesgo registró cifras similares. Fue, en definitiva, un año de más transacciones en general y de transacciones más grandes en particular.
El balance. Con sus 2.560 transacciones, Brasil, primera economía latinoamericana, supera con creces a los demás países de la región; México y Chile, con 394 y 349 transacciones, respectivamente, lo acompañan en el podio. Colombia, Perú y Argentina también han disfrutado de buenos ciclos, de ahí el énfasis de JPMorgan en su hub de Buenos Aires, donde estarán 450 de los 500 empleados que prevé agregar a su plantilla regional.
Pero no hay por qué pensar que la gran remontada se limita a las grandes economías: con el propósito de hacerse con la totalidad de las acciones de la telefónica Tigo Guatemala, la luxemburguesa Millicom (Tigo) pagó $2.200M por el 45% restante. Millicom, agregamos de paso, es una entidad curiosa: si bien su sede está en Luxemburgo y su capital fundador fue mayoritariamente sueco, su mercado principal es Latinoamérica y su director ejecutivo es colombiano.
También causan furor las tecnológicas latinoamericanas: las más notorias han debutado en Nueva York y, lo que es más, han sido mencionadas en El Americanista, pero otras tantas han sido adquiridas o se han fusionado con colosos preexistentes. Según el reporte anual de Transactional Track Record, el sector tecnológico es el más pujante: en efecto, en Brasil, Argentina, Colombia y Perú fue el sector con más operaciones, desterrando incluso al sector financiero.
Influjos e inflación. Ante semejante desempeño, ¿por qué la banca no se duerme en los laureles? Lo cierto es que el año nuevo trae vistas traslúcidas e inciertas. Permanecen interrumpidas las cadenas de suministros, esta vez sin el exigente resorte de la reapertura. Y, en lo atinente a Latinoamérica, causan dolores de cabeza la inflación y los quebrantos políticos ocasionados por la ola antiincumbente a la que antes nos hemos referido.
La inflación, sin embargo, puede estimular las transacciones de M&A. Es lo que se está viendo en Brasil, de cuyo tétrico panorama económico ya hemos hablado. Ante la recesión, la altísima inflación y unos tipos de interés que se han quintuplicado en menos de un año, las compañías más jóvenes y débiles se muestran vulnerables a agresivas ofertas de pública adquisición, aunque quizá no al estilo de los 80. Además, los elevados intereses eliminan el financiamiento como opción, y la volatilidad del índice Bovespa —aunque de igual forma podríamos referirnos a los mercados yanquis— agiganta los riesgos de salir a bolsa.
Más discutible resulta la cuestión política. En Chile se han calmado las aguas: entre Boric y los inversores ha surgido una suerte de resignación cordial, y el presidente electo, procurando evidenciar su reciente moderación, ha designado a Mario Marcel, presidente del Banco Central, como su futuro ministro de Hacienda. En Brasil, sin embargo, apenas comienza la ansiedad preelectoral, pero lo cierto es que tanto Lula como Bolsonaro son, a su manera, candidatos pro-business.
En todo caso, el capital yanqui se muestra impertérrito. Los estadounidenses se mantienen como los principales compradores en las grandes economías latinoamericanas, invirtiendo $17.024M, $4.895M y $4.785M en activos brasileños, mexicanos y chilenos, respectivamente. Se inmiscuyen los canadienses y los europeos, liderados por España y Reino Unido, pero lo más interesante es la penetración del cauteloso capital asiático. Limitándonos al mercado de M&A brasileño, las firmas chinas invirtieron $906M; las japonesas, $1.827M, y las singapurenses, $4.313M.
Patria Grande. Habida cuenta de los influjos de capitales extranjeros, nos place confirmar que el mercado interno de la región ha madurado. Se concluye un número sorprendente de operaciones intrarregionales, y las multilatinas invierten en Europa y Norteamérica. El fenómeno lleva algún tiempo fraguándose, y el Real Instituto Elcano lo ha analizado, centrándose en la Península.
De tal forma, los argentinos invierten $2.291M en Brasil y $656M en México, mientras que los brasileños invirtieron $2.557M en Chile, $505M en Países Bajos y $448.03M en Australia. Los mexicanos, procurando diversificarse y evitar el «riesgo político», se decantan por EEUU y España, donde compran $2.223M y $967M, respectivamente. Los chilenos, en tanto, muestran una marcada preferencia por las operaciones de M&A en España, donde invirtieron $832M, pero en 2021 acumularon posiciones en torno a los $500M en Perú, Colombia y Brasil.
Más allá de las cifras generales, se prevé un 2022 repleto de transacciones rimbombantes. La más esperada es la ya aprobada fusión de Televisa y Univisión, que pretenden forjar un cíclope que domine los medios de habla hispana del hemisferio. La startup argentina Ualá, que cuenta con el respaldo de la japonesa SoftBank y la china Tencent, hace lo propio, adentrándose en el mercado colombiano y adquiriendo un banco mexicano para apoderarse de su licencia bancaria.
JORGE LUIS DE LEÓN KOSTKO | MADRID
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Ante el conflicto en Ucrania, conviene repasar la política exterior rusa, desde su lógica más fundamental, hasta sus ramificaciones en el hemisferio que nos ocupa en El Americanista.
En perspectiva. La política exterior rusa tiene poco o nada que ver con la afinidad ideológica o con la forma de gobierno de sus aliados. Esto es fácil perderlo de vista; ya sea por la fuerza de la narrativa neocón; la división del mundo entre izquierda y derecha; o la división entre democracias liberales y regímenes autoritarios.
La estrategia rusa difiere de la china –más comercial– y de la estadounidense –que promueve o impone su modelo político y económico–. A Moscú le interesa, llanamente, agrupar mercados y aliados para constituirse como un rival de Washington. Y lo está logrando.
Formalmente, Rusia respeta los asuntos internos de cada país, lo que se traduce en la posibilidad de aliarse con cualquier clase de políticos, desde Bolsonaro, hasta Al-Assad y Ortega y Maduro (informalmente, medra según sus intereses, como toda potencia).
De esta manera Putin se ha convertido en el padrino de todos aquellos jefes ejecutivos aislados de la comunidad internacional mainstream por ser extremos.
La multipolaridad ha sido central en el discurso diplomático ruso desde hace tiempo: a medida que se consolida el bloque de Eurasia, un creciente debilitamiento de EEUU supone la oportunidad perfecta para constituir otros polos civilizacionales bajo el amparo —y la vigilancia constante— del Kremlin.
Bolsonaro, rumbo al Kremlin. Brasil constituye una ocasión quizás atípica para la presencia rusa en América Latina, ya que la costumbre eslava ha sido de alinearse con líderes de izquierda en el continente. Pero no es atípico visto desde una perspectiva global, tomando en cuenta el objetivo predominante de la multipolaridad. Rusia no se ha alineado con la izquierda latinoamericana, sino contra el hegemón y contra «Occidente» y su manera de hacer las cosas. De este modo, en otras latitudes, Moscú se ha acercado a Irán, Siria y Hungría.
Desde hace un tiempo, Putin ha elogiado ampliamente a Bolsonaro y le ha invitado a visitarlo a Moscú, un viaje que se ha confirmado esta semana para los días 14-17 de febrero. Bolsonaro pareciera abocado a los brazos del Kremlin, ante el odio que le profesa «Occidente».
En seno del bloque de los BRICS –Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica– los dos mandatarios ya han sostenido conversaciones y, aunque son relevantes las grandes inversiones rusas en el país sudamericano, lo que realmente llama la atención es la capacidad rusa para jugar «entre dos aguas» y su capacidad para proyectarse como potencia líder de los países «excluidos».
Rusia en Venezuela. Venezuela constituye el centro operativo desde donde emana la actividad rusa hacia el resto del continente. Las relaciones entre Moscú y Caracas se acentuaron con Chávez y se han intensificado con Maduro. La presencia militar rusa en Venezuela no es simplemente una realidad reconocida por la comunidad internacional, sino que también existen declaraciones recientes de chavistas disidentes que afirman que la presencia es aún mayor que la que se conoce.
En los desfiles militares venezolanos marchan tropas rusas y los acuerdos de compra armamentística son el pan de cada día: esto viene ocurriendo desde hace tiempo.
Puede resultar curioso cómo se han afianzado relaciones de otra índole: cada vez se ven más turistas rusos en las playas del Caribe venezolano, algunos han aparecido habitando en barrios marginales de las principales ciudades del país, otros han abierto pequeñas y medianas empresas y suena música rusa en conciertos estatales.
No es de extrañarse que los rusos se sientan particularmente cómodos con el capitalismo abstracto y oligárquico del nuevo chavismo. En este sentido, los rusos no han dejado de ignorar la posibilidad, ya prevista, de una paulatina privatización del sistema petrolero venezolano: quieren estar ahí cuando esto pase. Eso es lo legal.
Por otro lado, los intereses comerciales más turbios de Rusia en el país sudamericano, que nadie sabe muy bien cómo operan, se enfocan en el Arco Minero del Orinoco, una zona de delicada seguridad donde confluyen múltiples actores armados, como delincuentes comunes y guerrillas colombianas, pero donde a la vez se encuentran, en el subsuelo, cientos de miles de toneladas de diamantes, oro y coltán. Los rusos están mirando hacia el futuro: su presencia en Venezuela no sólo significa presencia militar cerca de EEUU, sino también recursos naturales a más no poder y un acceso directo al agua del Amazonas.
Rusia en Cuba. Es la más antigua amistad regional de Rusia, heredada de la Unión Soviética. Son bien conocidas la Crisis de los misiles y la visita de Fidel a Moscú hace casi sesenta años. Aunque ha modulado su intensidad a través del tiempo, es una realidad: los rusos están a poco más de 140km de la Florida.
Más allá de la cansina retórica con la que se inunda todo informativo sobre el asunto, la prensa cubana viene reportando desde hace meses la constante llegada de ayuda humanitaria rusa a la isla, cientos de millones de toneladas de insumos de toda índole.
Si bien el pie de fuerza ruso en Cuba se ha ido disipando, el foco de la cooperación, reiterada hace un par de días por los mandatarios de ambos países, es, por supuesto, la industria militar. A principios de diciembre del año pasado, la directiva del Servicio Federal para la Cooperación Técnico-Militar ruso anunció que, aunque Cuba posee «suficientes armas», es necesario «elevar el nivel de su competencia, brindar capacitación y transferir las tecnologías que tenemos».
Más allá de una tenue cooperación a nivel comercial y turístico a nivel privado, la relación no parece trascender de lo netamente geopolítico.
En Nicaragua. La presencia rusa se articula de una manera interesante. Aparte de los típicos acuerdos de cooperación militar, los eslavos operan —de paso muy cerca a la Embajada de EEUU— un satélite calificado «de espionaje» por el Pentágono, similar a otro que poseen en Argentina. Por otro lado, hace un par de meses una delegación nicaragüense integrada por los hijos de Ortega firmó en Moscú un acuerdo de cooperación bilateral en materia energético-nuclear.
Revista de prensa
NORTEAMÉRICA
LPO: El asesinato de una periodista que pidió ayuda a López Obrador sacude a México | «Lourdes Maldonado tenía un conflicto con el ex gobernador oficialista, Jaime Bonilla, y había pedido ayuda a AMLO en una conferencia de prensa por presiones y amenazas de muerte»
GRAN CARIBE
AP: Xiomara Castro asume en Honduras | «Castro, quien ganó la Presidencia con un amplio margen de votos el 28 de noviembre, juramentó en medio la incertidumbre política luego de una crisis en el nuevo Congreso Nacional desatada en torno a quién presidirá ese órgano»
CONO SUR
elEconomista: Argentina llega a un acuerdo con el FMI para reestructurar su deuda a cambio de frenar su déficit e inflación | «Según explicó el ministro de Economía, Martín Guzmán, el acuerdo supone que el Gobierno se compromete a equilibrar sus gastos presupuestarios para 2025: pasará de un déficit del 2,5% este año a uno del 0% para entonces. El objetivo de este punto es frenar la emisión monetaria, ya que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) financia el déficit del Gobierno con la impresión de nuevos pesos. Este círculo vicioso ha provocado una inflación disparada, que ha superado el 50% anual en dos de los últimos cuatro años, lo que está detrás de los grades desequilibrios macroeconómicos que sufre el país, como la fuga de capitales, el mercado negro de cambios o la devaluación permanente del peso»
El País: La generación de la protesta chilena entra en La Moneda por la puerta grande | «Gabriel Boric llega a la sede del Gobierno arropado por quienes lideraron, junto a él, las protestas universitarias de 2011»
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22 de enero de 2022
SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
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Es noticia. Esta semana empezó en Madrid la Feria Internacional de Turismo (Fitur), evento culmen de la industria turística latinoamericana. Buscando enfatizar el retorno a la normalidad, se ha apostado por la vieja estética Deloitte-Zarzuela: la apertura ha contado con la presencia de los Reyes, así como de representantes de 107 países y 6.933 empresas. Debemos destacar, con evidente sesgo, la asistencia de 17 países latinoamericanos —seis más que en la telemática edición 2021— y de EEUU.
Recuperada la presencialidad, elemento sine qua non para un evento que depende de sus pabellones y espectadores —además de reuniones privadas entre gobiernos e inversores—, los partícipes lucen optimistas. Bien saben que la recuperación total no llegará hasta 2023, pero presagian un 2022 exitoso, sobre todo cuando se disipen los temores a causa de la variante ómicron.
Es posible que pequen de ingenuos: la Organización Mundial del Turismo (OMT), también asentada en Madrid, ve poco halagüeñas las cifras de 2021, posponiendo hasta 2024 el total restablecimiento del sector. En cuanto a volumen de turistas, la Europa mediterránea sólo ha recuperado un 54%; Centroamérica, 56%, y el Caribe, 37%. Podría decirse, eso sí, que los turistas pospandemia son de mejor calidad: son más largas y costosas sus estancias.
Lo tiene todo. La excepción es República Dominicana, socio invitado de esta edición de Fitur. Al presidente Abinader, anteriormente empresario hotelero, le satisfará el protagonismo, pero este no será el único galardón: llegó a Barajas el lunes y anticipa reunirse con el Rey, Pedro Sánchez y José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid; ser agasajado por la diáspora dominicana, y cenar en el Wanda Metropolitano, cortesía del Atlético de Madrid y la OMT.
Lejos del fatalismo de la OMT —y del optimismo infundado del resto de Fitur—, República Dominicana se ha recuperado casi por completo, si bien pudiera tambalearse por la variante ómicron. En 2021 arribaron 4,97M de turistas, es decir, un 77,05% de los 6,44M de 2019; pero el país se repuso en el último trimestre, recibiendo 728K de turistas en diciembre, la cifra más alta jamás registrada.
La nueva consigna de Santo Domingo es recuperar el turismo europeo, para el cual tiene en Madrid su hub perfecto, de ahí la insistencia de Jacqueline Mora, viceministra de Turismo, en que «las relaciones con España son obligatorias». En efecto, ambos países han concluído un acuerdo de transportes aéreos cuyo propósito es amparar los vuelos entre República Dominicana y terceros países, utilizando la Península como enlace.
El Gobierno dominicano pretende acrecentar la ocupación hotelera, pasando del 60% actual al 80%, y diversificar su oferta turística, alejándose del modelo todo incluido. Apelando a un turista más joven y urbano, el Estado está «revitalizando» la Ciudad Colonial de Santo Domingo, mientras que en Miches (costa atlántica) busca desarrollar el ecoturismo. En Fitur ha declarado que ofrecerá $250M en préstamos a inversores.
La clave. No es secreto que el país pasa por un buen momento, al menos en términos relativos. Dejando a un lado nuestro enfoque turístico, la economía creció más de un 10% en 2021 y se benefició de un influjo de $10.403M en remesas; el Presupuesto General del Estado incluso se quedó corto en su proyección de ingresos, de manera que el déficit pudo reducirse al 2,7% del PIB, a pesar de haber destinado el 4% del PIB a estímulos por la pandemia.
Existe un amplio consenso proturismo. Como señalaba a El País el ministro David Collado, el turismo, lejos de ser un «lujo», es la «principal lanza» de la economía dominicana. En 2019, por ejemplo, las divisas turísticas ascendieron a $7,47M (8,4% del PIB); en 2021 prometen al menos $5.000M. Salvo un renacimiento de las manufacturas, el turismo es simplemente imprescindible para la República; a esto se debe su empeño, incluso a mediados del año pasado, en abrir las fronteras.
El turismo es de los principales beneficiarios de la estabilidad del país. Se trata, en fin, de una economía plenamente predecible: el peso está en perenne, pero controlada, caída frente al dólar, y el Banco Central actúa cuando la devaluación se excede.
El país es gobernado, sin importar el partido, por unos mandos completamente desideologizados. En 2020 tomó las riendas del Estado el PRM, suplantando al PLD, que había gobernado los 16 años anteriores. Fueron unas elecciones marcadas por el desgaste del oficialismo, envuelto en un sinnúmero de escándalos de corrupción, pero el trasfondo ideológico resultó idéntico: corruptos o no, según el parecer, son todos desarrollistas pragmáticos.
Marca España. Al inmiscuirse en el turismo dominicano, resulta interesante comprender el papel del capital español. Podría esperarse, tanto por proximidad geográfica como por compenetración económica, que preponderase el capital yanqui, como de hecho lo hace cuando contabilizamos toda la inversión extranjera directa, llevándose México la plata y España el bronce.
No es así en el turismo: los estadounidenses ocupan el primer lugar en cuanto a turistas se refiere (los españoles el séptimo), pero la inversión hotelera española representa un 70% de la industria. El capital peninsular se estructura bajo Inverotel, un consorcio de 16 familias hoteleras, entre ellas Meliá, Iberostar y Riu.
El predominio de los hoteleros españoles en el Gran Caribe es innegable, pues los mexicanos, deseosos de conservar su boom pospandemia, también se reúnen con ellos. En República Dominicana, considerada por Inverotel como su mercado de mayor crecimiento, la relación es plenamente simbiótica: en octubre las 16 cadenas se comprometieron a invertir $500M al cabo de tres años.
Impera el optimismo en la primada de América, que haría bien en recordar los versos del español Francisco Villaespesa, amante-viajero del país. «¡Ten confianza! / Con este Signo todo se alcanza, / porque es el signo de Redención. / Solar de veinte pueblos hermanos vela tus fuerzas, y aunque los grillos / sierren los huesos de tus tobillos / y entre cadenas sangren tus manos, / ni en los sudores de tu agonía / doblegues nunca tu frente: / pon el pasado sobre el presente / y en tu futuro de luz confía». Se cumplen 100 años de la publicación de su poemario Isla cruxificada.
JULIO A. FRANJUL MEJÍA | SANTO DOMINGO
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Salta a la vista de cualquier observador que ponga sus ojos por primera vez en la vida política de la República Dominicana la aparente inexistencia de antagonismos ideológicos de los partidos en pugna por el poder. Fuera de actores políticos individuales, y varios partidos minoritarios con escasa o ninguna representación, los grandes partidos de la actualidad mantienen una similitud e igualdad en cuestiones políticas, económicas y sociales.
El fisgón histórico. No siempre fue así. A partir de los años 60, con la muerte del dictador Rafael Leónidas Trujillo, y con la 2ª intervención estadounidense en 1965, surgieron una serie de partidos políticos que representaban distintas corrientes ideológicas que encontraban asidero en ciertos sectores de la población.
En primer lugar, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), de corriente liberal-democrática, fundado por Juan Bosch. Bosch fue una figura de primer orden, ocupando la silla presidencial en 1963, y dejando una ingente obra literaria y política.
Después surge el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) con la salida de Bosch del PRD. En sus inicios este partido tuvo un alto componente caudillista en torno a la figura de Bosch, quien dotó al mismo de una ideología fundada en sus escritos.
Por último, el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), fundado por Joaquín Balaguer, representante del ala «conservadora». A Balaguer, el «zorro de Navarrete», se le ha catalogado de enigmático. Fue presidente títere de Trujillo, desarrolló una obra poética y literaria de suma importancia para RD, y su accionar político determinó la vida nacional desde los años 60 hasta finales de los 90, habiendo ocupado la silla presidencial en cuatro ocasiones.
Durante la segunda mitad del siglo pasado, pugnaron demócratas, liberales, y marxistas –y todos ellos en contra del trujillismo y balaguerismo–. Como detallaremos más adelante, tales antagonismos desaparecieron al cierre del siglo con la alianza del PRSC y el PLD en las elecciones de 1996, y la rápida caída del primero.
Una izquierda inoperante. Podría decirse que si la consigna de los yanquis para América Latina en el albor de la Guerra Fría fue «no más Cubas», la izquierda dominicana facilitó el asunto. Juan Isidro Jimenes Grullón, intelectual dominicano de tendencia marxista-leninista, que tuvo una relevancia en la vida política durante Trujillo y postrujillo, pudo avizorar una serie de tendencias dentro de la izquierda dominicana que configuraban su accionar político, y que son claves para entender la desaparición de la izquierda marxista como fuerza política, así como la liquidación de los antagonismos de final de los 90.
Lo primero a lo que hacía alusión era la indigencia teórica de estos movimientos (que él catalogaba de «falsa izquierda»). Es decir, la falta de preparación doctrinal en los ideales a los cuales decían representar.
Producto de esta indigencia teórica, la falsa izquierda padecía de otros males que impedían su edificación como una fuerza política capaz de hacerse con el poder y mantenerlo. Entre estos se encontraban el aventurerismo, tendencia caracterizada por el emprendimiento de hazañas guerrilleras y terroristas que terminaban con el fusilamiento de sus dirigentes; el oportunismo, actitud política consistente en hacer de la coyuntura el eje y la finalidad del partido; o el seguidismo, que no es más que extrapolar de golpe y porrazo cualquier cuerpo doctrinario o ideológico extranjero (el estalinismo o el maoísmo).
Por otro lado, las bases estudiantiles y pequeñoburguesas de estos partidos acentuaban la tendencia de los mismos de coquetear con el poder estatal, más que de construir cualquier proyecto para el proletariado. La preeminencia de la clase media como actor político fue fundamental para que los movimientos más importantes propugnaran por la democracia representativa más que la «dictadura del proletariado».
Ocaso de un gigante y auge del PLD. Las victorias obtenidas en el año 78 y el año 82 por parte del PRD advirtieron a Balaguer de que sus tácticas tenían que someterse a un cambio dentro del electoralismo local.
Así, en el año de 1994, tras una crisis electoral, Balaguer arriba a un acuerdo político con su contrincante más importante, José Francisco Peña Gómez, candidato del PRD, en el cual se establecen las bases y las reglas de las próximas elecciones a celebrarse. Peña Gómez, quien se destacó dentro de la Internacional Socialista, había atraído a las masas al PRD con sus grandes dotes de orador.
Dichas elecciones se celebraron en el 1996. Balaguer, al verse vencido en primera vuelta por Peña Gómez con un 46% de los sufragios, concertó una alianza con el PLD y su candidato, Leonel Fernández, dándole el apoyo a este y propiciando su victoria. El PRSC caería como fuerza política de primera categoría, y no volvería a renacer y a renovarse como partido.
El PRD fue partido de gobierno durante el período 2000-2004. Tras esto, el PLD volvió a gobernar entre 2004-2020. Hasta 2020, PLD y PRD se disputaron el poder manteniendo líneas programáticas iguales.
Nuevo milenio y actualidad política. Los partidos ya no competían en base a antagonismos de carácter ideológico o doctrinario; los cuadros directivos de los distintos partidos no hacían gala de la pureza de sus ideales ni de la bajeza de los contrarios; las corrientes guerrilleras, de corte marxista, sea bajo influencia maoísta o guevarista fueron totalmente liquidadas, solamente quedaron como simbología romántica.
En el presente no se perfila ningún futuro con partidos disímiles en cuanto a posiciones doctrinales o ideológicas. El ya mencionado PLD, más el oficialista Partido Revolucionario Moderno (PRM) y Fuerza del Pueblo (FP) se mantienen como los actores principales del sistema, siendo los partidos minoritarios o personas individuales quienes sostienen posiciones radicales o polarizadas entre sí.
En el año 2014 tuvo lugar una escisión en el seno del PRD, producto de la cual una parte importante del partido forma el PRM. En 2020, el PRM llega al gobierno de la mano del presidente Luis Abinader.
En el año 2019, Leonel Fernández abandona el PLD, producto de elecciones primarias en el seno del partido, resultando en la creación de FP.
¿Desideologización=estabilidad política? Todo lo anteriormente expuesto conecta con la afamada estabilidad política de RD. La carencia de antagonismos ideológicos en las altas esferas de los partidos ha librado al país de los padecimientos de las tempestivas y cruentas batallas electorales que ocurren en otros países de la región. Este clima político, tan propicio para la inversión extranjera, es uno de los argumentos que ha llevado la misión dominicana a Fitur 2022.
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Cuba y Venezuela. A nuestro pesar, abrimos dedicando preciosos kilobytes a una aclaración. Y es que, quien se guíe por los titulares aparecidos en la prensa estas semanas, se imaginará a las puertas de una nueva crisis de los misiles de Cuba. «Rusia amenaza con un despliegue militar en Cuba y Venezuela», tituló el diario mexicano La Jornada. «Rusia amenaza a EEUU con desplegar tropas en Venezuela y Cuba» tituló el ABC de España.
¿Cuál es el origen remoto de esta desinformación? Una respuesta del viceministro de exteriores ruso Serguéi Riabkov a una periodista en una entrevista televisiva lejos de los canales oficiales. La pregunta es «¿Se contempla la posibilidad del despliegue de infraestructura militar rusa más allá de Europa, como en Venezuela o Cuba?». La respuesta de Riabkov: «Yo no quiero confirmar nada pero tampoco puedo descartarlo».
Rusia ya cuenta con activos militares en Cuba y Venezuela, es un secreto a voces. Pero la pregunta es si, en base a las declaraciones de Riabkov, existe un aumento real de las probabilidades de un despliegue militar ruso de fuerzas convencionales en el hemisferio occidental. Negativo. Además, la cobertura mediática omite los incentivos de los propios gerifaltes de Maduro, celosos de su soberanía y de sus asuntos propios, que no necesariamente verían con buenos ojos la llegada de tropas rusas.
Latam petrolera. Las implicaciones más evidentes de la crisis se dan en el ámbito energético. Un shock de oferta petrolera rusa derivado de la situación en Ucrania aceleraría la remontada del precio del crudo.
Aún cuando Washington publicita su independencia energética –fue exportador neto de energía en 2019 y 2020– y advierte a sus aliados europeos contra la sobredependencia de Moscú, las refinerías estadounidenses están adquiriendo más petróleo ruso que nunca. A falta de una desescalada entre Washington y Moscú, EEUU estaría forzado a salir de compras a por recursos energéticos saudíes, kuwaitíes e iraquíes —pero también latinoamericanos—.
En términos económicos, la energía rusa y el venezolana son bienes sustitutivos, pero sobre el crudo caribeño recaen las sanciones de EEUU. Las necesidades petroleras yanquis podrían pesar en el debate sobre su levantamiento, pero ya no existe la interdependencia de antaño con Caracas.
En términos fiscales, el auge del petróleo beneficia a los gobiernos de países petroleros que elaboraron presupuestos conservadores en cuanto al precio/barril proyectado. Los beneficia con más margen fiscal para redistribuir hacia sus electorados. Aumentan sus opciones de supervivencia política. En principio sería el caso de México. Ahora bien, PEMEX está diezmada, la refinería de Dos Bocas va tarde –y un 40% por encima de presupuesto–, muchos inversores privados están en stand by, o a la defensiva por sus derechos económicos, o directamente en retirada por el clima de inversión (el plan de AMLO a medio plazo sería no exportar petróleo ni importar gasolina).
La panorámica es que Latam está en un momento petrolero, una tesis que hemos sostenido antes, después y durante la COP26 de Glasgow. Ecuador gana atractivo por sus recursos energéticos, pero requiere de inversión: los obstáculos de la política doméstica y la normativa ESG la frenan. Brasil subasta sus vastos campos y obtiene necesitados ingresos fiscales.
Kazajistán y México. Los grandes medios han hallado ecos –y clics– en Venezuela, Cuba y analogías con la Guerra Fría. Para nosotros resulta más interesante la simetría entre México y Kazajistán. Los kazajos comparten la frontera terrestre continua más extensa del planeta con Rusia. Moscú tiene intereses vitales en materia de seguridad y energía en el país. Recordemos que las protestas a principios de año contra el gobierno kazajo ocurrieron a las puertas de las negociaciones entre la OTAN y Rusia sobre Ucrania.
La percepción del Kremlin es que no fue un movimiento popular sino otra color revolution patrocinada por Washington: primero las ONG, luego las protestas masivas para derrocar al gobierno incumbente de signo desfavorable. Kazajistán habría sido objeto de un nuevo episodio de «guerra híbrida», semejante al que desembocó en el derrocamiento del gobierno prorruso de Ucrania en 2014. La intención de Washington habría sido comprometer recursos rusos a Kazajistán para mejorar su propia posición negociadora respecto a Ucrania.
Retomemos la simetría con México. Si la intención de Rusia fuera ganar bazas negociadoras, presionando a EEUU en «su» hemisferio, sería más interesante intentar desestabilizar México que en acumular tropas convencionales en Cuba y Venezuela. La vía indirecta de un ciberataque a México, por ejemplo, causaría daño real a EEUU y exoneraría de culpas directas a Rusia. Rusia también podría cebarse con los socios económicos clave de EEUU en Sudamérica: Brasil, Colombia y Ecuador. Pero la imbricación de EEUU con México es única: comparten frontera, cadenas de suministro e intereses empresariales, con nombres y apellidos.
La idea de influir indirectamente en EEUU a través de su bajo vientre no es descabellada. Si atendemos a la crisis de los opiáceos que asola el país: el fentanilo proviene de China, con parada en México, desde donde cruza la frontera. Puestos a buscar analogías históricas, estamos más cerca de las Guerras del Opio que de una nueva Crisis de los misiles de Cuba.
JUAN CARLOS LOZANO | MADRID
916 palabras. 5 minutos de lectura.
Con los fundamentales económicos dejando atrás la larga crisis financiera de 2008 y el efecto Covid, con los beneficios del sector ya en niveles prepandémicos (los bancos españoles cotizados en bolsa ganaron $22.800M en 2021, un 45% más que un año antes), con la expectativa de subidas de tipos, que darán más márgenes al negocio financiero, y con el maná de los fondos europeos, que dinamizarán la actividad económica, la gran banca española vuelve a fijar su punto de mira en Latam, una región con márgenes de beneficio muy sabrosos. Y en la región, México es un objetivo prioritario. Estratégico.
En el caso del BBVA para defender su posición de líder y por supuesto los grandes beneficios que le reporta el país, donde logra casi la mitad de sus beneficios, que en 2021 se estima que totalizaron $5.200M.
En el caso del Santander, para crecer en el país, fortalecerse y dar impulso a su megaproyecto de un eje Brasil-México-EEUU.
Es noticia. El estadounidense Citi anunció que sale del negocio de banca minorista en México, agrupado en Banamex. No es una cuestión menor: más de 1.200 sucursales, más de 31.000 empleados, más de $35.000M…es decir, una entidad sistémica.
No parece ser totalmente un problema de falta de confianza en el país ni de temor a la deriva izquierdista. Citi, que desde 2016 vino vendiendo su actividad de banca de particulares en Argentina, Brasil y Colombia, quiere centrarse en Latam en lo que mejor sabe hacer: banca de inversiones. Tampoco le vendrá mal lo que ingrese por la venta de Banamex: las valoraciones oscilan en un rango de entre $4.500M y $15.000M.
Por qué el Santander es favorito. Para el Santander, México es un país estratégico y los analistas le dan como el principal candidato a llevarse el gato al agua en la operación. Ahora mismo, controla una cuota de mercado en México del 13,3% que le aporta un 10% de los beneficios del grupo. Con Banamex, la entidad de Ana Botín controlaría, si ganase, alrededor del 23% del mercado mexicano y hablaría de tú a tú al líder, el BBVA, que controla un 24%.
Un eje para aspirar el liderazgo mundial. Pero además de la posición de dominio, el Santander quiere reforzar su sueño de crear un eje Brasil-México-EEUU para dominar el podio bancario mundial. Varias operaciones realizadas en los últimos años demuestran esta idea. En Brasil, tras fuertes inversiones, el Santander consigue ya entre ⅓ y ¼ de sus beneficios como grupo. En México, el año pasado realizó una opa para tomar el control total de su filial mexicana, donde ya tiene el 96,1% del capital.
También conviene recordar que en 2016, el Santander se hizo con el negocio minorista del Citi en Argentina.
Respecto a EEUU, el Santander solo está a la espera de conseguir las autorizaciones necesarias para aumentar su participación en Santander Consumer USA, una filial donde suma 5 millones de clientes y gestiona $150.000M en activos.
¿Se autodescarta el BBVA? Hasta ahora, así lo parece. El que es el gran dominador del mercado bancario mexicano, con una cuota de mercado del 25%, quiere mantener esa posición privilegiada, pero también tiene varios frentes que atender.
El primero es que sumar Banamex, en caso de que pujara por la entidad, le otorgaría una posición de dominio cercana al 36% del mercado, lo que chocaría con las autoridades de la competencia mexicana.
El segundo es que la entidad lleva años, a nivel mundial, en un fuerte proceso de digitalización impulsado por su anterior presidente, Francisco González, que desde 2008 invertía de manera recurrente entre $675M y $900M anuales en el proceso, con la consiguiente reducción de costes y mejora de la eficiencia, un proceso inverso al que supondría la compra de Banamex.
Por último, BBVA quiere centrarse en arreglar su presencia en Turquía, un mercado que considera prioritario por potencial, pero que en los últimos años solo le ha aportado quebraderos de cabeza, entre otras cosas porque el régimen de Erdogan se ha dedicado a favorecer descaradamente a los bancos públicos frente a los privados como Garanti.
¿Y si AMLO tiene un favorito? Como era de esperar, el poder político mexicano, personificado en el izquierdista Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ya se ha dejado oír con fuerza. AMLO, en plena recuperación del Covid, dijo que le gustaría que se mexicanizara el Citi.
Como parte del plan, hay quien advierte de que si el Santander se hace con Banamex, la gran banca española controlará la mitad del sistema financiero mexicano, algo que no todos ven con buenos ojos. Por eso, aunque lanzó un mensaje tranquilizador, aclarando que los extranjeros pueden participar en el proceso, AMLO puso la pelota en el tejado del empresariado mexicano al nombrar a Ricardo Salinas Pliego, Carlos Slim, Carlos Hank González o José Javier Garza Calderón como inversores con los suficientes recursos para vencer en la puja.
Eso explica porqué algunos analistas (no financieros, claro) apuntan entre los favoritos a quedarse con Banamex al Banco Azteca, ya que el dueño de la entidad, Ricardo Salinas, parece contar con una simpatía especial por parte de AMLO. ¿Será esta una opción suficiente? AMLO podría disfrazar ese movimiento intervencionista como un intento de que el empresariado mexicano (el afín, claro) recuperase una parte muy relevante del negocio bancario. Además de entidades como Banorte o Scotiabank, también habría que tener en cuenta una firma como Inbursa, cuyo dueño es el magnate Carlos Slim y donde CriteriaCaixa tiene el 9,1%. Las espadas están en todo lo alto.
Revista de prensa
HEMISFERIO
EFE: La ciudad de Los Ángeles acogerá este año la Cumbre de las Américas | «La anterior cita, que reúne los líderes del continente americano, se celebró en Lima (Perú) en 2018. Sin embargo, solo en la cumbre celebrada en Ciudad de Panamá en 2015 asistieron todos los líderes de los 35 países que integran la Organización de Estados Americanos (OEA) y a la que se sumó también Cuba. La cita de Lima de 2018 estuvo marcada por la ausencia de Venezuela, a la que Perú le retiró la invitación...Además, en 2018, por primera vez no asistió el mandatario de EEUU...Donald Trump delegó en el vicepresidente Mike Pence»
FT: Monedas latinoamericanas señalan daños económicos a pesar del boom de las materias primas | «[Marcos Casarin de Oxford Economics] "Los mercados prevén que este boom no trajo prosperidad, o sea que las monedas no merecen subir. Fue un boom para una docena de compañías que no se tradujo a una prosperidad económica más amplia"»
GRAN CARIBE
AP: Taiwán da 900.000 dólares a Guatemala para cabildeo en EEUU | «Guatemala es uno de los apenas 13 países, en su mayoría pequeños y en desarrollo, que tienen relaciones diplomáticas plenas con Taiwán, escindido de la China continental durante la guerra civil de 1949»
CONO SUR
BloombergLínea: [Chile] Boric presenta a su gabinete: más mujeres y diversidad de partidos | «Todas las expectativas estuvieron puestas en quién dirigirá el destino económico del país. Finalmente, Mario Marcel, el economista más influyente de Chile actualmente, ha decidido aceptar el reto, lo que significa una buena señal para el mercado»
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Veteranos y noveles comunicadores sociales, con el español como material de trabajo, se lanzan a segmentar un mercado de 500M de hablantes nativos. A continuación, perfilamos a algunos de ellos. Para poder cerrar el artículo, hemos seleccionado propagandistas que atraen audiencias panhispanas y masivas.
Custodios del centro. El primer gran vocero del demoliberalismo sistémico es Andrés Oppenheimer (Buenos Aires, 1951). Conduce Oppenheimer Presenta, que llega por cable a los hogares de las Américas vía CNN en Español. Su columna de The Miami Herald se republica semanalmente en más de 40 periódicos. Ha sido coganador del Pulitzer, ganador del Premio Ortega y Gasset y del Maria Moors Cabot. Podría decirse que sus 523K seguidores en Twitter lo convierten en un medio de masas unipersonal.
De su misma generación es venezolano Moises Naím (Trípoli, 1952), si bien tiene un perfil más político: se desempeñó como ministro de Industria y Comercio a comienzos de los 90, director del Banco Central y director ejecutivo del Banco Mundial. Sindica sus columnas con los principales diarios de América Latina, así como con El País y La Repubblica. Naím también dirige y presenta Efecto Naím, un programa semanal que se transmite en todos los países del continente americano a través de NTN24/DirecTV. Sus libros venden: en 2013, publicó The End of Power. Seguirán vendiendo: acaba de publicar The Revenge of Power. Sus bestias negras: los «aspirantes a autócratas» Trump, Putin, Orban, Bolsonaro. 250K seguidores en Twitter.
En este saco cabe Jorge Ramos (Ciudad de México, 1958), el célebre presentador de Univisión, el gigante para el mercado hispano de EEUU que estos días completa su fusión con la mexicana Televisa.
De México es León Krauze (Ciudad de México, 1975), aparente relevo generacional, elevado a co-conducir el Noticiero Univision Edición Nocturna hace apenas días. De la camada de Krauze Jr. es Carlos Loret de Mola (Mérida, 1976), impulsor de la plataforma digital Latinus, desde donde carga contra AMLO día sí, día también. 8.8M de seguidores en Twitter. Parece que las voces mexicanas seguirán dominando los noticieros panamericanos.
La cara amable de Moscú. Inna Afinogenova (Daguestán, 1989) se presenta como «Periodista. Amplia experiencia en injerencias. Es por su bien». Su introducción anticipa el tono de su exitoso semanario auspiciado en YouTube, Ahí les va: una crítica heterodoxa e irónica de la realidad iberoamericana. Formalmente, es la subdirectora de la página web de la cadena de noticias propiedad del gobierno ruso RT en Español.
Afinogenova le pega a todos, aunque a algunos más que a otros: en su retórica aguerrida permea el mundo multipolar ansiado por el Kremlin. Ya supera 1M de suscriptores en YouTube. Recursos limitados; bien dirigidos; máxima influencia. Los rusos acostumbran a golpear por encima de su peso, valga el anglicismo. Es una producción excelente. «Tenía que vincular mi vida al idioma español», dijo recientemente al digital cubano Cubadebate.
Frontera friki. Alfredo Jalife-Rahme (Mérida, 1948) bordea lo esotérico. «Con los oprimidos del mundo. Auténtico semita. Apasionado de la Geopolítica. Enemigo de los hipócritas», se presenta en redes. Su prisma geopolítico lo distingue, en una región tan dada a las ideologías propias y extrañas: Jalife piensa en términos de poder, recursos, territorio —sí, también la mitad del territorio mexicano que se quedó EEUU—. Es un perfil difícil de encuadrar. Carga contra élites «itamitas» (en referencia a la prestigiosa universidad mexicana) y «loretitos» por el ya mencionado Loret de Mola. También le brinda su apoyo tácito a AMLO por el vaso comunicante del nacionalismo.
Enfant terrible. No podemos referirnos sino a Jaime Bayly, (Lima 1965). Cultiva su imagen de irreverente, incisivo, hedonista, liberal; su don es «una relación musical con el lenguaje», como diría él. Su primera novela, No se lo digas a nadie, de 1994, agitó a las capas finas de la conservadora Lima por tocar todos los tabús posibles. Amado u odiado, su chispa genial vive en BAYLY, un programa donde narra la actualidad iberoamericana y entrevista a personajes tan variopintos como Enrique Iglesias –hurgando en la relación con su padre Julio– e Iván Espinosa de los Monteros. Desde Miami, comparte su señal con media docena de canales televisivos, más YouTube.
Quijote cordobés. Tras su paso por la Universidad de Navarra, el argentino Augustín Laje (Córdoba, 1989), continúa conferenciando por toda Iberoamérica, dando la batalla valórica. Su libro El libro negro de la Nueva Izquierda sirve de introducción al mundo del pensamiento político a millares de jovenes (Laje tiene 525K seguidores en Twitter). En República Dominicana, por ejemplo, sus visitas en plena conversación nacional por la despenalización parcial del aborto causaron furor. Uno de sus rivales en la «guerra cultural» sería la libertaria guatemalteca Gloria Álvarez (Ciudad de Guatemala, 1985). 377K seguidores en Twitter.
Cosas de liberales. El principal divulgador de las ideas liberales en español, Juan Ramón Rallo (Benicarló, 1984), ya cuenta con 350K suscriptores en su canal de YouTube. A su compañero en la cruzada antiestatista, Axel Kaiser (Santiago de Chile, 1981), lo siguen 233K fieles en Twitter.
Radio identitario. Federico Jiménez Losantos, a priori, le habla cada mañana, sin pelos en la lengua, a las derechas peninsulares. Mas lo curioso es que su voz resuena en hogares clasemedieros cubanoamericanos y entre la derechona peruana. Sirva como anécdota: durante el exasperante recuento de votos de las presidenciales peruanas en verano, charlando con una conocidísima periodista peruana, se confesaba extenuada por el circo mediático limeño. Tan solo quería escuchar a Federico por las mañanas. Se lo descarga de Apple Podcasts. La fórmula de Federíco funciona en Hispanoamérica con una derecha hispanófila, quizás más por la identidad del narrador y de los escuchas que estrictamente por sus contenidos.
Fisgón histórico. ¿Propaganda, periodismo, o relaciones públicas? Para Edward Bernays (Viena, 1891), pionero del negocio de la influencia, las tres se fundían en la práctica. Esto era algo que el público instruido debía asumir con naturalidad. Empero, la propaganda no conseguía desprenderse de las malas connotaciones. Tenía un problema de reputación y, como no podía ser de otra manera, Bernays pretendió resolverlo en su obra Propaganda (1928):
«La revista Scientific American aboga por la restitución de un uso respetable para aquella hermosa y antigua palabra que es propaganda: “no hay otra palabra en lengua inglesa cuyo significado haya padecido una deformación tan triste como la palabra propaganda».
« “El cambio ocurrió sobre todo durante la última guerra, cuando el término cobró un aspecto resueltamente siniestro. Si consultamos el Standard Dictionary, descubriremos que la palabra se aplicaba a una Congregación o Sociedad de Cardenales para el cuidado y supervisión de las misiones en el extranjero que se instituyó en Roma en 1627. También se aplicaba al Colegio de la Propaganda con sede en Roma que fundó el papa Urbano VII para la formación de los sacerdotes misioneros. De ahí que en años sucesivos la palabra terminase siendo aplicada a cualquier institución o plan para propagar una doctrina o sistema”».
«A juzgar por esta definición, podemos ver que en su sentido verdadero la propaganda es una forma de actividad humana perfectamente legítima. Cualquier sociedad, ya sea social, religiosa o política, que esté animada por ciertas creencias y las exponga a fin de darlas a conocer, sea de viva voz o por escrito, practica la propaganda».
Un sobrino de Freud en Guate. Los destinos de Bernays, sobrino de Sigmund Freud, y de la América Latina, se entrelazaron en el albor de la Guerra Fría.
En 1944, Bernays fue contratado por la notoria United Fruit Company. La reforma agraria del presidente guatemalteco Juan José Arévalo, y más adelante su sucesor Jacobo Árbenz, amenazaba sus intereses en Centroamérica.
Bernays viajó al istmo a estudiar la situación de primera mano. Sus esfuerzos propagandísticos convirtieron el reto empresarial de la United Fruit –la confiscación de sus terrenos– en un problema para los EEUU –el auge comunista en Centroamérica–. Su estrategia consistió en convencer a la opinión pública estadounidense de la presencia comunista en Guatemala, convencer a los congresistas de que era un winning issue, convencer a la CIA –que es quien realmente podía actuar sobre el terreno– de que era hora de actuar.
La United Fruit, por ejemplo, financió la publicación de Report on Guatemala, redactada por un periodista y distribuida a congresistas. Bernays «plantó» historias en The Herald Tribune, The Atlantic y Time. También en el New York Times: la esposa de Bernays estaba relacionada a la familia propietaria, los Sulzberger. Bernays describió las piezas como «obras maestras del periodismo objetivo».
El golpe de estado en Guatemala en 1954, respaldado por EEUU, inaugura la infame serie de involucramientos de Washington en su «patio trasero» a lo largo de la Guerra Fría. Lo cierto es que la historia no libera ni a Bernays ni a la propaganda de las connotaciones «siniestras». Tampoco a la opinión pública del inevitable solapamiento entre propaganda, periodismo y relaciones públicas.
SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
997 palabras. 5 minutos de lectura. 22 fuentes.
La inflación y la recuperación económica, y no el COVID-19, serán los principales rompecabezas del año. Los mercados se han resentido por el avance de la variante ómicron, que no permite un corte nítido entre pandemia y pospandemia, pero no hay desesperación: hay tratamientos antivirales, una tercera (y ahora cuarta) dosis y un reducido apetito para reinstaurar restricciones.
Lo que sí desespera es la inflación, así como la sensación de que los bancos centrales podrían sobrepasarse y deshacer una recuperación económica que, aunque medianamente robusta en 2021, da signos de decaimiento en 2022 y 2023. A esto debemos sumar la tendencia global hacia países más endeudados. Latinoamérica, cuya deuda pública gira en torno al 78% del PIB, no queda excluida y es, en palabras de El País, «la región emergente más endeudada del mundo»; ya ha agotado su margen fiscal.
Es prudente recordar que incluso en EEUU la inflación ascendió a un 7% en diciembre, cifra récord para los últimos 40 años; muy parecida fue la situación en México, donde llegó a 7,36%, y mucho peor en Brasil, cuya tasa del 10,06% es aventajada sólo por el grotesco 50,9% de una Argentina en creciente dolarización.
Alguna vez esta ola inflacionaria se consideró un fenómeno efímero, en parte ocasionado por el desbarajuste en los mercados laborales y las cadenas de suministros. La tesis no ha dejado de ser factible —persiste la crisis de contenedores, que transportan hasta los insumos agropecuarios de la región—, pero su persistencia ha causado desconcierto.
Es noticia. En Washington dan muestras de querer azotar la inflación, y todo parece indicar que en marzo la Reserva Federal sumará 25 puntos básicos (0,25%) a la tasa de interés, existiendo la posibilidad de tres subidas más a lo largo del año. La maniobra estaba prevista para este año, si bien no antes del verano, pero la actitud de la Fed ha visto un endurecimiento notorio motivado por las cifras del último trimestre de 2021.
En tanto, Lael Brainard, miembro de la Junta de Gobernadores y candidata de Biden a la vicepresidencia de la Fed, presume de una «poderosa herramienta» antiinflacionaria. Y es que, además del alza en tipos, la Fed ahora confirma que cesará sus compras de activos, cuyo monto total llegó a los $8,77B en la primera semana de este año.
Algo habrá de amague y exageración, que para los bancos centrales con frecuencia tienen el mismo efecto que las políticas reales, pero no sería la primera vez que EEUU recurre a la terapia de choque en contra de la inflación. Ya lo hizo en los años 80, sometiéndose a grandes penurias en aras de la estabilización.
Ante semejantes noticias, los bonos estadounidenses y alemanes, prácticamente exentos de riesgo, han recuperado su rentabilidad de finales de 2019, si bien la rentabilidad del Bund sigue siendo negativa y la Unión Europa no habla de una subida de tipos. También se prevé una ola de endeudamiento privado; las grandes empresas buscarán crédito barato antes de que cierre la ventana, y los hogares estadounidenses podrán refinanciar sus hipotecas, aprovechándose del exquisito —y moribundo— cóctel de bajos tipos y altas cotizaciones inmobiliarias.
En perspectiva. Latinoamérica carece de soberanía monetaria real. Formalmente dolarizadas o no, sus economías dependen de la tasa de cambio, reforzada por las remesas y debilitada por la poca confianza en monedas nacionales; los precios de los commodities, que son su principal contribución a los mercados internacionales, y de los flujos de capital extranjero.
Ante la subida de tipos de la Fed, la región tendrá que sufrir. El efecto se verá moderado por la negativa, hasta ahora, de Japón y la UE a subir sus tipos; la recuperación europea ha sido más débil, y en Japón no cunde el pánico, pues, antes de la pandemia, llevaban años temiendo entrar en deflación y aún no alcanzan su meta del 2% de inflación (en noviembre se quedaron en 0,6%).
Como mercado emergente, Latinoamérica se beneficia de los bajos tipos en el mundo desarrollado, cuyo capital busca mayor rentabilidad, dando lugar a las bicicletas financieras, que permiten endeudarse a un bajo interés (en un país desarrollado, por ejemplo) y destinar el capital a un país emergente, donde previsiblemente tendrá mejor rendimiento. Se está fraguando la coyuntura opuesta: si el capital extrae mejores rentas en EEUU y Alemania, mercados que además suponen menos riesgo, Latinoamérica estará ante una gran deserción, una fuga.
Para evitar esto, y por las inviables tasas de inflación, los bancos centrales latinoamericanos han procurado subir tipos. México los subió cinco veces en 2021; en febrero la tasa se ubicaba en un 4% y acabó el año en 5,5%. En diciembre Brasil sumó 150 puntos básicos de golpe, llevando la tasa de referencia a 9,25% al mismo tiempo que anunciaba incrementos posteriores. Perú ha buscado, con algo de éxito, salvaguardar el valor del sol, que en 2021 retrocedió un 10,3% frente al dólar, mediante subidas de su tasa de referencia, elevada a un 3% la semana pasada.
El porvenir. Latinoamérica quiere demostrar su probidad financiera y evitar a toda costa algo parecido a la década perdida de los años 80, cuando el alza de tipos en el mundo desarrollado provocó una feroz fuga de capitales, devaluando así las monedas nacionales e imposibilitando la industrialización regional.
Como señalan Maria Eloisa Capurro y Maya Averbuch para Bloomberg, las ansias antiinflacionarias de los banqueros latinoamericanos corren el riesgo de caer en la impotencia. La elevada importancia de la economía informal (en México, un 21,9% del PIB y un 56,3% del empleo), que no tiene acceso al crédito bancario, aminora la importancia de los tipos de interés.
Por lo demás, los gobiernos latinoamericanos carecen de control sobre las cadenas de suministros y los precios de energía, principales artífices de la inflación internacional. Es aquí donde encontramos razonable el optimismo: la inflación, aunque alta, prometía ser mayor y muestra tendencia a la baja; los superávits comerciales, que refuerzan las monedas nacionales, son extraordinarios, y la región ha entrado en un boom tecnológico.
MARCOS SUÁREZ SIPMANN | RIBADESELLA
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La geopolítica impone su lógica. Japón es miembro del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TIPAT) que excluye a China pero al que también pertenecen Chile, México y Perú.
Para Tokio «la importancia estratégica de Latam se ha incrementado al ritmo del ascenso global de Pekín» según el think tank Diálogo Interamericano. Preocupa que la gestión china de terminales portuarios en Latinoamérica y el Caribe limiten el movimiento de buques japoneses. Y que su influencia pudiera interferir, en caso de conflicto, en el acceso por mar a fuentes de energía y otros recursos vitales para Japón, dependiente de las importaciones para surtirse de casi todos los productos del sector primario.
Todo apunta a la continuidad tanto en política exterior, seguridad y defensa como en economía: la Kishidanomics poco se diferenciará de la Abenomics. El escenario geopolítico deja escasos márgenes de maniobra.
En un discurso pronunciado en México en 2013 el entonces ministro de Exteriores y desde otoño Primer Ministro, el conciliador y moderado Fumio Kishida (oriundo de Hiroshima), expresó su respeto a los firmantes del Tratado de Tlatelolco (1967), «pioneros de la desnuclearización».
Comunidades nikkei en Perú y Brasil. Perú requería mano de obra para su industria azucarera. El Museo de la Inmigración Japonesa al Perú es un espacio de difusión cultural con información sobre este proceso migratorio iniciado en 1899. Se estima que en la actualidad componen esta comunidad unas 100 mil personas.
Alberto Fujimori, fue celebrado cuando visitó la remota aldea de donde es originaria su familia en los 90 tras su sorpresiva entrada en política. Hoy tanto él como su hija Keiko apenas despiertan interés.
En Brasil la inmigración japonesa empezó en 1908, con la contratación para trabajar en las plantaciones de café. Una década más tarde, se convertía en el principal polo de atracción. De los 245.000 japoneses que habían migrado a América Latina hacia la década de los 40, tres cuartos fueron a Brasil, según los registros de la JICA. Hoy la comunidad japonesa más grande en el exterior está allí, con 1M y medio de personas de origen nipón.
Tras la contienda mundial se produjo la segunda ola. Desde los 70 se revirtió el fenómeno. Nisei (hijos de los nikkei) y sansei (nietos) empezaron a instalarse en Japón. Los brasileños son la tercera minoría más grande allí.
Presencia empresarial. Según el listado Forbes Global 2000 8 compañías de la 3ª economía mundial se encuentran entre las 100 mayores. Destaca el sector automotriz. Toyota y Nissan trasladaron a Latinoamérica parte de su producción. Así como sus competidoras Honda, Mazda o Suzuki. Toyota vende la mayoría de sus automóviles de la región en Brasil. Su presidente y director ejecutivo para América Latina y el Caribe lamenta la baja adopción de coches eléctricos –prevé que sea apenas el 5% del mercado latinoamericano para 2030– y acusa falta de estrategias, «debido a la falta de directrices de los distintos gobiernos de América Latina». Incide en la necesidad de que sea Brasil quien tome la iniciativa, al ser uno de los pocos con una industria automotriz completa.
Electrónica de consumo y entretenimiento. Latam es uno de los mercados más dinámicos para Sony al demostrar un particular interés en los contenidos audiovisuales de alta calidad. El mítico fabricante de videojuegos Nintendo lanzó la versión oficial de su eShop para Latinoamérica el año pasado.
El número de «unicornios» se multiplica en Latam. Ya son 36 las start-ups valoradas en más de $1.000M gracias a una favorable constelación: avance digital (acelerado por la pandemia), iniciativa empresarial y llegada masiva de fondos de inversión tecnológicos. En este último factor interviene Softbank, gigante de tecnología, telecomunicaciones y comercio electrónico. El conglomerado japonés que se ha erigido en el mayor inversor del mundo aterrizó allí en 2019 con una cartera para invertir de $5.000M convirtiéndose en uno de los grandes impulsores.
En 2021 aportó otros $3.000M. Participa en 13 unicornios, entre ellos Nubank (el banco digital brasileño respaldado por Warren Buffett). La entidad, fundada en 2013 y que opera en Brasil, México y Colombia, logró en su reciente salida a la Bolsa neoyorquina una capitalización de mercado de casi $52.000M. Brasil concentra el 60% de los unicornios y acapara el 70% de la llegada de fondos seguido por México, Chile, Argentina, Colombia y Uruguay.
En cuanto al nearshoring, la relocalización de empresas y líneas de suministros situados en Asia más cerca de sus mercados de destino, tan solo es financiado a día de hoy por dos organizaciones: el BID y el Gobierno de Japón.
Manga y anime son dos de las formas artísticas más reconocidas del Japón moderno. Ambos de aceptación creciente en Latam. El primero, una forma de cómic, el segundo una serie de animación o dibujo animado.
Tras un año de pruebas vuelve Anime Ongai siendo la primera plataforma de animación exclusiva para Latinoamérica. Se enfoca en el doblaje en español latinoamericano. Libera una animación con doblaje en español el mismo día de su lanzamiento en Japón (las plataformas estadounidenses tienden a estrenar las versiones dobladas semanas después de su estreno). Además pone en primer plano el talento latinoamericano haciendo énfasis en las actrices y actores de doblaje.
Ha estrenado series no distribuidas antes en Latam, además de algunas otras que nunca habían sido dobladas al español latinoamericano, lo que le ha permitido expandir el horizonte y entender mejor sus gustos.
Fisgón histórico. Entre 1613 y 1620 la misión de la Embajada Keichō encabezada por el samurái Hasekura Tsunenaga llegó a España y la Santa Sede recalando en el virreinato de Nueva España. La expedición no fructificó por el progresivo retraimiento de Japón.
La era Meiji (1868-1912) significó el fin de la larga política de aislamiento. Japón firmó tratados de amistad y comercio con los distintos países latinoamericanos. El más temprano con México en 1888.
A lo largo de la profunda transformación Meiji (de un régimen feudal y agrario a una economía industrial) comenzó la primera gran ola migratoria. Migrantes conocidos más tarde como nikkei. EEUU, junto a Canadá como opción preferida, prohibió más llegadas ante la avalancha. Latinoamérica fue el nuevo destino.
1893 abrió una serie de migraciones que llevaron colonos a México (10 mil solo en la primera década del siglo XX), Guatemala, Cuba, Perú, Argentina, Brasil y Colombia. Destacó la inmigración por contrato a través de empresas mineras y de construcción de ferrocarriles.
En la Guerra Sino-Japonesa (1894-95) y Ruso-Japonesa (1904-05), buques de guerra cedidos por Argentina tuvieron un importante papel en las victorias niponas.
Generosidad latinoamericana, solidaridad japonesa. Finalizada la IIGM, Japón recibió ayuda financiera. Junto a programas estadounidenses y canadienses, percibió hasta 1951 asistencia material y alimentaria de México, Chile, Brasil, Argentina y Perú. Por su parte, el país nipón, durante su boom económico en los 60 y 70, definió su Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD) expandiéndola y diversificándola. En 1974 fundó su Agencia de Cooperación Internacional (JICA) como entidad ejecutora de la AOD y encuadrada en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Desde 2003 es una administración independiente del Gobierno.
En octubre, JICA firmó un acuerdo de empréstito con Honduras constituyendo el primer préstamo de Japón de apoyo de emergencia para la respuesta a la crisis derivada de la COVID-19 en la región.
Con Guatemala avanza conjuntamente en la construcción de un nuevo sistema de gestión de prevención de desastres.
En Cuba con motivo de la apertura de la Oficina de JICA, la cooperación se extiende a proyectos en nuevas áreas como energía y transporte.
Revista de prensa
HEMISFERIO
WSJ: China busca asegurar insumos a medida que tensiones con EEUU y sus aliados aumentan | «Desde la entrada de China en la OMC en 2001, el país se ha hecho dependiente de países como EEUU y Brasil para sus necesidades de soja. Ahora, Pekín planea incrementar la producción nacional, empleada mayoritariamente para alimentar cerdos, comprometiéndose a aumentar la producción en la región noreste de Heilongjiang un 19,6% y 2,24M de hectáreas»
AP: EEUU: Posible despliegue ruso en Latam es “fanfarronería” | «Rusia aumentó el jueves la intensidad de su disputa con Occidente en torno a Ucrania y la expansión de la OTAN cuando un alto diplomático se negó a descartar un despliegue militar a Cuba y Venezuela en caso de que recrudezcan las tensiones con Estados Unidos. El viceministro del Exterior, Sergei Ryabkov, dijo que “no podía confirmar ni descartar” la posibilidad de que Rusia envíe activos militares a Latinoamérica en caso de que Estados Unidos y sus aliados no pongan fin a sus actividades militares cerca de territorio ruso»
WSJ: Porqué la iglesia católica está perdiendo América Latina | «Siete países en la región —Uruguay, República Dominicana y 5 en Centroamérica—tenían una mayoría de no católicos en 2018...En lo que supone un hito, se espera que en Brasil, que tiene el mayor número de católicos de cualquier país en el mundo, los católicos sean minoría tan pronto como este año»
NORTEAMÉRICA
El Economista: ¿Por qué Citi vende Banamex? | «Podemos poner la lupa a las perspectivas de crecimiento económico de México y cómo esto afectará los negocios de los que Citi se quiere desprender. La banca de consumo, incluyendo el negocio de tarjetas, y el crédito a mipymes dependen mucho del ciclo económico...Nos falta poner en la mesa el factor fintech. El negocio financiero está viviendo una transformación brutal, en México y en el mundo. Los bancos tradicionales compiten ya no solo entre sí, cada vez más con empresas de base tecnológica que son más ágiles para llegar al mercado con soluciones dirigidas a consumidores o pequeñas empresas. Cuando Citi explica que quiere concentrarse en negocios en los que es más competitivo, hay que tomarlo al pie de la letra: en un negocio que se transforma, los grandes bancos tienen más posibilidades de seguir en el juego en la atención de los grandes clientes. Citi seguirá en México operando la Casa de Bolsa y la banca corporativa y patrimonial. Ahí está alrededor de 30% de su negocio en México»
Latam en datos. Podio de presidentes latinoamericanos por aprobación (Consulta Mitofsky):
Nayib Bukele de El Salvador: 81%
Luis Abinader de República Dominicana: 65%
Andrés Manuel López Obrador: 64%
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8 de enero de 2022
SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
1434 palabras. 7 minutos de lectura. 26 fuentes.
Se habla —ya con pesar, ya con regocijo— de una ola izquierdista en LATAM. La reciente victoria de Gabriel Boric en las presidenciales chilenas supuestamente ampararía esta tesis, pero no es así.
Más que una onda expansiva de izquierda, el denominador común es un rechazo general a los gobiernos en ejercicio. Estamos, si se permite el anglicismo, ante un momento antiincumbente. Han pagado los platos rotos quienes gobernaron durante el caos covidiano, esto a pesar de las numerosas ayudas sociales, que por inercia engendrarán Estados del bienestar en la región.
«De 16 elecciones presidenciales latinoamericanas celebradas en los últimos tres años, sólo dos partidos/coaliciones han retenido el poder. De las 14 en que hubo cambio, siete oficialismos quedaron incluso peor que segundo lugar, algunos hasta 8.º o 9.º. Gobernar hoy es más difícil», apunta un mirlo blanco de la diplomacia hemisférica, el dominicano Jatzel Román.
Desinflemos el peso de la política, de la ideología y del péndulo izquierda-derecha en la narrativa regional: en el plano económico, mediocridad; problemas estructurales con intensidades y soluciones distintas para cada país, práctica irrelevancia para todos en el sistema internacional, salvo por las materias primas. Chile, por sofisticación económica e institucional, se salva a la postre, y República Dominicana y Uruguay emergen como oasis dotados de una fortísima recuperación y halagüeños augurios.
Sin subestimar tendencias, sobre todo de las doctrinas anglosajonas de justicia social, se distinguen a lo largo de la región vistas y panoramas muy variados. Entrevemos menos apetito ideológico; hay un deseo innegable de soluciones y, por consiguiente, una obsesión por desterrar oficialismos. Es momento de cuidarse de las generalizaciones en lo tocante a Latam. Recuerden, hoy más que nunca, el título Las 20 Américas Latinas, de Marcel Niedergang.
Chile sigue barato. Ganó Boric y no se ha caído, hasta ahora, el techo de la Bolsa de Santiago. En noviembre, cuando no se había decidido la contienda presidencial, el Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) creció 14,3% en términos interanuales, superando ampliamente las expectativas.
Numerosas estadísticas invitan a pensar que la recuperación marcha viento en popa. El desempleo ha llegado a niveles prepandemia, situándose en torno al 7,5%. El peso chileno, sacudido por la incertidumbre ad portas de elecciones y, posteriormente, por el miedo a Boric, empieza su morosa estabilización.
A pesar de ser Boric presidente electo, Chile no ha quedado como un señorío de izquierdas: el Congreso está básicamente empatado y la Convención Constitucional, que acaba de reemplazar autoridades, está entrando en sus últimos seis meses de trabajo sin un primer borrador de la próxima Constitución.
Boric se ha comprometido a respetar la autonomía de la Convención y respaldar a su nueva presidenta, la izquierdista independiente María Elisa Quinteros, pero es evidente el disgusto de su campaña por la falta de coordinación en la elección de los altos mandos constituyentes (o, por usar el término en boga, «convencionales»).
Velha cachaça. En Brasil resurge Lula da Silva, político añejo más propio de las fotografías con líderes idos a destiempo que de las controversias de Twitter. Como antes hemos señalado, los sondeos avalan su liderato. Su estancia en prisión no ha supuesto desgaste alguno, pues su nivel de apoyos —un 44% en 1.ª vuelta— es prácticamente idéntico a los cosechados en 2002 y 2006; incluso hay quienes afirman, con excesivo optimismo, que podría ganar en 1.ª vuelta, circunstancia no vista desde el ascenso de Cardoso en 1998.
A Lula se le tiende a ubicar dentro de la marea rosa. La categorización es correcta, mas no excesivamente amena: siempre fue el más pro-business de la caterva. Durante su mandato combinó la retórica socialdemócrata, exhibida en programas sociales como la Bolsa Familia, con cierta probidad fiscal auspiciada por economistas de centroderecha. Este cóctel, condimentado con un boom de commodities, hechizó a medio mundo. Era la época, recordemos, del BRICS.
Lula, no obstante sus 76 años, trama una gira internacional para recobrar apoyos. Ya lo han recibido en el Elíseo, y este año pasará por la Ciudad de México, Washington, Moscú y varias capitales europeas. También hay una tentativa de alianza entre él y el centrista Geraldo Alckmin, que equivaldría a una candidatura atrapalotodo en contra de Bolsonaro.
Sin importar quién gane en octubre, Brasil encara un pésimo panorama económico. El superávit comercial ascendió a $61.000M en 2021, debido al alza de los commodities e incluso de industrias con alto valor agregado, pero la inflación está en 10,7% y el real se ha debilitado a pesar del repunte del comercio con EEUU. Como tantísimos países de la región, la pandemia ha traído consigo un sinnúmero de carísimas ayudas sociales. Hay fuga de capitales, y se cierne la recesión sobre el país. No hay duda alguna de que subirán los tipos de interés. El Gobierno busca su salvación en las grandes petroleras, que desde 2019 han pagado $25.000M en tarifas por concesiones otorgadas.
Gloria inmarcesible. Si bien Gustavo Petro tiene todas las de ganar la 1.ª vuelta, donde se llevaría un 25%, programada para el 29 de mayo, el panorama político se mantiene fragmentado, complicando las previsiones para la 2.ª vuelta. La pandemia ha hecho estragos, pero se estima, previa certificación oficial, que el PIB creció en un 9,7% el año pasado.
Para Bogotá, la inflación y la caída del peso son los principales dolores de cabeza. En 2021 la inflación fue de 5,62%, una cifra a simple vista respetable, pero los alimentos subieron en un 17,23%. El tiro de gracia lo da el peso colombiano, que perdió más de un 15% de su valor en 2021.
Colombia también enfrenta un desafío diplomático. Washington es su aliado tradicional: los une un gran volumen de comercio, estimado en $40.700M en 2019, además de ocho instalaciones militares en territorio colombiano. Pero el capital chino es tentador y va desde la compra de materias primas a la inversión en ferrocarriles.
Esto ha dado lugar a cierto parloteo de un «no alineamiento activo», que permitiría que los países latinoamericanos cultiven lazos simultáneos con Pekín y Washington, al margen de la guerra fría a medias que se va fraguando.
Miras al norte. En México gobierna AMLO y faltan dos años para las presidenciales, pero, de antesala a varios comicios estatales, se conforma una alianza heterodoxa entre PRI, PAN y PRD. Bajo AMLO o Va por México, en el país prima la influencia estadounidense; mientras Sudamérica cae rendida a los pies de Pekín, México se beneficia de su pleno acceso a mercados norteamericanos.
México es, hoy por hoy, el principal socio comercial de EEUU. De enero a noviembre de 2021, exportó bienes y servicios tasados en $351.464M e importó $252.718M. Esta relación se vería beneficiada por el nearshoring, motivado por las dificultades pospandemia en las cadenas de suministros.
Ahora bien, a Washington le desagrada la predilección del Gobierno mexicano por entes estatales, sobre todo Pemex, a la hora de administrar su reforma energética, así como el apoyo que México presta a los gobiernos autoritarios de la región.
Como en toda la región, el país se ve asolado por la inflación, estimada en 7,1% para 2021. El Banco de México busca moderar los estragos con dolorosas subidas en la tasa de interés. México, hace tiempo envuelto en la trampa de la renta media, se acerca a la estanflación: el crecimiento real es bajísimo, por no decir negativo.
Oasis. Uruguay y República Dominicana emergen como oasis de tranquilidad ante las convulsiones políticas y desilusiones económicas vistas en otros países de la región. Uruguay creció al 4% y prevé entrar en una «fase de crecimiento fuerte». República Dominicana, en tanto, creció un 12%, redujo su déficit fiscal e incrementó sus reservas extranjeras; ha recuperado, como Chile, su tasa de empleo prepandemia y su recuperación es quizá la más fuerte de Latinoamérica.
Ambos países impugnan la tesis de un renacimiento izquierdista. En Uruguay gobierna el Partido Nacional de Luis Lacalle Pou, que en 2019 batió al izquierdista Frente Amplio; en República Dominicana, donde los partidos principales carecen de definición ideológica (resultan más seductivas, comprenderá el lector, las proclamas anticorrupción), el empresario Luis Abinader puso fin a los 16 años en el poder del Partido de la Liberación Dominicana.
También demuestran la penetración del Estado del bienestar en la región, que pasará a la historia como principal secuela de la pandemia. El batllismo uruguayo —con sus prestaciones por desempleo, derechos laborales y pensiones a la vejez— se ha esparcido: en Uruguay se han expandido las asignaciones familiares y el llamado bono crianza; en República Dominicana, además de las ayudas por la pandemia, se entregó un bono navideño, y acaba de ser aprobado en el Senado un préstamo de $300M para afrontar gastos especiales.
JORGE LUIS DE LEÓN KOSTKO | TENERIFE
1380 palabras. 7 minutos de lectura. 7 fuentes.
La victoria de Gabriel Boric en Chile ratifica la coexistencia de dos corrientes dentro de la izquierda latinoamericana. A priori, poco tiene que ver el millennial Boric –que toma muchas de sus referencias del progresismo estadounidense– con la izquierda curtida de Maduro, Ortega y Díaz-Canel.
En esencia, es un problema de vieja data en la izquierda, con episodios tan notorios como el reformista Bernstein vs. el maximalista Lenin. Quizá nadie lo haya trasplantado a Latinoamérica y planteado sus matices regionales con tanta luminosidad como el socialdemócrata venezolano Teodoro Petkoff. Su célebre artículo «Las dos izquierdas» se ha convertido en lugar común, e incluso germen de todo un subgénero político regional, ocupado en bifurcar la izquierda autóctona puntualmente.
Recordemos que Petkoff cerró su artículo describiendo los «vasos comunicantes» de ambas izquierdas. Hoy, transcurridos más de tres lustros, y tras una panorámica regional, cabe hacer lo mismo.
En perspectiva. El «viraje a la derecha» regional durante la pasada década no parece haber alcanzado los objetivos planteados: la izquierda latinoamericana vuelve a ser lo típico.
«Por primera vez, las seis principales economías más grandes de América Latina y que representan el 90% de su PIB podrían estar gobernadas por presidentes progresistas. Lo son ya Argentina, Chile, México y Perú, y tendremos que esperar unos meses para confirmarlo cuando se den las elecciones de Brasil y Colombia, en las que todo indica que ganarán Lula da Silva y Gustavo Petro», reportó El País.
Cono Sur. Más allá de Boric, en Argentina, el kirchnerismo, después de doce años en el poder, volvió a la Casa Rosada después del mandato de Macri, con Alberto Fernández y su vicepresidenta, Cristina Kirchner, a la cabeza.
En Uruguay, quince años comparte la izquierda de Tabaré Vázquez y Pepe Mujica. Aunque ha vuelto la derecha a Uruguay, es cierto que sigue teniendo relevancia a nivel mundial «el mito de Pepe».
Andes. En Perú, quince años de izquierda sumaron Toledo, García y Humala con pocas variaciones, a pesar de las diferencias discursivas. Después del meollo de Pedro Kuczynski y los presidentes constitucionales, la izquierda —mucho más radical— de Pedro Castillo ha vuelto al Perú.
En Bolivia, trece años de Evo Morales se vieron interrumpidos por la irrupción de Jeanine Áñez. Los bolivianos no valoraron el cambio, se hizo encarcelar a la presidenta «golpista» y se legitimó la vuelta del moralismo a la presidencia con Luis Arce.
En Colombia, a pesar de que nunca ha gobernado la izquierda, el candidato que puntúa en las encuestas es Gustavo Petro, exguerrillero cercano al madurismo y a sectores belicosos y radicales ¿desmovilizados?
En Ecuador, diez años de Rafael Correa fueron interrumpidos por el revolcón de su aparente sucesor, Lenín Moreno. A pesar de que gobierna la derecha moderada, el «mito de Correa» sigue vivo dentro de la narrativa izquierdista.
Gran Caribe. Venezuela, suma 22 años de dictadura, catorce de Chávez, ocho de Maduro. En Cuba van 62. Poco ha cambiado con la muerte de Fidel y la salida —nominal— de Raúl. Manda Miguel Díaz-Canel con el vigor de sus predecesores.
En Nicaragua, después de un primer mandato de cinco años en los ochenta y una amplia interrupción, Ortega inaugura junto con su esposa —la vicepresidenta— su quinto mandato. El sandinismo ha gobernado por catorce años seguidos.
Los dos gigantes. En México, el eterno candidato Andrés Manuel López Obrador, AMLO, llegó por fin a la presidencia en 2018.
En Brasil, entre Lula y Dilma suman doce años de mandato. A pesar de los problemas y las acusaciones —no gratuitas— de corrupción, Lula asoma la cabeza en las encuestas contra Bolsonaro.
El fisgón histórico. El primero en ver una clara distinción entre las dos realidades de la izquierda latinoamericana fue Petkoff. Exguerrillero, fue de los primeros en marcar distancia de la Unión Soviética y Cuba para plantear un modelo de desarrollo alternativo para América Latina pragmático y de bienestar.
Aunque ministro a finales de los noventa, puso de relieve las complicaciones institucionales y el aumento desmedido de la desigualdad que había traído el desarrollo económico frenético de la región. Desde el primer día, advirtió desde la izquierda del peligro chavista. Premio Maria Moors Cabot y Ortega y Gasset, falleció en Caracas en 2018.
La izquierda dura: el castrochavismo. Llamada por Petkoff «izquierda borbónica» —que no olvida ni aprende—, se desprende de dos grandes ejes: Castro y Chávez. Alimentada por profundos problemas sociales, como la pobreza y la discriminación racial, su discurso mágico-religioso evoca, así anacrónico, la narrativa cubana y ha constituido quizás el fenómeno de masas más relevante de la historia de América Latina.
A pesar de la tutela de «Papá Fidel», Chávez logró articular su propia forma de autoritarismo con apariencia democrática. La cohabitación de una oposición blandengue, alcahueta y corrupta —que todavía sobrevive—, los rifirrafes en la prensa, las expropiaciones en cadena nacional… todo esto constituye un modelo perfectamente exportable cuya «onda expansiva», en palabras de Petkoff, es más poderosa que la cubana. Y así se ha demostrado. Chávez, con su influencia, llevó al poder bajo la idea de «la Patria Grande de Bolívar» en menos de veinte años a más líderes de izquierda que la Revolución Cubana en toda su historia, tal es el caso de Evo Morales y Daniel Ortega.
Hoy, aunque el discurso ha variado poco, la praxis del castrochavismo es radicalmente distinta. En Venezuela, no obstante, Maduro, apoyado en las nuevas y viejas oligarquías, ha empezado a consolidar un modelo similar al chino, mucho más rígido y ajeno al populismo de Chávez. Esta nueva realidad venezolana, el chavismo-madurismo —ya no marxismo-leninismo ni castrochavismo— parece ser perfectamente exportable a otros países. A pesar de que lo puedan negar, se le asemejan mucho los planteamientos del recién elegido Pedro Castillo en el Perú y del colombiano Gustavo Petro, que lidera las encuestas presidenciales.
La izquierda woke. La victoria de Boric en Chile no es ajena al otro paradigma izquierdista de la región: siguen vivos los mitos de Lula, Correa y Mujica. El discurso de esta izquierda, en principio moderado, ha buscado mostrarse como conciliador y democrático. Su práctica histórica ha tendido hacia el estado de bienestar y el acercamiento pragmático a EEUU y la Unión Europea, que, en palabras de Petkoff, se resume en «tensiones probables pero convivencia inevitable».
Esta izquierda, por un lado contempla un respeto mínimo a las normas generales de la macroeconomía y, por otro, ha interiorizado una serie de valores democráticos que le impiden un viraje autoritario por haber enfrentado las dictaduras militares del siglo pasado, como afirma el venezolano. Esto último le ha merecido las loas del primer mundo, aunque los resultados de sus gobiernos hayan sido poco más que desastrosos.
Primero Fernández y ahora Boric, levantando las banderas de Lula, Correa y Mujica, han modelado esta izquierda en vegetariana —Álvaro Vargas Llosa dixit—. Influenciados ampliamente por la ola expansionista del progresismo woke, nacido en las universidades estadounidenses, han empezado a abordar con vehemencia la cuestión del aborto, el matrimonio homosexual, la ideología de género y las teorías decoloniales.
¿Dos izquierdas? La teoría de Petkoff alumbra una realidad que no deja de asomarse en el panorama regional: las izquierdas latinoamericanas son dos, su práctica y su discurso es diametralmente distinto, pero obran conjuntas para perpetuarse, protegerse y promoverse.
Si bien es cierto que el castrochavismo es autoritario y más bien conservador frente a estas cuestiones —especialmente cierto en el caso de Chávez y Castillo—, la izquierda woke no se le desvincula de ninguna manera. Por el contrario, esta izquierda no ha sido sólo garante de los intereses de la otra en la región, sino que son frecuentes las referencias discursivas en las que defiende su praxis con fuerza y la forma de sus relaciones de amistad, con su consentimiento, son abordadas como entre hijo y padre.
Esta estabilidad es la consolidación del proyecto geopolítico de Chávez: la patria grande, pero roja-rojita, cueste lo que cueste. Si bien podríamos remontar la idea al Foro de São Paulo –todos, o casi todos, los mandatarios izquierdistas latinoamericanos están adscritos al Foro de São Paulo– lo cierto es que el fenómeno definitivo que hizo de la izquierda una realidad política certera en América Latina y el Caribe es la victoria de Hugo Chávez por tres elementos que rara vez concurren: petrodólares, desvergüenza y presencia continental, como detallan algunas declaraciones de disidentes chavistas.
SEBASTIÁN INCHÁUSTEGUI | CIUDAD DE MÉXICO
987 palabras. 5 minutos de lectura. 12 fuentes.
Mucho se juega AMLO en el 2022. Esta vez, en el campo jurídico. Han pasado ya más de 3 años cumplidos de gobierno de AMLO, por lo que México atraviesa ya el ecuador de su administración. Después de declarar lo mínimo indispensable para delimitar su gobierno dentro del marco de lo democrático y negar tener la intención de reelegirse, la ventana de tiempo que tiene el presidente mexicano para cimentar su legado se estrecha.
Por ello, destaca que la gran mayoría de sus políticas públicas, leyes, y decretos más controversiales se encuentren sujetas al escrutinio y decisión de las ministras y ministros de la Suprema Corte de Justicia de México (SCJN).
Es noticia. Todas las canicas. El 3 de enero de 2022, la SCJN comenzó sus labores del año con la Sesión Pública Solemne de Apertura de Sesiones del 2022. En ella, el ministro presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea dirigió interesantes palabras respecto de lo que espera para el resto del año. «La Corte ha sido y seguirá siendo el tribunal constitucional del Estado mexicano. El poder equilibrador, autónomo e independiente que nuestra democracia constitucional exige. Este año, la Corte resolverá asuntos de gran trascendencia para el orden jurídico nacional».
El rezago de la SCJN. A la SCJN, se le ha reclamado la desatención de asuntos de la máxima trascendencia para México. En agosto de 2020, diversos intelectuales mexicanos publicaron «Los Pendientes de la Corte». Una obra que recopila algunos de los temas más relevantes que se encontraban en el tintero de la SCJN.
La obra refiere que «[p]rácticamente todas las nuevas leyes sancionadas por el nuevo gobierno han sido cuestionadas ante la [SCJN] (…). La Corte no ha resuelto la mayoría de esos cuestionamientos, por lo que puede decirse que México tiene ahora un gobierno sujeto a revisión constitucional».
Comenzando el 2022, varios de esos asuntos siguen en cancha de la Corte, y de acuerdo con el propio Zaldívar, éste será el año de su resolución.
En el radar. Lo que viene. El ministro presidente, mismo que encabeza su propia cruzada transformativa del poder judicial, anunció la resolución de una serie de asuntos de gran trascendencia para el primer semestre del año que ya tienen proyectos listos. «la controversia constitucional en que se impugna el acuerdo por el que se dispone de la Fuerza Armada para tareas de seguridad; las acciones de inconstitucionalidad en las que se impugna el Código de Justicia Militar, el Código Militar de Procedimientos Penales y la Ley Nacional de Registro de Detenciones», son solo algunos de los asuntos que aseguró Zaldívar se resolverán antes de junio. Declaró también que aquellos sin proyecto todavía, pero de gran interés público ,también serán resueltos.
Por otro lado está lo que falta. Además, la SCJN tiene todavía por resolver litigios relacionados con: Ley de Industria Eléctrica, Ley de Austeridad Republicana, militarización de puertos, régimen penal especial en materia de delitos fiscales, y hasta algunos asuntos penales relacionados con la familia del Fiscal General de México.
Tampoco puede faltar el «decretazo», como popularmente se le conoce al acuerdo por medio del cual AMLO pretendió blindar la información y construcción de sus obras de infraestructura (tren maya, aeropuerto, etc.) del escrutinio judicial. Mismo que ya fue parcialmente suspendido por la SCJN.
Militarización del país. A pesar de haber sido un fuerte crítico de la militarización de la seguridad pública en el gobierno de Calderón, AMLO no tardó en exponenciar la práctica A raíz de la creación de la Guardia Nacional (GN), que dotó de facultades al presidente de México para disponer de ésta para labores de seguridad pública de manera extraordinaria, regulada, fiscalizada, subordinada y complementaria (como lo estableció la Corte Interamericana de DDHH en Alvarado y otros vs. México). Al año de la creación de la GN, AMLO ejerció dichas facultades.
Contra ello la Cámara de Diputados promovió una controversia constitucional, aduciendo una invasión competencial por parte del presidente mexicano. En la Segunda Sala de la SCJN, la Ministra Ríos Farjat propuso un proyecto solapando el Acuerdo, pero finalmente será el Pleno del a SCJN quien decida.
Además, la SCJN también tiene pendiente la resolución de la controversia relacionada con el contenido mismo de la Ley de la Guardia Nacional.
Ley de la Industria Eléctrica. A raíz de una serie de modificaciones a la Ley de la Industria Eléctrica, que buscan proteger y favorecer a CFE, se promovieron una serie de procesos alegando dos principales argumentos:
Competencia económica. Se reclama que al favorecer injustificadamente a CFE se violan los principios de libre competencia previstos en la Constitución mexicana.
Derechos ambientales. Se reclama que las modificaciones tienen una tendencia a favorecer energías sucias al eliminar incentivos fundamentales para el uso de energías limpias a los que antes podían aspirar los participantes de la industria.
Actores políticos, internacionales y medios como The Economist han manifestado grandes preocupaciones por el proyecto energético de AMLO. Se aduce que dichas políticas además de ser ambientalmente regresionistas, merman la confianza de la inversión extranjera en el país, dificultan que México cumpla con sus obligaciones ambientales, debilitan el Estado de derecho, y terminarán por afectar económicamente a los usuarios finales.
Quien avisa no engaña. «La Corte actuará con independencia e imparcialidad. Nuestros fallos podrán gustar o no dependiendo de las coyunturas políticas. Pero nuestro único compromiso es, ha sido, y seguirá siendo, con la Constitución y con los DDHH», decretó el ministro presidente Arturo Zaldívar.
Sin embargo, destaca que a la fecha AMLO ha designado a casi la mitad de la SCJN. Tan solo el 4 de enero de 2022 la Ministra Loretta Ortiz Ahlf tomó protesta y se incorporó a la Segunda Sala y Pleno de la SCJN. Uniéndose a la lista de ministras y ministros designados por el actual presidente junto con Ríos Farjat, Alcántara Carrancá, y Esquivel Mossa. Hasta ahora, quien ha demostrado claro favoritísmo por la «4T» es Mossa, quien, además, preside la Primera Sala de la SCJN.
MARCOS SUÁREZ SIPMANN | RIBADESELLA
1053 palabras. 5 minutos de lectura. 8 fuentes.
Es noticia. India estrecha relaciones con América Latina recortando distancias con competidores como China, Japón y Corea. Deberá asimismo profundizar su relación con los organismos regionales y procesos de integración, solicitando ser observador. Su presencia se expande con la apertura de nuevas embajadas en República Dominicana y Paraguay. Ya en 2006, los dos países habían establecido sus misiones en Nueva Delhi.
Abrió el pasado 1 de enero su embajada en Santo Domingo, hasta ahora adscrita a la de La Habana. Completando la infraestructura diplomática se aspira a crear nuevas áreas de cooperación en la relación bilateral y convertir República Dominicana en centro logístico para conectar con América Central.
También ultima detalles para establecer una sede independiente en Asunción. Hasta ahora la legación en Buenos Aires era la encargada de los asuntos con Paraguay. La paraguaya en el subcontinente se abrió en 2005. El intercambio comercial ha aumentado en el último quinquenio ascendiendo a $376M. India importa de Paraguay sobre todo aceite de soja. Exporta productos químicos orgánicos, piezas de automóviles, medicamentos, etc. El laboratorio Bharat Biotech donó vacunas contra el Covid-19 al Paraguay, en los momentos más críticos de la pandemia.
«India abre embajadas en Paraguay y Dominicana. Dos países claves en la #DisputaEEUUChina. Paraguay enclave de Taiwán. Dominicana comparte isla con Haití que reconoce a Taiwán. Tensiones India-China crecen. Afinidad India-EEUU también», señaló en redes el profesor Bernabé Malacalza. India se integra en el Quad junto a EEUU, Australia y Japón, un grupo informal de grandes democracias ocupado con China.
El fisgón histórico. Si bien eclipsado por el protagonismo chino, India cuenta en la región con mayores referencias socioculturales que Pekín. Uno se refiere a su diáspora: en la actualidad más de 1M de descendientes de migrantes indios vive en el Caribe (Guayana, Surinam, Trinidad y Tobago). Con todo, la mayoría de los 1350M de habitantes del subcontinente ignora las diferencias entre los países del Caribe, a los que suele referirse con el término genérico de West Indies, que remite a la colonización británica.
Otro factor de interés relaciona a India y Brasil, que comparten en cierta medida el legado portugués. Lisboa detentó los derechos sobre varias posesiones costeras –Goa, Damán, Diu– y enclaves en el interior desde la época de Vasco da Gama hasta la independencia india en 1947. Ambos países han sido abanderados históricos de la cooperación sur-sur. Además de integrantes del Foro Trilateral IBSA (2003) y los BRICS (a partir de 2006).
Buena imagen. Aunque el nacionalismo hindú gobierna con Narendra Modi, India es una democracia, al contrario que China. Más allá de esto, el temor de Washington y Nueva Delhi ante el expansionismo de Pekín los convierte en aliados en Latam, región donde –es cierto– la amistad con EEUU no es precisamente una ventaja.
Conviene, sin embargo, fijarse en los aspectos económicos de la presencia de los gigantes asiáticos con Latam. Las exportaciones chinas –mucho más cuantiosas– están más diversificadas. La negativa percepción de Pekín como destructor del tejido industrial y empleos locales constituye un aliciente más para que India incremente su presencia en la región. El volumen de sus intercambios es todavía modesto. Brasil, Argentina, México y Chile, los socios más importantes.
Uno como otro compran commodities. La demanda del producto estrella, la soja, irá en aumento gracias a su versatilidad como alimento, pienso y origen de biocombustibles. Latam es clave para los dos. La diferencia: India presenta un perfil más energético; China, minero. La primera apuesta por la inversión privada, la segunda por acuerdos de compra a largo plazo a sus empresas públicas.
La inversión y los préstamos –de nuevo, mucho menores que los chinos– son mejor considerados. Por regla general Nueva Delhi ha venido actuando con mayor transparencia y como socio habituado a las prácticas latinoamericanas.
Productos socialmente valorados. Las exportaciones indias a Latam parten de su status como «la gran farmacia del planeta». India es el mayor proveedor de medicamentos genéricos a nivel mundial. Abastece más del 60% de la demanda mundial de vacunas. Hace algún tiempo que se viene alertando de la presión que sufre esa industria con el consiguiente perjuicio para el acceso a los medicamentos en los países en desarrollo.
En Colombia de las 741.000 motocicletas nuevas registradas el pasado año, 118.381 correspondieron a la marca india Bajaj, segunda solo por detrás de la japonesa Yamaha.
El grupo Tata, el mayor holding empresarial, cuenta con más de 20.000 trabajadores en América Latina. La tecnológica Tata Consultancy Services pertenece al grupo. Muy presente en Chile, lanzó recientemente el primer Centro de Gestión de Amenazas para la seguridad informática en América Latina en Querétaro, México. Trabajan con las universidades para resolver el desafío de la disponibilidad de talento.
El fenómeno Bollywood. La industria tiene más de 100 años de historia. El término Bollywood fue acuñado en los 70 cuando su cine superó al estadounidense. Pieza fundamental en la cultura del subcontinente hay que añadir a las filmaciones en hindi rodadas en Bombay muchas otras realizadas en otros lugares y lenguas del país: maratí, tamil, telugu, bengalí, canarés y malayalam.
Estrenada en 2017, «Enredados: La Confusión», fue la primera película estilo Bollywood hecha en Latinoamérica (Costa Rica). El pasado día 10 VIX la estrenó en su multiplataforma totalmente gratis y sin suscripción.
Zee Mundo trae el glamour de India a Latam desde 2017. Es un canal de televisión por suscripción internacional de origen indio que transmite películas de Bollywood en HD dobladas al español las 24 horas.
Las similitudes entre la cultura latina y la india explican el éxito de Bollywood en Latam: el valor de la familia, la unión, el esfuerzo en conjunto y las vicisitudes. El colorido, la alegría y el baile.
Un maharajá en La Guaira. Los intereses del hombre más rico de Asia, Mukesh Ambani, hombre fuerte del megaconglomerado indio Reliance Industries, llegan hasta Venezuela.
Hasta finales de 2020, ante su incapacidad de refinación propia –irónica y trágica a partes iguales– PDVSA dependió de los llamados diesel swaps: combustible refinado a cambio de remolcar crudo venezolano, triangulando con Reliance, además de la española Repsol e italiana Eni. Todo ello hasta que Trump redobló su presión sobre estas operaciones.
Desde entonces, Reliance ha procurado resumir los swaps arguyendo que paliará la crisis humanitaria que atraviesa el país. Un hombre de Biden durante su etapa como senador, Ankit Desai, lidera el cabildeo.
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18 de diciembre de 2021
1813 palabras. 9 minutos de lectura. 10 fuentes.
La pulsión idealista de Biden lo lleva a dividir el mundo entre «demócratas» y «autócratas». La realista, a mantener a los «autócratas» fuera de la órbita de China. Washington y Pekín no están en una Guerra Fría –no exactamente– pero la falta de precisión conceptual y de líneas rojas claras como las que entonces marcó el legendario diplomático George F. Kennan entre dos superpotencias rivales es peligrosa para el mundo.
Es noticia. Más o menos medio mundo fue invitado a la Summit for Democracy del 9 y 10 de diciembre. La cumbre virtual para defender el valor intrínseco de la democracia es la apuesta más ambiciosa en política exterior de la administración Biden hasta la fecha. Casi más importante es quién no fue invitado: Rusia y sobre todo China, cuyos embajadores ya firmaron una carta conjunta quejándose de la «mentalidad de Guerra Fría» de la cumbre. (Putin y Xi Jinping se han juntado virtualmente esta semana con Ucrania y Taiwán como telón de fondo).
Ciñéndonos a la Summit for Democracy, el criterio invitador ha dado mucho de qué hablar. Fueron convidadas democracias débiles –pero importantes estratégicamente para EEUU en su pugna con China– como Filipinas y Pakistán (que declinó por deferencia a Pekín). Fueron excluidas otras naciones, como Bolivia o por razones más evidentes Venezuela, Nicaragua y Haití.
La ausencia más alarmante fue la de El Salvador, Guatemala y Honduras. A El Salvador –alienado de los EEUU por los prejuicios ideológicos de los staffers de Biden hacia Centroamérica, dicen unos, por el pudor democrático de Bukele, dicen otros– no parece quedarle otra que bailar con China. En cuanto a Honduras, se especula con que Tegucigalpa podría estar por abandonar a Taipéi a favor de Pekín. Ahora bien, si la recién-electa Xiomara Castro es cauta, esperará unos meses para cumplir su promesa de campaña a fin de apuntalar su transición.
De largo, el bombazo durante la misma cumbre fue la ruptura de relaciones de Managua con Taipéi para pasar a reconocer a Pekín, que no tardó en anunciar asistencia para el COVID-19 a los Ortega-Murillo para corresponder. Un recado chino, timing y todo, por haber invitado a Taiwán a la cumbre. Todo un revés diplomático para Biden en el siempre sensible «patio trasero» de Washington.
Voces. El vicepresidente del think tank Council of the Americas se quejaba de que EEUU pusiera en el mismo saco a Nicaragua y a Guatemala, El Salvador y Honduras. «La administración no tiene una política muy matizada…estos son países con problemas profundos con los cuales EEUU debe de trabajar en asuntos cercanos a nuestra agenda como la inmigración…¿es Guatemala menos democrático que Pakistán?». Fair question.
Un catedrático de la Harvard Kennedy School se preguntó «¿Si la democracia es nuestro principal objetivo, deberíamos estar del lado de Arabia Saudí y de Egipto? ¿Si contener a China es nuestro propósito real, podemos ser exquisitos sobre con quién decidimos hablar?».
En perspectiva. EEUU, el hegemón, da un paso atrás en el hemisferio. Algunos lectores –los menos afines a EEUU dentro de la no-izquierda iberoamericana que acostumbra a leer estas líneas– ni se inmutarán. Pero han de ser plenamente conscientes de que junto a EEUU retrocede la occidentalidad de Latam. Sobre si esta occidentalidad es tal, o incluso sobre si es deseable, merece la pena detenerse en otra ocasión. Ya lo han hecho otros más doctos. Pero el vacío se llenará y los candidatos con opciones reales de hacerlo are not pretty.
La viga en el ojo propio. Anticipando la cumbre, la cancillería china publicó The State of Democracy in the United States. El white paper hurga en la herida del asalto al Capitolio por hordas trumpistas y pone en valor la «democracia sustantiva y de resultados» china frente al «exceso de énfasis de EEUU en la democracia procesal o formal». Notablemente, se refiere a la influencia de EEUU en Latam a través de una nutrida red de ONG y think tanks, cuyas fuentes de legitimidad no son precisamente la soberanía popular de cada país, y que El Americanista ha tratado en anteriores números.
A las puertas de la cumbre, China se hizo notar en Latam. El día 3, Xi se dirigió por vídeo a la Tercera Reunión Ministerial del Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) –un foro regional de sesgo izquierdista que pretende sustituir a la Organización de Estados Americanos en la que predomina EEUU–.
En paralelo, un grupo de académicos congregados por el exembajador de Chile en China y sinófilo Jorge Heine, hoy en la Boston University, propone en un libro reciente el «no alineamiento activo» para Latam con respecto a EEUU y China. Es decir, jugar a dos bandas de toda la vida. Es una propuesta ambiciosa dada la fragmentación regional. Poco le importa su potencial real a Pekín, encantado con la equidistancia positiva y normativa que le concede un grupo de prominentes intelectuales progresistas.
Ecos del Containment. Las imprentas estadounidenses tampoco paran. No por casualidad, el Saturday Essay del WSJ anterior al Summit for Democracy fue Containment Can Work Against China, Too. Invoca al diplomático George F. Kennan, padre del Containment, la estrategia con la que EEUU derrotó al bloque soviético.
El Containment partía de la premisa de que la tradicional inseguridad rusa combinada con la ideología comunista hacían a la URSS irremediablemente hostil al mundo libre (había quien insistía en reconducir al Kremlin a las «buenas maneras» por aquel entonces). Para Kennan, si bien no se podía reconducir al Kremlin, se le podía disuadir.
Stalin sabía que la URSS era más débil que EEUU. Pero estaba ciegamente convencido de que las fuerzas históricas por sí solas llevarían al comunismo a la victoria. Por tanto no atacaría precipitadamente. Por este motivo, razonaba Kennan, solo había que «contener» a la URSS, «aplicando contrafuerza con vigilancia y con destreza en una serie de puntos geográficos y políticos en constante cambio». Si los soviéticos no lograban expandirse, entonces la historia le daría la razón a él, y la red de mentiras que era la URSS caería por su propio peso. Los doves de la época deploraban el peligro constante que implicaba el Containment, mientras que los hawks aborrecían el punto muerto semipermanente de la estrategia.
Las diferencias entre la URSS y China no se le escapan al autor. Tampoco las similitudes «el objetivo debería ser impedir que China altere el equilibrio de poderes…y su capacidad de moldear el orden internacional surgido de la victoria de los EEUU en la Guerra Fría…este rival, como antes la URSS, se mueve por una combinación de resentimiento y ambición –nacionalismo, intensa inseguridad autocrática, y los diseños grandiosos de un emperador de por vida–». Que juzguen nuestros apreciados lectores si la Summit of Democracy puede considerarse un diseño grandioso tal.
Para Kennan, el teólogo protestante y pensador político Reinhold Niehbur «era el padre de todos nosotros». Por aquel entonces, EEUU rebosaba de fe en la superioridad de sus valores y de su sistema político. ¿Puede decirse lo mismo hoy en día? Al Containment lo respaldó un amplio consenso social sin apenas fisuras. Si un nuevo Containment, mutatis mutandis, fuera la estrategia óptima para los EEUU, entonces para aguantar el pulso del siglo a China, EEUU tendría que creérselo y mucho.
¿Por qué hacemos la guerra? Es una de las preguntas perennes de la ciencia política. El ya clásico artículo Rationalist Explanations for War, de James Fearon (1995), cuestionó algunas de las respuestas tradicionales.
Una de ellas es que se guerrea cuando los estados calculan erróneamente sus fuerzas relativas basándose en información inexacta. Mas para Fearon la mala información es una condición necesaria pero no suficiente para la guerra. La respuesta tradicional pasa por alto que los estados están incentivados a compartir información sobre su fuerza y sus líneas rojas. Lo racional, lo económico es poner todas las cartas sobre la mesa, evitar un mal cálculo que lleve a la guerra, y negociar una solución de antemano que le ahorre a ambas partes el coste de la guerra, que no deja de ser una ineficiencia.
¿Si podemos negociar y quedarnos con el balance, entonces por qué seguimos guerreando?, insiste Fearon. La causa de la guerra no puede ser la (mala) información, sino aquello que impide su diseminación. Para Fearon esto son los incentivos de las partes a exagerar su poder y su determinación y de esconder su debilidad para extraer las mejores condiciones de una negociación (incentives to misrepresent information es como lo expresa él).
El balance. Podemos dar por sentado que Washington y Pekín tienen canales privados para compartir información sobre sus respectivos límites. Sirva como ejemplo Bush padre cantándole las cuarenta a Pekín en público tras Tiananmén, pero ratificando su confianza en la apertura China en petit comité, apertura que nunca llegó, huelga decirlo. Ahora bien, cualquier ofuscación de estos canales puede llevar al error y a la catástrofe a escala planetaria cuando dos superpotencias andan en competencia geopolítica por medio mundo.
El fisgón histórico. Kennan llegó a representar a la élite WASP (White Anglo Saxon Protestant) –hoy prácticamente extinguida– ganándose sus mentes y sus corazones. Pero en realidad siempre fue un outsider. Su ascenso a las altas esferas políticas de la costa este comenzó en Princeton, donde se enroló siguiendo los pasos de otro célebre midwesterner que vivió angustiado en los márgenes de «la sociedad»: Scott F. Fitzgerald, autor de The Great Gatsby, pero sobre todo de This Side of Paradise. Kennan se identificaba con su protagonista, Amory Blaine, basado en el propio Fitzgerald. Blaine deja Princeton. A él lo deja su amada por un hombre más hecho o menos roto. Termina la novela vagabundeando, hasta que un rico desconocido se ofrece a recogerlo en su automóvil. Conversan y –ya sin nada que perder– Blaine abraza el socialismo. Admite estar improvisando. «I know myself, but that is all», concluye.
Kennan influyó en Latam, mas no brilló por su clarividencia, como lo había hecho en Eurasia. En el único viaje que hizo a la región en 1950, se bastó de los prejuicios de sus embajadores allí destinados, en plena paranoia anticomunista de la Guerra Fría temprana, en vez de hacer lo que mejor hacía: observar y analizar el tejido social para luego describirlo con una prosa magistral. Tras el viaje planteó su corolario a la Doctrina Monroe: «no podemos ser demasiado dogmáticos con respecto a los métodos con los que los comunistas locales deben ser tratados».
Quizá lo rediman sus memorias. En ellas se retracta de su juicio apresurado sobre Latinoamérica. «A pesar del énfasis de estos pasajes [cita su trabajo de mitad de siglo] en el elemento trágico de la civilización latinoamericana, tengo en otro sentido una alta opinión de ella, y hasta veo en ella la mejor esperanza de la humanidad para el futuro…el continente sudamericano puede algún día demostrar que es el último reducto y custodio de los valores humanistas y cristianos que los hombres de Europa y Norteamérica han descartado».
SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
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Chile es causa célebre en Latinoamérica, donde su giro a la izquierda es tenido, según el parecer, por valeroso esfuerzo revolucionario o plena decadencia a la venezolana. Aunque se han suavizado los reclamos de la izquierda, el país aún no sale de aprietos: ha salido muy cara la gestión del COVID-19, así como la capitulación fiscal a las fuerzas del estallido social. El ganador de la contienda Boric-Kast tendrá que lidiar con todo esto. Desde El Americanista analizamos la situación chilena ad portas de elecciones el domingo y también repasamos nuestra cobertura chilena. (En imagen dos vidas paralelas. A la derecha, Alexis de Tocqueville. A la izquierda, el Tocqueville hispano: Juan Donoso Cortés)
Todos a las urnas. Boric y Kast se han desplazado al centro político, buscando atraer un electorado escéptico y poco entusiasta. Ambos han aceptado que no está el horno para bollos: Kast, libertario por excelencia, ha tenido que postergar su propuesta de reducir el impuesto sobre sociedades, mientras que Boric ya reconoce que busca recaudar un 5%, y no un 7%, del PIB en impuestos adicionales. En resumidas cuentas, Kast sabe que no habrá dinero para solventar un bajón de impuestos; Boric los quiere subir sin ahuyentar inversión. Se mantienen los matices ideológicos, pero la homogeneización nos trae un Boric recortado y afeitado, aunque incapaz de llevar corbata, y un Kast que no mete la pata hablando de Pinochet.
La economía chilena augura dificultades a corto plazo, si bien sigue siendo fundamentalmente sólida. Los retiros de fondos de AFP —$49.000M en total— estimularon la economía en su momento, pero han dejado en apuros a todo el sistema de pensiones privadas. Por lo demás, el miedo a la izquierda ha traído consigo la fuga de $50.000M, mientras que el peso cae en picada frente al dólar y la inflación asciende a 6,5%. Como prueba de la inquietud del chileno, podemos decir que en los últimos 24 meses se han triplicado los saldos de las cuentas en moneda extranjera, llegando a $1.600M.
Al calmarse las aguas, es factible que a esta época se le recuerde por el nacimiento del Estado del bienestar chileno, completando la evolución anhelada por la izquierda. Este era el reclamo fundamental de los manifestantes del estallido social. El generoso régimen de ayudas se solidificó con la pandemia, gastándose un 14% del PIB. Todo esto ha dejado un déficit cuantioso y una deuda externa que en 2018 ascendía a un 25,6% del PIB y el año que viene llegará al 37,3%. El Estado tendrá que encontrar la forma de costear las ayudas sociales: incluso Kast ha aceptado no tocarlas.
El Chile aristocrático. En nuestro primer artículo chileno, abordamos la cuestión constitucional y explicamos por qué la Constitución de 1980 es tan controversial. Se trata, en efecto, de un documento creado para legitimar la dictadura pinochetista. Jaime Guzmán, al que antes hemos tildado de «filocarlista y filodonosiano», reconoció este hecho y plasmó los motivos de la Constitución: establecer unas rígidas estructuras de gobierno para así «constreñir» al adversario incluso cuando este llegase al poder. En aquel artículo también trazamos la historia constitucional del país, que se ha caracterizado por su estabilidad desde la temprana República, cuando Diego Portales introdujo un estilo autoritario y elitista centrado en la figura del presidente. El presidente gradualmente perdió competencias, dando lugar a un parlamentarismo de facto, pero se mantuvo el absoluto respeto a las instituciones.
Tocqueville en Santiago. Las agitadas circunstancias harían pensar que el modelo económico chileno es singularmente cruel y desigual. Sin embargo, Chile es indudablemente el país más exitoso de Latinoamérica: es más rico, en términos per cápita, y menos desigual que Colombia, México y Brasil. Hasta el estallido social, era el referente regional en cuanto a estabilidad y el Estado de derecho. Las revoluciones rara vez surgen de la muchedumbre hambrienta y harapienta; como dijera Tocqueville de EEUU, la celosa defensa de la igualdad se da sólo cuando la sociedad es relativamente igualitaria. Chile sigue siendo desigual para los estándares de los países desarrollados, pero su coeficiente de Gini demuestra una tendencia a la baja. A medida que se consagre el Estado del bienestar, quedará reforzada esta tendencia.
Los Kast. José Antonio Kast es presidenciable. Analizamos su figura y orígenes en una entrega anterior, constatando sus facetas distintivas. Es católico devoto, conservador y libertario. Le persigue la herencia pinochetista, de la cual antes alardeaba, si bien hoy pretende disimularla; es innegable, pues su hermano, el Chicago boy Miguel Kast, fue ministro y después presidente del Banco Central durante el régimen. El patriarca de la familia fue, además de prolífero católico, teniente del Ejército nazi, una verdadera desgracia para su hijo político.
Izquierda domada. Hasta la primera vuelta electoral, en Chile sólo se observaba una ola izquierdista con un poder desmedido. Esto ha cambiado: Boric y Kast están prácticamente empatados; la Convención Constitucional, singularmente radical, no goza del apoyo popular. De ganar Kast, está claro que no prosperará la Constitución, en cuya contra se desplegarían todos los poderes de la presidencia. Incluso ganando Boric, la radicalización de la Convención podría ahuyentar a la izquierda más moderada, produciendo una gran coalición que rechazaría la Constitución en el referéndum aprobatorio.
Descuentos. Los chilenos van a votar con una alta tasa de inflación y una moneda considerablemente devaluada. También ha subido el riesgo país. Pero desde El Americanista opinamos que Chile está barato; la ansiedad provocada por los procesos políticos, entre ellos los comicios, oculta el valor fundamentalmente sólido de los activos chilenos. Gane quien gane, el modelo será reformado, mas no desmantelado: Chile es un país rico en recursos naturales, posee una fuerza laboral y un tejido industrial relativamente sofisticados y no se ha desprendido de su tradición de estabilidad política.
El atractivo de Kast. José Antonio Kast no goza de apoyos en la prensa internacional. Su popularidad es, en cierto sentido, un hecho incomprendido. Se fundamenta en la mano dura; para sus seguidores, Kast es el martillo necesario ante casi tres años de desórdenes políticos. Es el candidato de quienes resienten la criminalidad, en especial el narcotráfico, y la inmigración ilegal; es el principal partidario del estado de excepción en La Araucanía, donde arrasó en primera vuelta. Los de rentas altas son más propensos al conservadurismo del Partido Republicano chileno, pero Kast también ha atraído a los «fachos pobres», que ven en él un paladín del orden y la paz social.
SEBASTIÁN INCHÁUSTEGUI | CIUDAD DE MÉXICO
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Por qué importa. La violencia y sofisticación del armamento del narco en México han aumentado de la mano y considerablemente. El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se ha visto forzado a desplegar fuerzas militares en zonas turísticas como las playas de Cancún (el destino más popular del país). A la vez, el canciller mexicano Marcelo Ebrard, un personaje recurrente en el grupo cercano del presidente que suena con fuerza para las presidenciales de 2024, ha decidido ampliar y protagonizar la lucha antiarmas en otro frente: el legal y diplomático. ¿Cómo? Tocando en la puerta de los tribunales estadounidenses y demandando directamente a las empresas de armas de EEUU, y aprovechando el transitorio protagonismo diplomático de México en la ONU para avanzar la campaña.
En el norte, el Gobierno Mexicano promovió una ambiciosa demanda ante las cortes estadounidenses acusando el involucramiento de la industria armamentística en la crisis de tráfico ilícito de armas de fuego provenientes de EEUU a México. A las empresas de armas, se les acusa de responsabilidad y negligencia en el suministro ilícito de pistolas y ametralladoras que acaban en manos del narco.
En el sur, el pleito con el narcotráfico ha obligado al gobierno mexicano a desplegar Fuerzas Armadas a lo largo de playas turísticas. Parte de la recuperación económica de la que depende México reside en el turismo. En lo que va del 2021, según datos del FT, más de 20 millones de personas han transitado por el aeropuerto de Cancún. Mantener la viabilidad turística de Cancún es prioritario para el Gobierno.
Como suele suceder, existe más de una justificación para comprender el actuar de AMLO. Además de la narrativa de combate al narcotráfico y la salvaguarda de los ingresos turísticos (suponen nada menos que el 28% del PIB), detrás se esconde la ruta más clara de Ebrard hacia la candidatura presidencial de Morena en 2024.
Voces. «Marcelo Ebrard ha hecho un buen trabajo, con su equipo, para controlar la entrada de armas de EEUU a México», aseveró AMLO en conferencia mañanera del 16 de diciembre. En el marco de la Reunión Regional de la Comunidad de Profesionales Contra el Tráfico Ilícito de Armas de Fuego y Delitos Conexos de la UNODC en Panamá, representantes de la Secretaría de Relaciones Exteriores presentaron informes respecto del litigio que México enfrenta contra empresas armamentísticas de EEUU. El propio Ebrard compartió en redes su apoyo a los movimientos antiarmas de EEUU.
En perspectiva. Cuando se habla del fenómeno del narcotráfico en México, los lentes suelen enfocarse en los cárteles y sus protagonistas. Es raro escuchar dentro de la ecuación la inconmensurable demanda de drogas que existe en los EEUU (de la que se deriva el resto del negocio). Aún más extraño es escuchar sobre la responsabilidad que tienen los fabricantes y distribuidores de armas en EEUU, que basan una parte considerable de su negocio comerciando indirectamente con grupos de narcotráfico, permitiéndoles crear amenazas suficientes al gobierno como para matizar e influenciar en sus políticas.
Recientemente, México reviró su estrategia de combate al narcotráfico hacia la industria armamentística de EEUU. Su estrategia se centra en dos frentes principales: el jurídico y el diplomático.
La vía legal. El proceso es «Estados Unidos Mexicanos vs. Smith & Wesson». El 4 de agosto del 2021, el Estado mexicano, por conducto de la Secretaría de Relaciones Exteriores, promovió una demanda civil ante una corte federal en Boston, en contra de 11 empresas productoras y distribuidoras de armas de fuego. Se les reprocha responsabilidad y negligencia en el tráfico ilícito de armas hacia México.
Smith & Wesson, Barret Firearms, Beretta, Century, Colt’s, Glock, son algunas de las empresas demandadas. México alega daños cometidos en su territorio por gastos en materia de salud y seguridad pública, en que ha incurrido como consecuencia de la omisión de las empresas de ejercer el debido cuidado en sus procesos. También alega que las demandadas se han beneficiado económicamente de su negligencia. Ejemplo de ello es el incremento de ventas en estados fronterizos.
El 22 de noviembre las empresas demandadas solicitaron desechar la demanda promovida por México con base en 6 argumentos principales. Los más relevantes son que México no tiene legitimidad procesal, que el vínculo causal entre la conducta de las demandadas y los daños alegados es demasiado prolongado, y por lo tanto atenuado, que las demandadas no tienen deber de proteger a México de delitos cometidos en su territorio y que México no puede invocar el derecho nacional para subsanar lagunas del derecho estadounidense.
Gran parte del juicio se decidirá sobre quién gane el argumento de aplicabilidad extraterritorial de la Ley de Protección de Comercio Legal de Armas. En caso de considerar que aplica, excusa a las empresas demandadas de responsabilidad por delitos de terceros. En caso de que no aplique respecto de delitos cometidos fuera de EEUU, México daría un importante paso en el juicio.
La vía diplomática. Además de las acciones legales tomadas en EEUU, la diplomacia ha resultado un medio distinto para presionar a EEUU. En su calidad de miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, México asumió, en el mes de noviembre, la presidencia. Rápidamente se hizo evidente que aprovecharía su tiempo al frente de uno de los órganos más importantes para empujar sus pretensiones en materia de tráfico ilícito de armas.
«Los actores privados deben contribuir con acciones decisivas de autorregulación y de monitoreo de sus cadenas de distribución a fin de evitar el desvío y tráfico ilícito de las armas [y] asegurarse que las que fabrican […] no lleguen a manos criminales» expresó Ebrard en su comparecencia ante el Consejo de la Seguridad.
En el radar. Es bien sabido que la competencia por la sucesión presidencial de Morena ha comenzado. Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum (Jefa de Gobierno de la Ciudad de México) compiten por la delantera.
Mientras que a la Jefa de Gobierno se le ha señalado por haber iniciado actos de precampaña, el canciller mexicano tomó el papel protagónico en la búsqueda de vacunas a principios de año. Hasta fue nominado a «persona del año» por la Asociación de Control de Armas con motivo de la demanda promovida por la SRE.
Ebrard ha demostrado talento para posicionarse como protagonista de las causas justas de la «4T». Además, él es el único sucesor que ha tenido AMLO en una posición de gobierno anterior (sucedió a AMLO como Jefe de Gobierno de la CDMX de 2006 a 2012). Como se dice en EEUU: «no es su primer rodeo».
MARCOS SUÁREZ SIPMANN | RIBADESELLA
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Es noticia. El lunes el ministro de Finanzas de Corea del Sur anunció la intención de su país de unirse al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TIPAT o CPTPP por sus siglas en inglés). En su versión renegociada tras la salida de EEUU, el TIPAT cuenta con 11 miembros entre los que se cuentan México, Chile y Perú. El ministro confirmó también que la 10ª economía mundial se prepara para retomar conversaciones para la firma de un Tratado de Libre Comercio con México.
Si aumenta la tensión con Pekín y la securitización de la cooperación tecnológica, las relaciones internacionales con China estarán expuestas a mayor riesgo. Ello incrementa para Latam el valor de socios con tecnología punta como Corea. Ante esto –y ante el proteccionismo chino–, Seúl se erige como puerta de entrada al mercado asiático.
Lazos de sangre colombiana. En agosto el presidente Iván Duque visitó Corea del Sur donde se reunió con su homólogo Moon Jae-in. Temas prioritarios: salud y fabricación de vacunas, así como la reactivación económica colombiana. Acompañado por 6 ministros y una decena de empresarios su agenda incluyó encuentros con directivos de hospitales de vanguardia y presidentes de empresas icónicas como Samsung, Hyundai y LG.
Su historia compartida deriva de la participación de los casi 5.000 combatientes del «Batallón Colombia» en la Guerra de Corea. Al ponerse fin a las hostilidades en 1953, Colombia acumulaba 196 muertos y desaparecidos, y más de 400 heridos. Una contribución que Corea del Sur agradece y recuerda. Prueba de estos lazos son las becas que la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (KOICA) entrega a Colombia.
Otro ejemplo es visible en la cultura con la película «Bogotá». El rodaje con reconocidos actores de ambos países y aplazado por la pandemia finalizó en septiembre. Ambientado en la Colombia de los 90, este thriller criminal cuenta la historia de un joven coreano que emigra a la capital latinoamericana. El estreno previsto el año próximo es uno de los más esperados.
El TLC cumple 10 años y el viaje elevó la relación a una «asociación bilateral estratégica» apoyada por este acuerdo firmado en 2011. Seúl manifiesta su intención de acercarse a la Alianza del Pacífico.
El fenómeno «Pescorea» en México. En Pesquería, localidad del estado mexicano de Nuevo León, se inició en 2014 un boom industrial con la puesta en marcha de la automotriz Kia México. Junto a ella, llegaron constructoras, proveedoras de insumos y de ingeniería generando miles de empleos. Vinieron tantos coreanos que empezó a llamarse a la zona Pescorea. El término abarca también la transformación en zonas de otras municipios como Apodaca y San Pedro. La influencia coreana –en el área metropolitana de Monterrey– se muestra con los avisos español/coreano en los negocios: desde peluquerías hasta supermercados, pasando por restaurantes, agencias de viaje, academias de idioma y de taekwondo, tiendas de cosméticos y K-beauty o despachos de abogados.
En 2020, Pesquería contaba con 147.624 habitantes, un crecimiento del 608% respecto a 2010, según el portal oficial DataMéxico. Entre 2018 y 2020, fue el municipio que atrajo mayor inversión extranjera directa según la Secretaría de Economía del Gobierno Federal.
Visitas ticas. El mes pasado el costarricense Carlos Alvarado, visitó Corea del Sur para favorecer la recuperación económica. Su objetivo: posicionar a Costa Rica como destino de inversión y reforzar las excelentes relaciones diplomáticas que cumplen 60 años en 2022. Se firmó un memorándum de entendimiento sobre la cooperación en gobierno electrónico en el país centroamericano.
Se acordó también impulsar el crecimento pospandemia centrándose en los sectores digital y de las tecnologías medioambientales con el acceso de compañías surcoreanas a proyectos tecnológicos y de infraestructura. Moon alabó el Plan Nacional de Descarbonización costarricense, «que está ocupando un rol estelar de cara a lograr la neutralidad de carbono», y cuya estrategia ligarán con el llamado «New deal» del Gobierno surcoreano.
La Ola Coreana o «Hallyu». Es la punta de lanza del soft power coreano. Grupos exitosos de este tsunami mezcla de música y reality del K-pop son BTS o EXO, de la agencia SM Entertainment. También YG y JYP Entertainment. Al principio el contenido cultural ingresaba en Latinoamérica mediante las embajadas. Las primeras fueron Chile, Venezuela, Panamá…Después se unieron Perú, Argentina y México. En estos últimos al éxito contribuyó la inmigración coreana.
A los aspirantes seleccionados se les enseña danza, actuación e idiomas. Si necesitan cirugía plástica la empresa paga. La «música ídolo» involucra a mucha gente. La cara oculta es que en esta forma de industria planificada de entretenimiento se ha dado una importante cantidad de acusaciones de abuso.
BTS, TWICE y otras bandas de K-pop visitarán México en 2022, donde por otra parte se prepara un reality show, lo que confirmó la agencia de noticias surcoreana Yonhap: «una vez lanzado el programa se formará un grupo masculino de género K-Pop de Sudamérica».
En las protestas en Colombia miles de seguidoras de K-pop boicotearon tendencias de Twitter. Un activismo digital, según las k-popers, a favor de los derechos humanos.
«Hallyu» incluye también series televisivas coreanas o K-dramas con grandes éxitos como «Una estrella en mi corazón», «Escalera al cielo» o «La joya en el Palacio». A diferencia de las latinas, las coreanas tienen menos episodios. Relatos juveniles, románticos, dramáticos, a veces cómicos. Novedosa es la exquisita estética en las escenas de amor que tienen lugar en paisajes extraordinarios. Hay cero violencia a menos de que se trate de un thriller.
Korean New Deal. Este plan del Gobierno coreano reactivará la economía tras el COVID-19 mediante el impulso digital y verde, abriendo una ventana de posibilidades a grandes empresas y PYMES con una inversión de $135.000M. Se busca invertir en energía solar y eólica marítima y en hidrógeno.
El plan construye sobre la cuota de mercado de casi el 22% mundial en telefonía móvil, un 73% en dispositivos de memoria y 38,8% en baterías de litio de la que puede presumir Corea.
Los coreanos dedican el 4,5% de su PIB al I+D+i, con el 15,3% de los empleos relacionados con la investigación. Es un contexto favorable para las startups y muestra un apoyo a universidades e institutos de investigación considerable, que se refleja en los proyectos que presentan. Según el Banco Mundial, Corea ocupa la 5ª posición entre los países que más facilidades ofrece para establecerse. Por todo ello, lidera el Índice de Innovación 2021 publicado por Bloomberg.
Corea del Sur fue pionera en disponer de una red móvil 5G comercial. Ahora, la implantación del 5G y el desarrollo de la Inteligencia Artificial convierten a Seúl en un socio cada vez más relevante. Su New Deal digital y verde constituye el gran atractivo de esta pequeña nación asiática de 51M de habitantes.
En marzo tuvo lugar en Seúl el Foro de Cooperación Digital Corea-Latinoamérica 2021. Con planes de cooperación en redes de telefonía 5G, gobierno digital, ciberseguridad, ciudades y granjas inteligentes, los países latinoamericanos aspiran a superar las dificultades del proceso de desarrollo digital fijándose en Corea.
Revista de prensa
HEMISFERIO
Reuters: Remates petroleros en Latam despegan tras dos años de parón | «Las fronteras petroleras latinoamericanas están nuevamente bajo los focos con remates en Brasil, Guyana y la región andina que se espera atraigan ofertas de grandes firmas petroleras a pesar del llamado mundial de acabar con el desarrollo de los combustibles fósiles»
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SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
1302 palabras. 7 minutos de lectura. 23 fuentes.
Es noticia. Las últimas semanas han sido pésimas para el bitcóin, la cota de referencia para todas las criptomonedas. Hacia el 14 de noviembre, un bitcóin equivalía a $65,3K y el día 10 había registrado su máxima histórica de $68,9K. Estas cifras tan halagüeñas resultaron efímeras, pues les ha seguido una caída en picado ininterrumpida. Al momento de redacción de este hilo, el bitcóin ronda en torno a los $48K, valoración que devendrá anticuada antes de concluir el párrafo.
Mucho se ha especulado en torno a los motivos del desplome. En resumidas cuentas, podemos atribuirlo al fortalecimiento del dólar y las expectativas temporalmente bajistas frente a la variante ómicron; la primera es consecuencia de la última, pues los grandes capitales, buscando solidez y certeza, se refugian en el dólar, perjudicando a todos los activos de riesgo. A esto debemos sumar las perennes tentativas de regulación por parte de China, India y EEUU, aunque dudamos de su eficacia; la total prohibición impuesta por Pekín no supuso traba alguna para los récords de octubre y noviembre, y en Washington y Nueva Delhi parecen decantarse por la vía moderada.
Los paladines de las criptomonedas insisten en que no ha de cundir el pánico. A pesar de los vaivenes, para nada inesperados en semejante «ecosistema», ha sido un año de plusmarcas: no fue sino hasta enero que el bitcóin alcanzó los $40K, como parte de un rally que lo llevó de $10K en octubre de 2020 a $59K en mayo. Se refugian en la tesis de que los ciclos de las criptomonedas se están alargando, de ahí el entusiasmo del inversor anónimo que ha aprovechado el bajón para comprar $150M en bitcóin.
Finanzas alternativas. Las criptomonedas podrían parecer profundamente ajenas a Latinoamérica, que, más allá de los nebulosos empréstitos decimonónicos, no se caracteriza por la sofisticación de sus instrumentos financieros. Sin embargo, la región ha querido ser escandalosamente pionera, recurriendo no sólo a las criptomonedas, sino también a los denominados neobancos, notorios por sus nulas comisiones y carácter digital; los países de la región hoy se valen de estos medios para dispensar ayudas estatales e incluso subastar bonos soberanos.
Es en El Salvador donde nos encontramos con el aparato estatal más probitcóin de la región. El presidente Bukele, entrañable o pueril según el criterio, ahora prevé recurrir a los inversores de criptomonedas para que le presten los $1.000M que el FMI no desembolsa. Lo más seguro es que la oferta salvadoreña termine suscrita en exceso, pues, además de prometer un cupón anual del 6,5%, Bukele tiene la intención de destinar la mitad del préstamo a la compra de bitcóin y dividir las ganancias, si las hubiere, entre el Estado y sus acreedores.
Más allá de la saga salvadoreña, Latinoamérica bien podría dotar a las criptomonedas, sobre todo al bitcóin, de utilidad cotidiana, desestimando así la principal objeción de los tradicionalistas, que tienen a las criptomonedas por bienes locamente especulativos. El principal «caso de uso», por adoptar la jerga del espacio, yace en el envío de remesas. Mientras que las remesas enviadas desde EEUU están sujetas a tarifas de 5,22% (en promedio), las de bitcóin tienden a caer y se han mantenido alrededor de los $2 al cabo de los últimos meses. Para hacer frente a la volatilidad y reducir aún más las tarifas, la mexicana Bitso ha empezado a comercializar las remesas en stablecoins, cuyo valor está anclado a una moneda real (o fiat), como el dólar. Las stablecoins, como Tether y USDC, también se aproximan a la tenencia de dólares, cosa que en México es difícil para los particulares residentes fuera de la franja fronteriza.
Esta función se puede compaginar con la de reserva de valor, sobre todo en países como Venezuela y Argentina, donde las monedas nacionales han perdido la confianza popular. Es por esto que Venezuela registra una de las más altas tasas de uso de criptomonedas, que, lejos de limitarse a la especulación financiera, han llegado a usarse en el comercio cotidiano, aunque evidentemente predomina el dólar, mediante el cual se efectúan el 66% de las transacciones domésticas; en Argentina, en pleno «cepo al dólar», el bitcóin atrae muchísima atención a pesar de ser más caro que en países con tasas de cambio libre.
Sí, pero. Se nos ha hablado de un mundo que las criptomonedas transformarán en una especie de País de Cucaña, pero la realidad bien podría ser otra. Las dudas van más allá de la volatilidad de estos activos y de su total carencia de uso práctico, al menos en la actualidad.
También es válida la crítica de que políticos como Bukele buscan camuflarse detrás de las criptomonedas, adquiriendo una imagen moderna y progresista en el sentido más amplio de la palabra.
Las criptomonedas, sobre todo las stablecoins, están amenazadas de muerte por la regulación estatal. Actualmente carecen de regulación, pero existen motivos de sobra para sospechar que su valor, en teoría equivalente al del dólar, no está respaldado por reservas suficientes, de ahí las ansias regulatorias del Congreso estadounidense. Tether, la principal stablecoin, ya ha sido multada por las autoridades yanquis. A esto debemos agregar las críticas de los bancos centrales, que, incluso de aceptar las virtudes de la blockchain, crearían sus propias monedas digitales.
Incluso reconociéndoles sus méritos a las monedas establecidas, podemos sospechar de las altcoins, muchas veces llamadas, de forma tan vulgar como certera, shitcoins. Son demasiado frecuentes los casos de criptomonedas en teoría prometedoras que caen a manos de un rug pull, donde los fundadores repentinamente venden sus valores en cartera, se retiran y hunden el proyecto.
En el radar. Latinoamérica no sólo se suma a la moda de las criptomonedas. El sector tecnológico regional también atrae cuantiosas inversiones de los principales fondos de capital de riesgo. En agosto ya se hablaba de $12.000M en influjos, en su mayoría provenientes de EEUU y Asia.
En mayo Bitso, el antedicho mercado de intercambio de criptomonedas, se convirtió en «unicornio» al recaudar $250M y concretar una valoración de $2.200M. Otro éxito rotundo es el de Nubank, un banco digital brasileño que debutó el jueves en la Bolsa de Nueva York, cosechando un alza del 15% y una valoración de $50.000M. Esto supone un desenvolvimiento infinitamente superior al de Grab, el gigante singapurense que se desplomó el día de su salida a bolsa, perdiendo un 37,61% en lo que va de año. Y es que Latinoamérica, con una población similar a la del Sudeste Asiático, está dotada de mercados internos más variados, más grandes y, en la mayoría de los casos, más ricos.
Hay quienes auguran una edad dorada, aunque preocupa que el boom se vea limitado a fondos extrarregionales, como lo son Coatue y SoftBank, sin que surjan grandes inversores latinoamericanos.
Bendiciones de la pandemia. El coronavirus ha supuesto una gran ayuda al sector comercio electrónico latinoamericano. Los latinoamericanos, rezagados en cuanto a la adopción de modos de pago electrónicos, han revolucionado sus hábitos.
El 15% de las ventas minoristas en la región son en línea y la industria mantendrá una tasa anual de crecimiento en torno al 30%. En mercados que, al contrario de México y Brasil, no tienen un largo historial, se registran cifras mucho más altas: 82% en Bolivia, 56% en Perú, 50% en Paraguay.
Quizá lo más interesante es que no dominan firmas extranjeras, como lo son Amazon y Alibaba. Mercado Libre, originalmente argentina pero más bien panlatina, fue el gran ganador de la ola digital de la pandemia. En efecto, sus filiales brasileña, argentina y mexicana ocupan los tres primeros lugares en la tabla del e-commerce latinoamericano; su filial colombiana ocupa el décimo puesto, mientras que Amazon (Brasil) se conforma con el sexto puesto en la región.
Y, como para demostrar el ímpetu de las criptomonedas, Mercado Libre permitirá la tenencia de criptomonedas en las carteras digitales de sus clientes brasileños.
MARCOS SUÁREZ SIPMANN | RIBADESELLA
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Es noticia. Barbados se despide de la monarquía británica para convertirse en una república tras 400 años como colonia. Desde el pasado día 30 –55º aniversario de su independencia– la isla caribeña dejó de tener como jefa de Estado a la reina Isabel II. La nueva presidenta es Sandra Mason.
Durante ese tiempo, incluyendo 200 años como centro del tráfico esclavista, la influencia británica supuso represión y terribles condiciones. No hubo beneficios. Ni antes ni después se otorgaron subvenciones para educación, atención médica, infraestructura, agricultura o turismo.
Sin ayuda británica y con una población de 285.000 habitantes, ha prosperado con una economía diversificada hacia el turismo. No obstante, fenómenos climáticos adversos y la pandemia han agravado el escenario. La recuperación se adivina lenta con el 170% de su PIB comprometido y habiendo incumplido los pagos de los créditos concedidos por el FMI.
Significado psicológico: el pequeño país demuestra ser capaz de administrar sus propios asuntos en democracia. Completamente libre, no solo una colonia independiente. Amigo de todos, satélite de nadie.
El cambio se ha producido en un ambiente de buena voluntad y amistad como indica la asistencia de Carlos, príncipe de Gales, invitado de honor.
Entre líneas. Westminster teme un punto de inflexión. La decisión de Barbados puede influir en otros países caribeños con Isabel II como jefa de Estado. Ya en 2016 el gobernador general de Jamaica, Patrick Allen, propuso aprobar una enmienda constitucional «para reemplazar a su majestad la reina con un presidente no ejecutivo como jefe de Estado».
Hay un movimiento para la reparación por las injusticias cometidas durante la era del esclavismo. La justicia restaurativa no es solo pedir dinero, es diálogo y una serie de incentivos que ayuden a desarrollarse a una nación durante mucho tiempo relegada. Barbados construirá un museo de la esclavitud transatlántica con la colección más grande de registros de esclavos fuera del Reino Unido.
La decisión de independizarse ha sido en parte influenciada por las actividades de China, que ha invertido en la economía de Barbados más de $530M para mejorar las infraestructuras al tiempo que envía mascarillas y dosis de su vacuna contra el Covid.
Sin salir de la Mancomunidad de Naciones, Barbados va a potenciar su papel dentro de la Comunidad del Caribe.
El fisgón histórico. Desde finales del siglo XIX, los países pertenecientes al Imperio británico que fueron adquiriendo cierto grado de independencia –los Dominions–, empezaron a asistir a conferencias con el reino. En 1926 acordaron ser todos miembros iguales de una comunidad dentro del imperio, independientes en cuanto a gobierno, pero con lealtad al rey. Se la bautizó como Mancomunidad Británica de Naciones. En 1949 la Declaración de Londres estableció que las repúblicas independientes y otros países podían formar parte de ella, dando lugar a la moderna Mancomunidad de Naciones. Su funcionamiento está basado en la cooperación voluntaria, libre e igualitaria. Su próximo jefe será el príncipe Carlos tras ser elegido por el grupo en 2018.
La Commonwealth cuenta con 54 países independientes y semiindependientes que en su mayoría mantienen lazos históricos con Reino Unido. De ellos están en el Caribe y América Latina: Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, Granada, Guayana, Jamaica, Santa Lucía, Saint Kitts y Nevis, San Vicente y las Granadinas, Trinidad y Tobago.
Los llamados «territorios británicos de ultramar». A los estados mencionados se suma un conjunto de colonias y territorios que no se independizaron. En el hemisferio occidental, incluyen Anguila, Islas Caimán, Bermudas, Islas Vírgenes Británicas, Montserrat y las Islas Turcas y Caicos. Las dos primeras y otras entran y salen de la lista negra de paraísos fiscales señalados por la Unión Europea. El Brexit ha llevado más confusión, si cabe, a su vaporosa y confusa situación.
Malvinas/Falkland. También constituyen un territorio británico de ultramar. Londres ratificó su presencia militar allí. La cancillería argentina en un comunicado oficial en marzo volvió a reclamarlas señalando que Reino Unido «debe escuchar» a la comunidad internacional, ya que esta «promueve el fin del colonialismo en el mundo». El conflicto se remonta a la rivalidad cultural y comercial entre los imperios español y británico.
El primer ministro Boris Johnson declara que «seguiremos defendiendo la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich, garantizando la protección de los intereses de las 3.500 personas allí, de acuerdo con el principio de autodeterminación».
Una pretensión que encubre la exploración petrolera y más allá apunta hacia los territorios chilenos y argentinos en la Antártida. Un marco geopolítico complejo en que Argentina y Latinoamérica deben saber jugar sus bazas. Reino Unido es hoy menos poderoso que en el pasado y el Brexit acentúa esa debilidad. Sin olvidar que China muestra interés por el Atlántico Sur.
Su realidad económica inquieta a Londres, pues los últimos años estas islas venían exportando a la UE productos, básicamente pesca, por valor de más de 225M$. Se prevé que ese comercio disminuya afectado por las tarifas impuestas por Bruselas.
Impacto del Brexit. Reino Unido, una de las 10 economías más importantes del mundo por volumen de PIB, es un mercado pequeño para el comercio latinoamericano. Su salida de la UE no constituye una amenaza existencial para las economías de Latam, ni tampoco una oportunidad particularmente llamativa, ya que su peso económico en la región es limitado. Entre las economías principales de Latam Colombia es una de las que más depende de las compras británicas. Pero incluso este país envía a Reino Unido apenas un 2,5% de sus exportaciones. Brasil sólo depende de Reino Unido para apenas el 2% de las suyas. Y la cifra respectiva para México es menor al 1%.
La inversión británica en Latam, si bien importante para algunos países –Colombia, Perú– y en sectores como la minería, no tiene la dimensión de los flujos provenientes de otros países como EEUU.
¿Global Britain? La nueva estrategia nacional «Global Britain» (contenida en el extenso documento «Un Reino Unido global en una era competitiva») solo dedica un par de párrafos a Latam.
Y esto teniendo en cuenta que un tercio de los 66 acuerdos de libre comercio con países de fuera de la UE que Reino Unido estrenó con la implementación del Brexit el 1 de enero de 2021 se han firmado con la región de Latinoamérica y el Caribe. Se hicieron efectivos acuerdos con Chile y de Continuidad Comercial con México. También con bloques como la Comunidad Andina y con Centroamérica. Asimismo con 14 países del Caribe que, asociados como Cariforum, ya tenían esa relación con la UE. Un trato análogo con Mercosur se presenta complicado por la crisis interna del bloque que por otra parte ni siquiera ha visto ratificado el acuerdo firmado con la UE. Se busca un rápido acuerdo con Brasil.
Obligado a establecer nuevos acuerdos bilaterales con los demás países, Westminster se muestra desesperado intentando sumarse a acuerdos comerciales regionales ya existentes puesto que, fuera de la UE, pierde fuerza a la hora de negociar. En septiembre, Reino Unido mostró intenciones de unirse al T-MEC formando así lazos comerciales con América del Norte sin tener que negociar un nuevo convenio bilateral con cada uno de los 3 miembros. Un pacto que ni siquiera contiene cláusulas que permitan sumarse a otros países. Londres se vio en la necesidad de aclarar que no quiere entrar en el T-MEC. Desmintió el rumor calificándolo como «malentendido». Sí insistió en estar buscando un nuevo acuerdo comercial con México.
Más suerte podría tener en su deseo de entrar al Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (TIPAT o CPTPP por sus siglas en inglés), 3 de cuyos 11 miembros son latinoamericanos: México, Perú y Chile. Aunque no hay nada decidido Londres apura el paso para su ingreso.
El oro de Venezuela. En el Banco de Inglaterra se acumulan 31 toneladas de oro por valor de casi 1000M $ que Caracas lleva exigiendo desde 2018 cuando su crisis económica comenzaba a convertirse en sistémica y el oficialismo se proclamó vencedor de unas elecciones boicoteadas por la oposición y calificadas de fraude.
El oro representa el 15% de las divisas que posee Venezuela en el exterior. El caso del oro de Venezuela ha llegado a la Corte Suprema británica y la disputa –que se prolonga en el tiempo– enfrenta a Juan Guaidó, reconocido como presidente interino legitimo por Reino Unido, y al Ejecutivo de Nicolás Maduro, quien pese a controlar de facto las instituciones venezolanas no goza de reconocimiento diplomático ni credibilidad desde Londres. Johnson ha reafirmado la potestad de Guaidó sobre el oro venezolano. El juicio en los tribunales británicos es una decisión acerca de cuál es el legítimo Gobierno de Venezuela.
Más a fondo:
Para ver: Operación Algeciras: un documental, disponible en las profundidades de la red, sobre un sabotaje frustrado, de parte de un comando de hombres rana argentinos –mal pertrechado pero duro de roer– a buques británicos amarrados en la base de Gibraltar antes de que zarparan hacia la guerra de las Malvinas.
Para leer: British Lions and Mexican Eagles: Business, Politics, and Empire in the Career of Weetman Pearson in Mexico, 1889-1919. El nombre Pearson se asocia al gigante editorial y educativo. Antes, un Pearson hizo fortuna en –o con– el Porfiriato, antes de retirarse como político liberal de vuelta en Gran Bretaña.
JORGE LUIS DE LEÓN KOSTKO | MADRID
1762 palabras. 9 minutos de lectura. 25 fuentes.
Por qué importa. Con la salida gradual –pero cada vez más real– del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) del ruedo político, la política colombiana se ha reconfigurado en planos sin precedentes. Cuatro grupos políticos se disputarán la presidencia en mayo del próximo año; partidos políticos que resucitan después de décadas sin actividad, empresarios e independientes se lanzan al ruedo, la izquierda refuerza su discurso con la problemática social, y el propio uribismo cambia de rumbo.
Inversionistas extranjeros, bloques geopolíticos y grandes potencias han empezado a alinearse para brindar su apoyo a candidatos. Y con razón: Colombia es un país importantísimo para la región: miembro de la OCDE, salida al Atlántico y al Pacífico, poderosas oligarquías empresariales, recursos naturales, fronteras porosas y un Ejército profesional curtido en 60 años de conflicto. Para EEUU y sus aliados regionales, Colombia es el muro de contención a Venezuela. Para Venezuela, y sus aliados globales, la puerta de entrada al resto del continente.
¿Pero dentro del país, qué político tiene la receta para ganarse al elector promedio? Colombia supo afrontar asertivamente el COVID-19, por lo menos, así lo indican las cifras. El ejecutivo actuó con velocidad al confinar y con efectividad a la hora de vacunar. Pero las restricciones han afectado gravemente al colombiano de a pie. El 50% de los ocupados en Colombia son trabajadores informales. El dinero se mueve por debajo de la mesa y en las calles. Cerrar las calles es dejar a millones de familias colombianas sin alimento por meses. Es aquí donde comienzan los problemas: la brecha de la desigualdad es cada vez más amplia y los sentimientos de marginación e ira afloran camino a las urnas.
En el retrovisor. El gobierno de Iván Duque no ha realizado la gran reforma que anunció al instalarse en la Casa de Nariño en 2019. Podría argüirse que apenas ha tenido recursos políticos: ha tenido que manejar constantes crisis. Con tanta emergencia, intentar desmontar, como se prometió en campaña, toda la política del anterior gobierno —el de Juan Manuel Santos, que duró ocho años— no es tarea fácil.
Primero llegaron dos millones de migrantes venezolanos —que se sepa— al territorio nacional, la mayoría de ellos en condiciones de pobreza terribles. La gestión de esta crisis ha sido valorada positivamente por entes internacionales, pero a un país tan cerrado al extranjero como Colombia y con problemas sociales tan profundos y tan antiguos, le ha costado dar la bienvenida a los que alguna vez los acogieron. El tema es delicado, pero será uno de los que decidan la presidencia.
Después, un intento de reforma tributaria desató un paro nacional apoteósico en plena pandemia, dividió al país en dos, dejó al menos 51 muertos y ocasionó la renuncia del Ministro de Hacienda. Es claro que una reforma es necesaria: pero sin aplastar a la clase media. El costo político a pagar por ello será inmenso.
Un Duque impopular ha tenido que gobernar contra viento y marea. Su desaprobación ya roza el 70%. Los colombianos no quieren a Duque, y con la gente en contra, los políticos ya se han encargado de hacerle la vida imposible al presidente. Y este, intentando proyectar una imagen de tecnócrata serio y profesional, no ha sabido enfrentárseles en batalla con disposiciones ejecutivas para realizar los planes de gobierno. Podría decirse que le ha faltado la mano firme que pregona el eslogan de su partido.
Por la izquierda. De cara a las elecciones de mayo, el exsenador y candidato presidencial, Gustavo Petro, lidera las encuestas. La más favorable lo llevó a exclamar en redes «Estamos entre el 43 y el 47% de intención de voto para primera vuelta, y entre el 57 y el 68% para la segunda vuelta, según la encuesta Invamer. Podemos por tanto ganar en primera vuelta y lograr el primer triunfo popular en la historia de Colombia». (La primera vuelta se celebrará el 29 de mayo. La fórmula ganadora deberá obtener la mitad más uno del total de votos válidos, de lo contrario se realizará una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados el 19 de junio).
Petro es parte del «Pacto Histórico», la coalición de izquierdas que va punteando en las encuestas. El «Pacto» va desde Partido Comunista Colombiano, hasta Comunes —el partido de las FARC no-disidente—, pasando por la Colombia Humana, el Polo —o lo que quedó de este—, la Unión Patriótica —partido de la guerrilla disuelta M-19— y algunos exsantistas y liberales.
Su discurso es radical: está en contra de todo; de Uribe, de Duque, del centro y del establishment, todo envuelto con matices indigenistas y guiños a la comunidad afro. Es un populismo duro generador de una mayoría social, que se lanza a conquistar el corazón de las clases más humildes pero también a la intelectualidad progresista colombiana.
El «Pacto» tiene amplísimas conexiones dentro de la institucionalidad colombiana: académicos, tertulianos, congresistas y por supuesto impulsores del paro contra la reforma tributaria. Otras conexiones más preocupantes ligan al «Pacto» al régimen venezolano e Irán.
Lo cierto es que en Colombia nunca ha gobernado la izquierda. El mal desempeño de liberales y conservadores facilita ahora el asunto. Está por verse si la sociedad colombiana está dispuesta a aceptar la cercanía del «Pacto» con las antiguas FARC y el Partido Comunista, o si el lavado de imagen del «Pacto» para mostrarse como una opción política viable y no violenta surte efecto.
¿Centro neutralizador? También por primera vez, el centro en Colombia pesa. Hay dos coaliciones, una más a la izquierda y otra más a la derecha. Sus candidatos son notoriamente presidenciables y hacen competencia a Petro en las encuestas.
La «Coalición Centro Esperanza», por el carril izquierdo, toma las banderas de un liberalismo progresista, plural. Dentro de sus candidatos, Sergio Fajardo —exgobernador de Antioquia y excandidato presidencial—, es el que puntea las encuestas. A simple vista, la unión parece coherente, con lupa, un santismo resucitado. Aquí se han rejuntado exfuncionarios de su administración, los hijos del asesinado Luis Carlos Galán, los moderados del Polo, el exrector de la Universidad de los Andes —la más prestigiosa del país— y el mencionado Fajardo. El perfil de Fajardo es interesante. Con un 25,5% de intención de voto, goza de experiencia, buenos resultados y la complacencia de amplios sectores sociales. Todo esto demostrado por los resultados que obtuvo en las presidenciales pasadas: más de 4,5M de votos en primera vuelta. Es probable que si en última instancia la elección se reduce —de nuevo— a uribismo vs. izquierda, la «Coalición Centro Esperanza» se deshaga y se declaren la mayoría neutrales.
La «Coalición de la Experiencia», ahora «Equipo por Colombia» —a pesar de que el primer nombre expresa mejor su ethos—, reúne a políticos asentados en el centroderecha colombiano. Entre ellos, los exalcaldes de Bogotá y Medellín, Enrique Peñalosa y Federico «Fico» Gutiérrez. También el exgobernador del Atlántico Alejandro Char —de los Char del Grupo Empresarial Olímpica—. Las encuestas colocan a Fico con un 26,4% del voto, a Char con un 26,1% y a Peñalosa con un 22,7%. Sus políticas no parecen distar mucho de las de Duque. Lo más previsible es que el candidato resultante de la coalición se mida a Zuluaga, y que el más fuerte se lleve el apoyo del otro, a fin de derrotar a Petro.
La división Uribismo. Podríamos definir al uribismo como la derecha populista y dura que condujo los destinos del país durante los primeros años del siglo y que lidera —o lideraba— el expresidente Uribe. Tómese o déjese, pero es el movimiento político colombiano más influyente de lo que va de siglo. Su partido, el Centro Democrático —del que es miembro Iván Duque— ya ha elegido a su candidato a las elecciones: Oscar Iván Zuluaga, quien ya postuló contra Santos en 2014. El economista de 62 años fue elegido por la militancia del partido a través de un mecanismo de encuestas. Es un tipo serio, objetivo, quizás poco carismático pero con un paquete de propuestas interesantes y, lógicamente, lo que reclama su electorado: es un uribista de todas todas.
El problema del uribismo ha sido su división. Se dijo que Uribe gobernaría de nuevo a través de Iván Duque. De hecho, su relación es cada vez más distante. El Centro Democrático —mano firme, corazón grande— se dividió en dos: un sector liberal y de centro —naranja—, detrás de Iván Duque, y otro más conservador y uribista —azul—.
Los primeros han apuntado a seguir la línea lenta —muy lenta— pero segura de Duque y los segundos, reorientar el partido hacia una especie de socialcristianismo —o social-uribismo, para los efectos— para alcanzar mayor popularidad entre los más humildes. Desde esta perspectiva, Zuluaga, más azul que otra cosa, parece una propuesta acertada para combatir la mancha negra de la impopularidad duquista.
Es noticia. El Secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, anunció hace un par de semanas la retirada de las FARC de la lista de organizaciones terroristas extranjeras (FTO). La decisión, como era de esperarse, generó gran controversia dentro y fuera de los Estados Unidos.
Duque aceptó la decisión resignado. Su controversial Ministro de Defensa apuntó: «Es una decisión obvia y normal. Está claro que las FARC pasaron en el Acuerdo de Paz a ser un partido político y por supuesto no puede ser una organización terrorista». La misma nota de prensa estadounidense que anuncia la decisión, contempla también la inclusión de las disidencias de las FARC —conocidas como «Segunda Marquetalia»— en la lista.
Lo notable es que posición del ministro colombiano es totalmente distinta a la del sector político del que proviene, el uribismo, que se ha opuesto al Acuerdo de Paz desde que este se negoció en La Habana durante el mandato de Santos. La posición es una muestra más del cansancio del desdibujado Duque y de la encrucijada de su sector político.
La aparente gratuidad del anuncio de Biden no es tal. El candidato del uribismo, Zuluaga, no cuenta con el apoyo de Washington de cara a las presidenciales esta vez.
Por otro lado, el gobernador republicano de la Florida, Ron DeSantis no dejó pasar la oportunidad de sacar rédito electoral e interpelar sus votantes, profiriendo todas las palabras clave: «La decisión del presidente Biden de eliminar a las FARC de la lista de Organizaciones Terroristas Extranjeras del Departamento de Estado envalentonará a los grupos terroristas en toda América Latina, empoderará a los narcotraficantes y allanará el camino para el castrochavismo en Colombia». «FARC Fight: Biden learns –again– that South Florida is a Latin America policy minefield», tituló un medio local. Florida pesa como siempre o más si cabe en la política de EEUU hacia Latam.
Revista de prensa
HEMISFERIO
BBC: Nicaragua rompe relaciones con Taiwán: "En el mundo solo existe una sola China" | «Honduras, Guatemala y Belice son los últimos aliados de Taiwán en Centroamérica. Sin embargo, la recién elegida presidenta de Honduras, Xiomara Castro, quien asumirá el cargo el 27 de enero, se comprometió durante su campaña a romper relaciones con Taiwán a favor de Pekín, aunque no ha repetido esta promesa desde su elección»
GRAN CARIBE
Miami Herald: Exclusión de Centroamérica de la cumbre de la democracia de Biden dispara las alarmas | «"La cooperación con EEUU en materia de inmigración podría tornarse más difícil...los gobiernos probablemente se vuelvan más desafiantes de cara a Washington y se acerquen más a China, que busca ganar influencia en la región" [Michael Shifter, presidente del Inter-American Dialogue]»
El País: [Venezuela] La estrategia de Juan Guaidó se debilita aún más con la salida de Julio Borges | «El opositor abandona el Gobierno interino pidiendo su desaparición y criticando el manejo opaco de los activos en el exterior»
Letras compartidas
Mª ÁNGELES SÁNCHEZ — FILÓLOGA
Literatura idealista, detallista e intimista. Este triángulo literario está presente en la obra de diferentes escritores chilenos. Hace unos años, en Madrid, se presentó el libro de Carlos Franz Si te vieras con mis ojos, en la Casa de América. Fue un evento sincero, personal y lúdico. La narración parte de una aristócrata que, casada con un militar alemán contratado por el gobierno chileno, se cartea con el pintor Rugendas, a su vez contratado por la Marina inglesa para ilustrar las expediciones del científico Darwin. Este aspecto de la literatura hispanoamericana me fascina: la telaraña natural, incluso ancestral está presente en muchos textos. Otro magnífico escritor chileno, Roberto Bolaño decide priorizar la vida de las personas con dificultades, ir al detalle de su existencia para crear un «realismo sucio» como en Putas asesinas. En definitiva, dos estilos narrativos diferentes pero ambos atractivos. El acto de escribir es universal desde el punto de vista formal y temático. Abordar la intimidad como lo hizo Pablo Neruda o Isabel Allende, por ejemplo, desde géneros diferentes consiguen crear una telaraña literaria bien sólida para este país, Chile, tan atractivo para cualquier amante de la literatura.
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JORGE LUIS DE LEÓN KOSTKO | MADRID
1594 palabras. 8 minutos de lectura. 49 fuentes.
¿Por qué importa? De cara a las presidenciales de 2022 en Brasil, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva «Lula» se posiciona como el candidato del business as usual ante inversionistas extranjeros. Se presenta como el pragmático capaz de encauzar el crecimiento de Brasil desde el centro y recuperar la estabilidad que el capital añora. En casa, dentro del entramado estatal, tampoco le faltan aliados. (Arriba, la embajada de España en Brasilia)
Los «dos Lulas». Olavo de Carvalho –el intelectual público de cabecera de los Bolsonaro– alguna vez habló de la existencia de «dos Lulas». Por un lado, el Lula del Foro de São Paulo, el sindicalista, el amigo de Chávez y Ortega. Por el otro, el Lula internacional, la creación del publicista Duda Mendonça: el socialdemócrata, el carismático, el moderado.
Es claro que el éxito de Lula, más fuera que dentro, se debe a un interesantísimo equilibrio entre ambas caras. Ha sabido articularse como una referencia para la izquierda dentro de América Latina, pero también como un cómodo socio comercial para aquellos al otro lado del océano.
Es noticia. Dos años después de su salida de prisión, Lula ha decidido regresar, con pie fuerte, al ejecutivo nacional. Lula no ha podido quedarse quieto. En Europa, el éxito de la gira de Lula hace un par de semanas sugiere que las turbias causas por las que fue encarcelado hace no mucho tiempo han pasado a segundo plano. Poco más que cálidas se hicieron mostrar las reuniones con el Representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, el vicecanciller alemán, Olaf Scholz y el presidente francés Emmanuel Macron para tratar, suponemos, el futuro de Brasil y América Latina.
Ya en nuestro ámbito, en Madrid, mantuvo conversaciones con el alto empresariado español. Llama particularmente la atención la reunión que sostuvo con el alto empresariado español en un hotel madrileño. El encuentro fue orquestado por la patronal española –la CEOE– y, aunque algunas empresas niegan su presencia en el encuentro o sencillamente, no responden, otras, como Naturgy, la confirman.
Una gran apuesta del Ibex. A partir de la década de los 90, las empresas españolas se hicieron multinacionales proyectándose hacia Latam. Es el caso del Ibex 35: el colectivo de las 35 mayores empresas de España por capitalización bursátil. Brasil, junto a México, han copado la inversión.
A pesar de que el ritmo de inversión española en Brasil se desaceleró con la llegada del nuevo milenio, quizás nadie haya sabido jugar tan bien con el «segundo Lula» como el empresariado español. Según la Secretaría de Estado de Comercio Exterior de España, el stock de inversión español asciende a 48.000 millones de euros, lo que sitúa a España como el segundo inversor extranjero. El posicionamiento del empresariado español, por tanto, sirve como termómetro para el resto de inversionistas.
Telecos, energéticas y bancos. En 2010, Telefónica adquirió, de Portugal Telecom, la empresa más grande de telecomunicaciones de Brasil: Vivo. Un par de meses después, los directivos de la empresa española fueron recibidos personalmente por Lula en Planalto. Hace menos de un mes, Telefónica se comprometió a desembolsar más de 2.500 millones de euros dado el resultado de la subasta 5G brasileña y mantiene más de 95 millones de accesos en Brasil y una participación en el mercado del 33%.
La filial de Iberdrola, Neoenergia, ha debutado con éxito en la Bolsa de São Paulo hace algunos meses después de adquirir la Companhia Energética de Brasilia —vale la pena recordar que la empresa española sostiene estrechas y antiguas relaciones con Lula—. Repsol, a pesar de haber quedado muy atrás en las subastas de Petrobras hace un par de semanas, y haber vendido el 40% de Repsol Brasil a la china Sinopec, sigue teniendo huella en Brasil.
Santander reportó en Brasil un aumento del 29% de sus beneficios con respecto al año anterior y es la filial más importante del grupo. Es de sobra conocido que Santander y BBVA se mueven en bolsa al ritmo de lo que ocurra en Brasil y México (y Turquía) respectivamente.
Surcando el deep state. Más allá de la pompa y gloria con la que se le recibe en Europa, Lula tiene múltiples —y soterradas— conexiones con el establishment más profundo del Estado brasileño. Lula tiene amigos en grandes editoriales, el empresariado brasileño, sindicalistas, alcaldes, gobernadores, académicos y 11 mandatarios pertenecientes al Foro de São Paulo. El enramado es denso.
El Supremo Tribunal Federal de Brasilia, el más alto órgano judicial del país, lo absolvió el pasado mayo para que pudiese lanzar su candidatura. De los diez miembros del tribunal, cuatro fueron nombrados por Lula personalmente, dos por su sucesora, Dilma Rousseff y uno por su predecesor, Fernando Henrique Cardoso.
Hasta la llegada de Bolsonaro, la prensa brasileña mantenía una línea editorial bastante armoniosa con el Poder Ejecutivo, que coincide con jugosas pautas publicitarias pagadas por la administración federal, que el presidente recortó al punto de llevar a canales de televisión, periódicos y emisoras de radio a una situación financiera crítica o al cierre técnico. La Red Globo, la segunda cadena de televisión más grande del mundo, un tanto enemistada con Lula en un principio, deberá acercársele, porque encontró en Bolsonaro su peor enemigo: le ha amenazado con no renovarle la concesión y le recortó la financiación desde el Estado en un 60%.
Política exterior. Uno de los ejes de Lula, como declaró hace unos días en una entrevista a la Radio Nacional Española, es llevar a Brasil, de nuevo, a ser un país no alineado de todas todas: «Yo quiero tener importantes relaciones con China, con la India, con Rusia, con Sudáfrica, con el resto de América Latina y el Oriente Medio».
Para bien o mal, en cuanto a «no alineamiento», Bolsonaro parte con ventaja. Ante la constante negativa del mundo democrático-liberal a acercarse a él, ha decidido volver la cara a actores alternativos. Lo que quiere Lula lo ha logrado ya Bolsonaro. La onceava cumbre de BRICS, celebrada en el Itamaraty –base de la diplomacia brasileña– acercó muchísimo al ejecutivo brasileño con cada uno de sus miembros. Es clara la importante relación comercial que ha consolidado Bolsonaro con China. Como hemos explicado antes, el empresariado chino sabe jugarle a las liberalizaciones. Pero no es sólo eso, más de la mitad de la soja que llega a China, por ejemplo, proviene de Brasil.
Por otro lado, el presidente ruso Vladimir Putin ha expresado calurosas palabras de admiración por Bolsonaro —«Usted demostró las mejores cualidades masculinas y de determinación»— y lo ha invitado esta semana a Moscú. En estos días Bolsonaro ha terminado una exitosa gira por Oriente Medio, visitando los EAU, Bahréin y Qatar. Las relaciones con India también han resultado fructíferas.
Si a Lula lo prefieren liberales y socialdemócratas europeos, Bolsonaro tiene sus valedores. Con la salida de Trump, Bolsonaro es ahora el eje central de la nueva derecha. Orbán se ha reunido con él. Bannon –otrora eminencia gris de Trump– nombró a su hijo Eduardo Bolsonaro líder de The Movement en Iberoamérica. Los Bolsonaro sostienen relaciones con Vox y reciben a diputados de la AfD. Al excapitán Jair Bolsonaro también lo acompañan sectores del ejército brasileño.
Suflé de centroderecha. El juez al que se atribuye la responsabilidad por la Operação Lava Jato, Sergio Moro, fue Ministro de Justicia de Bolsonaro y ahora busca lanzarse a la Presidencia con una propuesta de derecha, desajustando el panorama Lula - Bolsonaro que se perfilaba para las próximas presidenciales. A pesar de que el New York Times apuesta por Lula y se alinea con los que ponen en duda la imparcialidad de Moro, su apoyo sería de hasta el 17%.
Pero la tercera vía que propone el exministro no convence al Centrão –un bloque «fisiológico» de 230 legisladores, que hace y deshace presidencias a cambio de cargos federales, ministeriales y partidas presupuestarias–. El bloque se alinea de nuevo con Bolsonaro, y hace días auspició ataques feroces de Bolsonaro a Moro. Moro la tiene difícil para sacar a Brasil de la polarización en torno a Lula y Bolsonaro, aunque el juez acabe uniendo fuerzas con perfiles centroderechistas como João Doria, gobernador de São Paulo o Eduardo Leite, gobernador de Río Grande do Sul.
Montar un elefante. Retorne Lula, aguante Bolsonaro, o aguante la consistencia del suflé de Moro y compañía, centralizar el poder en Brasil sobre una institución o sobre una persona resulta harto difícil; ya sea por su federalismo político, su dimensión continental, por su diversidad demográfica y geográfica, por bloques como el Centrão o los jueces, que gobiernan la nación con la laberíntica constitución en mano. Los mercados no ven esta difusión del poder con malos ojos.
Brasil acapara 1/3 del PIB de Latam; sumado a México, ambos gigantes produjeron alrededor del 55% de los bienes y servicios de la región en 2019. Semejantes magnitudes no le son ajenas a los inversionistas. ¿Long gigantes ingobernables, short tecnocracias de la Alianza del Pacífico?, titulábamos en junio. El capital fluía desde tecnocracias de tamaño medio –supuestamente bien gestionadas– a megademocracias, políticamente incontrolables desde un único punto en el cuerpo social. Dicho de otro modo, México y Brasil serían mucho más grandes que AMLO y Bolsonaro o Lula. Las seculares tendencias vivas en ambas naciones sobrevivirán a las élites de turno en el poder.
Por su peso económico y por su tamaño, por la fricción idiomática, y por el caparazón regulatorio que cierra su economía, Brasil –amago constante de superpotencia– puede permitirse sobrevivir de espaldas al resto de Latam. Y el capital se lo perdona: pocas naciones pueden apoyarse en un mercado doméstico de 210M de consumidores.
SEBASTIÁN GENNARI Y JUAN BOSCO R. | MIAMI Y MADRID
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Los capitanes de industria rara vez se limitan, pues, a la industria. Incontables son las mediocridades —ya en la política, ya en la filantropía interesada— que han surgido de este estrato, pero incontables también son los magnates como Schliemann, quien, habiendo hecho fortuna, se lanzó a la búsqueda de Troya y dijo haber contemplado el rostro de Agamenón. A Peter Thiel no lo compararemos a Schliemann, porque en El Americanista solemos preferir la mordacidad a la zalamería, pero tampoco le negaremos sus vítores.
Thiel –más conocido en el mundo anglosajón– cofundó PayPal junto con Elon Musk. También fue uno de los primeros inversores de Facebook, y más recientemente ha impulsado Palantir, una empresa de análisis de big data que contrata con gobiernos y grandes corporaciones. Hace poco acaparó titulares por llevar al límite el tax code yanqui y acumular la escandalosa cifra de $5,000M en su Roth IRA: una cuenta individual de jubilación típicamente empleada por trabajadores con ingresos bajos y medios; se pagan impuestos al depositar fondos en la cuenta, para retirarlos tax-free más adelante en la vida.
Mucho menos conocida es su actividad política –si acaso se sabe que es un libertario con fogonazos Trumpistas–. Mas esta tiene un impacto desproporcionado sobre el futuro político de EEUU, y difícilmente puede desligarse de su actividad empresarial.
El primer Thiel. Nacido en Fráncfort y radicado desde temprana edad en EEUU, Thiel ha sido siempre un transeúnte. Luego de su primera estadía en EEUU, su familia se estableció por algún tiempo en Sudáfrica y África del Sudoeste, donde su padre, Klaus, se desempeñaba como ingeniero químico en las minas de uranio.
Los Thiel posteriormente regresarían a EEUU, concretamente a California. Peter estudió filosofía y derecho en Stanford, donde además de forjar un vínculo cercano al polímata francés, y otrora catedrático, René Girard, se interesó por el activismo político, fundando el Stanford Review, una revista estudiantil que desvelaba sus posturas conservadoras y libertarias. La revista de Thiel, que es homosexual, llegó a publicar artículos criticando la «fobia a la homofobia».
Culminada su titulación, ejerció la carrera de Derecho, primero de asistente jurídico al juez de apelaciones James Edmondson, conservador sureño, y luego como abogado en derecho bursátil para Sullivan & Cromwell, un excelso despacho neoyorquino. Poco dado a los trámites monótonos, no cumplió siquiera el año en Sullivan, prefiriendo incursionar en finanzas e irse a Credit Suisse a ejercer de trader.
Estando en Credit Suisse, no se olvidó de sus trifulcas estudiantiles, publicando junto a David Sacks, compañero del Stanford Review, el libro The Diversity Myth, donde vilipendia el multiculturalismo, sobre todo por sus efectos, nefastos a su juicio, sobre las universidades. Incluso hoy se ve obligado a disculparse esporádicamente sobre la forma y falta de tacto en sus escritos, pero se rehúsa a retractarse contundentemente.
Monopolios. Pasados unos cuatro años, Thiel abandonó la banca y regresó a California, su tierra que mana leche y miel. Era 1996, seguía inflándose la burbuja puntocom y Thiel montó un fondo de cobertura para invertir en el sector tecnológico.
No tardaría en fundar Confinity, startup creadora de PayPal, y toparse con x.com, el banco en línea de Elon Musk, mejor conocido por sus epopeyas cósmicas y coches Tesla. Thiel dixit: «La competencia es para los perdedores». Y, en efecto, las compañías se amalgamaron, monopolizando por algún tiempo la industria de los pagos en línea. El producto conjunto, PayPal, rindió frutos, debutó en el Nasdaq y posteriormente fue vendido a eBay por $1.500M.
Enseguida invirtió en Facebook, por aquel entonces un mero embrión, pues con $500.000 adquirió un 10,2% de la compañía. También montó el Founders Fund para adentrarse en el mundo del capital riesgo, por lo que podríamos decir que, para él, tanto la competencia como la falta de riesgo son para los perdedores.
«Los estadounidenses mitifican la competencia como lo único que nos aparta de las filas del hambre socialistas. En realidad, el capitalismo y la competencia son opuestos. La premisa del capitalismo es la acumulación de capital, pero bajo la competencia perfecta los beneficios se evaporan. La lección para los emprendedores está clara: si quieres crear y capturar valor a largo plazo, no construyas un negocio de commodities indiferenciadas», escribió en una tribuna del WSJ.
Es noticia. Hace un mes, la vertiente política de Thiel lo llevó hasta Orlando, a la 2ª National Conservatism Conference, donde pronunció el discurso inaugural. No es exactamente el Disney derechista. La conferencia reúne a una élite política alternativa que se postula para liderar el espacio de derecha en EEUU. La élite la componen una vanguardia intelectual y cuadros Republicanos. Para entender el momento conservador hay que hacer algo de historia intelectual: a la élite se la ha denominado «posliberal», ya que deja atrás el «fusionismo» entre liberalismo económico y conservadurismo social, que ha dominado la derecha en EEUU desde que se promulgara en la revista National Review de William F. Buckley en los años 50.
Hasta ahora –hasta 2016 más o menos– el «fusionismo» estaba arraigado hasta el punto de convencer a propios y extraños de que la alianza entre el fundamentalismo de mercado y el conservadurismo es algo natural. Tomando la suficiente distancia, su coincidencia resulta un accidente histórico: a fin de cuentas, la «destrucción creativa» inherente a la producción capitalista bien puede destruir el orden social –valor supremo en el imaginario conservador– y «todo lo sólido desvanecer en el aire».
La conferencia no se trata de una caterva trasnochada ni del capricho de un oligarca. Su organizador, Yoram Hazony, es un israelí teórico del nacionalismo. Asistió Ayaan Hirsi —famosísima activista antiislámica somalí y exdiputada holandesa—. En el itinerario de oradores detectamos, además del escepticismo en cuanto a China —ya habitual en EEUU—, odas al universalismo católico, a los derechos laborales y a la «internacional nacionalista». Por lo demás, se criticó a la Corporate America, aquel antiguo bastión de la derecha americana fusionista, y la teoría crítica de la raza.
Sin ser auspiciada por el Partido Republicano, la conferencia contó con la presencia de tres senadores (e incluso presidenciables) conservadores: Marco Rubio, Ted Cruz y Josh Hawley. Cerró la conferencia J. D. Vance, candidato al senado por Ohio, con un discurso titulado «Las universidades son el enemigo». Thiel fue aun menos diplomático. Lamentando los estragos de la globalización, dijo: «Vemos el nacionalismo como un correctivo ante el Estado mundial homogeneizador que padece de muerte cerebral».
Entre líneas. Thiel ha financiado a los senadores Cruz y Hawley en el pasado, y ahora hace lo propio con el candidato Vance, que en el pasado fue su empleado y recibió inversión de Thiel en su fondo. Blake Masters, quien postula al senado por Arizona, purple state con el senado cuello con cuello entre Republicanos y Demócratas, es nada menos que COO de Thiel Capital. Además, Masters es coautor junto a Thiel de Zero to One: Notes on Startups, or How to Build the Future. De hecho, el libro es un compendio de notas que tomó Masters, como alumno de Stanford, donde Thiel impartió una clase en 2012.
¿Qué hace un futurista tecnolibertario apoyando plataformas nacionalpopulistas, con las prácticas monopolistas del big tech en su punto de mira? Quizás sean contradicciones propias de la genialidad. Thiel tendrá sus convicciones, como todos. Es mecenas de su verdad; faltaría más.
Mas, sin abandonar su lógica de capitalista de riesgo, también está claro que Thiel apuesta fuerte por una élite política alternativa: como es el caso en cualquier fondo de Venture Capital, sólo ha de salirle bien una de diez apuestas políticas en cartera para «pagar toda la fiesta». Es decir, que una de ellas le brinde acceso a los circuitos washingtonianos. Thiel ya hizo valer su acceso a Trump en el consejo de administración de Facebook.
Contratar liberalmente con el estado. Hasta ahora, los proyectos de Thiel habían sido muy transparentes. La utilidad de PayPal era clara: donde antes las compras en línea eran susceptibles al fraude y al impago, ahora estarían resguardadas con un intercambio inmediato. Thiel debía penetrar en sectores más arcanos y codearse con los círculos más nebulosos del Estado, y así nació Palantir, cuyo nombre hace referencia a las piedras videntes del Señor de los Anillos.
Grosso modo, Palantir vende software para el análisis de macrodatos; más allá de esta aseveración, se torna difícil distinguir sus capacidades reales de las fantasías, o no, de sus comunicados. Sus negocios están rodeados por el misterio, y no cabe la mayor duda de que este es adrede; detrás del misterio estarán la vanidad y el deseo de inflar la capitalización bursátil, por no mencionar las pautas marcadas por los gobiernos y grandes firmas suplidas por Palantir.
Sea como fuere, Palantir es enormemente dependiente de sus contratos con agencias gubernamentales estadounidenses. En 2020 ingresó $1.930M en ventas, de los cuales $610M son atribuibles al Gobierno yanqui.
Condottiero. Thiel cultiva un aura enigmática. En «The Straussian Moment», el ensayo que escribió en respuesta al 11-S, delata su predilección por las lecturas esotéricas dentro de textos públicos; habla, además, de su preocupación por el estancamiento de Occidente, aunque no deja clara su finalidad. Nada de esto ha de sorprendernos: hablamos del hombre que, siendo magnate tecnológico (es decir, perteneciente a uno de los círculos más demócratas de EEUU), se atrevió a apoyar a Trump y proclamó su orgullo homosexual ante la convención republicana, agregando que las identidades particulares no deberían restar atención a los problemas generales, es decir, al declive secular.
En el radar. Como futurista, Thiel arguye que las finanzas juegan un papel mucho más importante en la sociedad si el futuro es indefinido. En un futuro definido, el dinero es un medio para un fin específico; por ejemplo la vida eterna, la exploración espacial o construir el mayor grupo de medios en el ámbito hispano. En un futuro indefinido, el dinero es capacidad pura de elegir, y esas elecciones nunca acaban de realizarse ni de concretarse en planes a largo plazo. En un mundo donde los propósitos específicos se tornan demasiado peligrosos para el orden social, las finanzas pueden convertirse en el único game in town. Mover capital de aquí para allá –legiones de notarios, abogados y consultores de por medio–.
En este futuro, alguien construye una empresa exitosa y la vende: sin saber qué hacer con el dinero, se lo da a un banco. El banco no sabe qué hacer con él, y se lo da a una cartera de inversores institucionales. Estos se lo dan de vuelta al inversor original, y así ad eternum.
MARCOS SUÁREZ SIPMANN | RIBADESELLA
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Tras examinar a Taiwán en el boletín n.º31, abrimos una serie sobre la influencia de potencias medias en Latam que, sin ser los usual suspects, han tomado posiciones notables en la región. Turquía, que hoy nos ocupa, cuenta con empresarios de primer orden, con su peso demográfico –84M de habitantes y edad media de 32 años–, abundantes vínculos con su diáspora, y soft power en torno a su industria de entretenimiento, que arrasa en Latam de manera semejante al Hallyu –la ola surcoreana del k-pop y otros productos culturales–.
Es noticia. El jefe de gobierno español, Pedro Sánchez, visitó Ankara para la VII Cumbre Turco-Española con el presidente Recep Tayyip Erdoğan.
Se trató del anuncio del lanzamiento de la OPA del BBVA para hacerse con el 100% del capital de Garanti, principal entidad privada turca y filial del grupo español. El gran factor de crecimiento es el cliente joven. La operación pretende generar beneficios al tiempo que aprovechar la bajada de la lira.
Como aliados colaboran en la OTAN cuya próxima cumbre se celebrará en España en junio. La española Navantia ha terminado este año un pequeño portaviones turco con el objetivo de construir uno mayor. Hay en proyecto un submarino. Mención aparte merecen los drones: los aviones no tripulados turcos son, a la vez, efectivos y de bajo coste.
Se ha pasado de una balanza comercial por valor de $7.700M en 2010, a un máximo histórico de $14.725M en 2019. Objetivo: $20.000M. Hay más de 600 empresas españolas implantadas en Turquía.
Buenos amigos. A diferencia de otros socios comunitarios, en España tanto el gobierno como la oposición apoyan la – cada vez más improbable – adhesión de Turquía a la UE como política de Estado. Más allá de esto Madrid pone freno a París que apoya al PKK, organización considerada terrorista en Ankara que EEUU declara hoy como aliada en Siria. España no formó parte de la declaración sobre el caso Kavala firmada por algunos embajadores occidentales en Ankara y por el que el Consejo de Europa lanza una acción disciplinaria contra Turquía. Estos rasgos de la política exterior española llevan a aplicar el término de «verdadero amigo» a España.
Existen paralelismos en la historia reciente como el de tener desde los 50 bases estadounidenses debido a su enorme significado geoestratégico. Ambos fueron gobernados por golpes militares o dictaduras durante un tiempo. Y la lucha contra el nacionalismo kurdo del PKK, el terrorismo separatista de ETA.
Sí, pero. Aunque los dos líderes las eludieron, las diferencias existen. Solo un ejemplo: la lacra de la violencia a la mujer. Cuestión en la que Erdoğan muestra una actitud «muy sensible» basándose en el concepto de la familia. Retiró a su país de la convención de Estambul de protección a la mujer en verano: el islamismo criticaba que «el acuerdo promovía la homosexualidad».
Sánchez, autoproclamado paladín en la lucha por los derechos de la mujer, no dudó en cortar a una periodista de RNE por sus incómodas preguntas a Erdoğan.
El fisgón histórico. Las esferas de influencia religiosa, lingüística y cultural de Madrid y Ankara no se superponen geográficamente. Esto facilita una asociación estratégica permitiendo a los dos abrirse a las esferas de influencia del otro. España a la recién establecida Organización de los Estados Túrquicos. Turquía a los países latinoamericanos a los que concede gran importancia.
Ya en 1513 el almirante y cartógrafo otomano, Piri Reis, dibujó un enigmático mapa que muestra lo que parecen ser las costas de América y la Antártida, antes de que estas fueran exploradas. Un icono nacional para Turquía, sigue siendo objeto de debate si es el mapa más antiguo de América.
Las relaciones datan de la segunda mitad del siglo XIX. Entre 1860 y el final de la Gran Guerra hubo diversas olas migratorias desde el Imperio Otomano a Latam. A aquellos emigrantes, en su mayoría árabes, se les llamó «Los Turcos» al venir con pasaporte otomano. Después de la contienda y el derrumbe otomano la migración fue masiva. En 1926, Chile fue el primer país de la región en reconocer a la joven República fundada por Mustafa Kemal Atatürk. A partir de los 40 creció el número de embajadas. Las relaciones languidecieron hasta que en los 90 se produjo la primera visita oficial de un jefe de Estado turco. Argentina, Brasil y Chile recibieron a Süleyman Demirel.
Con la llegada al poder en 2003 de la formación socialconservadora y tendencia islamodemócrata, Partido Justica y Desarrollo (AKP), la política exterior experimenta un multilateralismo más allá de los aliados tradicionales.
Notoriedad. Durante los últimos 20 años, en línea con esa transformación, Turquía viene desarrollando una activa política de apertura. El «Plan de Acción para América Latina y el Caribe» se implementó con la participación de Embajadores y representantes de los sectores público y privado entrando en vigor en 1998. El Plan fue revisado en 2006 declarado como el «Año de América Latina y el Caribe» en Turquía.
Ankara cuenta con 16 embajadas en América Latina y el Caribe. Mediante ellas y a través de la Agencia de Cooperación y Coordinación Turca (TİKA), se posiciona como potencia humanitaria con el apoyo mostrado tanto en diferentes desastres naturales como la actual lucha contra la pandemia. En aplicación de la diplomacia pública pretende darse un mayor apoyo a las comunidades musulmanas en la región a través de la Dirección de Asuntos Religiosos de Turquía (DIYANET).
La ofensiva diplomática de Ankara estrecha los lazos políticos, económicos y culturales y ha llevado a Erdoğan a Cuba, México y Colombia en 2015 y a Chile, Perú y Ecuador en 2016. En 2018 estuvo en Argentina para la cumbre del G20 con una visita relámpago a Paraguay.
Complementariedad. La mayor parte de las importaciones turcas son materias primas y recursos naturales: cobre, combustibles, minerales y petróleo (Brasil y Argentina también exportan maquinaria). Sus exportaciones, bienes manufacturados de tecnología media: repuestos automotrices y motores, hierro y acero, maquinaria pesada y material para reactores nucleares, frutas y comestibles, textiles y fibras sintéticas.
Brasil y México son considerados socios estratégicos. Existe un Tratado de Libre Comercio con Chile desde 2011. Negociaciones para un TLC con Ecuador, Colombia, México y Perú están «en marcha». Guatemala está interesada en negociar un Acuerdo de Alcance Parcial (AAP). Otro objetivo es concertar TLC con las organizaciones Alianza del Pacífico, Caricom y Mercosur. Desde 1998 Turquía tiene el status de miembro observador de la OEA.
Turkish Airlines gracias a sus acuerdos con Avianca aspira a convertir Colombia en su hub en Latinoamérica para los pasajeros procedentes de Oriente Medio y Asia.
En el caso de Venezuela y como mostró la visita de Maduro en 2018, el régimen ha encontrado en Turquía un polémico apoyo para la apertura de su comercio y economía. Las buenas relaciones con Ankara son toda una válvula de oxígeno para Caracas, y confieren a Turquía un papel desproporcionado en el hemisferio.
La empresa turca Ingeniería y Comercio de Tecnologías de Defensa (STM) exhibe sus plataformas navales militares y sistemas de mini aeronaves no tripuladas tácticas (UAV) en la feria Expodefensa 2021 –una de las ferias de la industria de defensa más importantes de Latinoamérica y el Caribe– celebrada esta semana en Bogotá.
Mercado emergente y volátil. El reciente desplome de la lira turca, cayendo más de un 15% frente al dólar, se produjo tras defender Erdoğan una política económica poco ortodoxa calificada por los economistas de «insensata» e «irracional». Lo achacó a «otro complot extranjero», comparándolo con el sospechoso intento de golpe de Estado de 2016 que no logró sacarlo del poder. Con la intervención del Banco Central en el mercado de divisas, la lira se ha apreciado un 10% cambiándose el dólar por 12,4 liras.
La economía creció un 7,4% durante este tercer trimestre, según datos publicados esta semana por el Instituto Estadístico Turco (TÜIK), confirmando un crecimiento del PIB, impulsado por el consumo interno y las exportaciones. Turquía fue una de las escasas economías que creció el año pasado, un 1,75%.
Sin embargo, el mandatario antepone las empresas a las personas en sus esfuerzos por salir de la crisis. El aumento de la inflación –el 19,9%, extraoficialmente y en la percepción popular, más del doble– empieza a ahogar a sectores sociales antes considerados inmunes.
No hay riesgo de «contagio directo» para Latinoamérica mas conviene estar atentos. La crisis actual es, con variaciones menores, la continuidad de la iniciada en 2018, acentuada por las acciones políticas y económicas del régimen de Erdoğan. Cada vez más autoritario durante su actual presidencia (desde 2014), ya echó a 3 presidentes del Banco Central y en lo que va de 2021 ordenó recortar en 4 puntos la tasa de interés (de 19 al 15% anual). En plena crisis dimite el ministro de Finanzas por rechazar la estrategia monetaria de Erdogan y su contínua intervención en el trabajo del Banco Central. La caída de la lira provoca un fuerte descontento entre los militares.
Boom de las teleseries. La política exterior ha superado el obstáculo de la distancia geográfica incrementando la diplomacia cultural y el soft power. Turquía es uno de los casos más representativos. «Atraer y no imponer» es un principio prioritario en América Latina. Tanto más si se tiene en cuenta la acumulación de referentes negativos: las protestas de Gezi en 2013, persecución de mujeres activistas, represión ejercida en contra del pueblo kurdo, etc. Sin olvidar que las industrias creativas y culturales producen cuantiosas ganancias.
La Corporación Turca de Radio y Televisión (TRT) juega un papel central para la difusión masiva de teleseries (dizi), películas y música a través de canales y plataformas de streaming. Kanal D Drama, propiedad de Kanal D International Networks, se lanzó en 2018 como resultado de una alianza estratégica entre Thema América y Kanal D International. Gestiona y distribuye la señal en idioma español en EEUU y América Latina y debido al rotundo éxito, ahora también en España.
La intención del Ejecutivo turco es mejorar la imagen de su país presentándolo como una nación desarrollada, moderna, aunque fiel a sus tradiciones, y democrática. La censura es severa y no es buena admiten los actores, «pero hay que cumplir».
La televisión ha sido plataforma fundamental para comenzar a generar una imagen positiva. Las teleseries turcas han dado a conocer una sociedad musulmana no árabe y la rica historia y cultura del país. Han batido récords de audiencia en Argentina, Chile, Paraguay y Perú desplazando a Colombia y México en el liderazgo del sector.
Entre los dizi más exitosos en América Latina se cuentan «Las mil y una noches», «El sultán» o «¿Qué culpa tiene Fatmagül?». Una película o dizi involucra la industria musical, de la moda, de artes escénicas, de software, de publicidad... Promocionar lo popular puede llevar al establecimiento de institutos culturales a medio plazo. Un interés ya presente es el académico en el que destacan las becas de estudio ofrecidas por el Gobierno de Turquía a través de Türkiye Burslari (YTB).
La santificación del trabajo y sus variantes. Ha de citarse al clérigo Fethullah Gülen, antiguo aliado de Erdoğan que hoy le acusa de propiciar el fallido golpe de Estado de 2016. EEUU sigue ignorando la petición de extradición.
El gülenismo o «Hizmet» (servicio) cuenta con millones de seguidores en el mundo. De igual modo en América Latina. La influencia del gülenismo se ha extendido gracias a una red de prestigiosas escuelas privadas de primaria y secundaria. El movimiento defiende una sociedad civil, libre mercado, diálogo entre religiones y el valor del trabajo para ser un buen musulmán. Se compara su ideología a la del Opus Dei o el calvinismo.
En el radar. Según El Economista, Latam estaría por devolver la visita a los turcos:
«La compañía de compraventa de autos usados Kavak adquirió a la empresa turca de este ramo Garaj Sepeti para comenzar a operar en el país europeo, con miras al mercado asiático. Con esta adquisición, Kavak expande sus fronteras fuera de América Latina, donde ya trabaja en México, Argentina, Brasil y se espera que próximamente en Chile. Kavak se convirtió en septiembre de 2020 en la primera startup mexicana en alcanzar la clasificación de unicornio, con una valuación de más de $1,000M. Menos de un año después...la compañía se convirtió en la segunda startup más valiosa de América Latina, después del neobanco brasileño Nubank, con una valuación de $8,700M»
Revista de prensa
NORTEAMÉRICA
WSJ: López Obrador corteja a los militares mexicanos, por Mary O'Grady | «Un decreto establece el desarrollo de grandes partes de la economía mexicana como pertinente a la "seguridad nacional"»
GRAN CARIBE
Americas Quarterly: [Honduras] Victoria histórica de Castro ¿Qué ocurre ahora? | «El esposo de Castro y expresidente Manuel Zelaya podría ser una espina clavada en su costado si intenta ser el verdadero poder tras el trono. Zelaya, con ideas más a la izquierda que Vasto, permanece una figura divisiva, tras ser desbancado de la presidencia en 2009 cuando pretendía reforma la constitución para su reelección inmediata (algo que Hernández si consiguió en 2017)»
CONO SUR
Rest of World: Por qué la elección presidencial chilena podría decidirse en...Alabama | «La campaña 100% digital de Franco Parisi redefine el significado de candidatarse en Chile»
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SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
1491 palabras. 7 minutos de lectura. 30 fuentes.
Es noticia. José Antonio Kast, del derechista Partido Republicano, se ha hecho con el oro en la 1.ª vuelta de las presidenciales chilenas, llevándose el 27,91% de los votos frente al 25,83% de su contrincante principal, Gabriel Boric, de la izquierdista Convergencia Social. Kast y Boric se medirán en la 2.ª vuelta, fijada para el 19 de diciembre.
Boric, que emergió de la movilización estudiantil de 2011, parecía destinado a liderar un Chile que se había metamorfizado en cuestión de meses, rehusando de su modelo económico. Kast fue la reacción del confín opuesto, planteándose no sólo la preservación del statu quo, sino toda suerte de reformas de mercado, además de políticas socialmente conservadoras.
Vale destacar que, después de la dictadura pinochetista, ningún candidato se ha convertido en presidente después de llegar 2.º en la 1.ª vuelta. Se mantuvo esta regla incluso en las elecciones 1999-2000, donde Ricardo Lagos y Joaquín Lavín pasaron a 2.ª vuelta con un 47,96% y 47,51%, respectivamente, llevándose Lagos la banda presidencial y la piocha de O’Higgins.
Por tanto, Kast mantiene cierta ventaja, pero ambos candidatos, sin haber obtenido siquiera un 30% de los votos, tendrán que esmerarse al recabar apoyos de centro, labor a la que ya se han entregado. Ganará quien más se modere, como bien sabe Boric, que ya habla de «reformar», y no «refundar», las instituciones.
Nueva era. Con estos resultados triunfan los extremos y queda moribundo el Chile del consenso centrista. El oficialista Sebastián Sichel (Chile Podemos Más, 12,79%) quedó en 4.º lugar, mientras que la centroizquierdista Yasna Provoste (Nuevo Pacto Social, 11,61%) quedó en 5.º lugar.
En ambos casos, terminaron profundamente maltrechas las fuerzas tradicionales, que en cierta medida representan a los dos presidentes que ha tenido Chile en los últimos 15 años, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera. Sin embargo, Provoste no dudó en apoyar a Boric; Chile Podemos Más, al margen de las reservas de su candidato, se sumó a la campaña de Kast.
El apoyo de Franco Parisi (Partido de la Gente, 12,8%) se perfila como la principal incógnita. Parisi, un populista de centro, obtuvo el tercer puesto sin pisar tierra chilena y convocará una consulta digital para decidir por quién se decantará su partido en la 2.ª vuelta. También se habla de invitar a los candidatos a seducir, por medio de transmisiones en línea, a los miembros del Partido de la Gente. La lógica sugeriría, sin embargo, que las propuestas de Parisi encajan más con Kast que con Boric.
Entre líneas. La popularidad de Kast no tiene nada de arcana. Él es, en términos llanos, el candidato de ley y orden; su prominencia es una reacción evidente a los momentos de sobresalto del Estallido Social. Kast presume de su identificación con políticas de mano dura, al extremo de importunar, compartiendo con corresponsales extranjeros postulados más propios de beodas e íntimas cenas posvictoria.
Por eso habla, incluso en Twitter, de «recuperar la paz, el orden» y brindarle «tranquilidad y estabilidad a todos los chilenos». Esta promesa de tranquilidad ha adquirido particular vigor en los extremos norte y sur del país. En el norte, donde se se resiente la inmigración ilegal y el narcotráfico transfronterizo, arrasaron Kast y Parisi. No ha de sorprender, entonces, que Kast proponga una zanja fronteriza.
En La Araucanía arrasó la derecha, en especial Kast, que se llevó un 42,15% del voto frente al 10,40% de Boric. Sichel conquistó otro 10,40%; Parisi, 11,92%. Las ansias de orden son comprensibles en vista del repunte del conflicto mapuche, que ha conducido a una especie de estado de excepción permanente en gran parte del sur. Kast, como defensor más recalcitrante de la militarización de la región, se ha beneficiado ampliamente.
El devenir de Kast depende, por tanto, de su capacidad de atraer y mantener a los «fachos pobres», aquellos que, sin residir en Las Condes, ven en Kast el sumo restaurador del orden y el bálsamo contra la violencia. Boric no les convence en cuanto a sus máximas preocupaciones: la inmigración ilegal, la criminalidad y las pensiones.
Izquierda desconectada. En todo caso, podría argüirse que la izquierda chilena está desconectada de las tendencias del pueblo chileno. Los reclamos multitudinarios han sido esencialmente económicos, organizados en torno al deseo de abaratar el costo de vida (en materia de transporte, educación y salud), establecer cierto Estado del bienestar y censurar a una remota casta política.
Al margen de esto, los cabecillas del «Apruebo», aficionados de las conferencias y «procesos de hermanamiento» con Podemos, han optado por acercarse a la izquierda noratlántica. Defienden a capa y espada los derechos igualitarios, es decir, el aborto; el matrimonio homosexual, actualmente en trámites, y la representación indígena, de ahí su dificultad en aceptar el estado de emergencia sin matices.
Chile sigue siendo un país relativamente conservador donde amplias mayorías se pronuncian en contra del aborto libre y sigue siendo controversial el aborto amparado en las tres causales (peligro para la vida de la mujer, inviabilidad fetal y violación). Esgrimimos la tesis de que Boric se excedió en sus planteamientos, ahuyentando a un público —más rural, más viejo, menos formado— que lo pudo haber encontrado ameno.
En perspectiva. A mediados de la pasada década, disuelta la marea rosa, las fuerzas del Foro de São Paulo regían en sólo ocho capitales de la región; en su lugar gobernaban figuras como Mauricio Macri y Lenín Moreno, que, sin ser grandes conservadores, eran paladines del giro hacia la derecha.
Esta ola conservadora se vio frustrada. Macri, por supuesto, salió humillado de su intento de reelección; Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra, presidentes peruanos de inclinación tecnocrática, fueron destituidos y, después de varios interinos, reemplazados por Pedro Castillo, socialista por antonomasia. Incluso en México fue vejado y destronado el PRI, cumpliéndose el viejo anhelo de Andrés Manuel López Obrador.
El descontento popular no se limitó a los procesos electorales, pues, como contábamos en el boletín anterior, Latinoamérica se vio envuelta en una serie de «estallidos populares», manifestaciones —en ocasiones tendentes al caos— de desprecio a los establishment conservadores. En Chile este fenómeno culminó primero en un plebiscito constitucional, donde triunfó el reclamo de los manifestantes de redactar una nueva Constitución, y luego en unas elecciones constituyentes ganadas por listas de izquierda y candidaturas independientes afines.
La mera posibilidad de que Kast ocupe La Moneda dejaría cohibida a esta nueva izquierda. Pero una victoria de Kast constituiría un hecho trascendental más allá del ámbito chileno; él es el representante chileno de una nueva derecha que, con sus matices nacionales, emerge en Latinoamérica y la Península Ibérica.
La internacional derechista. Conforme se revelaba el escrutinio, Kast hablaba de la segunda vuelta como una elección entre «democracia y comunismo». El ávido lector de El Americanista —o, suponemos, de El País— notará las similitudes con la consigna de Isabel Díaz Ayuso: «Comunismo o libertad». Kast y Díaz Ayuso representan, por tanto, variaciones sobre un mismo tema. Son finos ejemplares de la nueva derecha que emerge en Iberoamérica, caracterizada no por la fría tecnocracia ni los compromisos oligárquicos, sino por el populismo como elemento sine qua non.
Si bien no son todos católicos rancios, les une el desprecio por el «comunismo», fruto de la obsesión del mundo iberoamericano con el descalabro venezolano. Y es que la diáspora venezolana ha tenido dos efectos: sus estratos más bajos han angustiado a los gobiernos de la región, agobiados por la marea humana y el enfado de los nacionales; los más altos, encarnados en figuras como Leopoldo López, han cautivado.
Los paladines de esta nueva derecha se yerguen, dependiendo del sitio, como defensores del orden tradicional o de la libertad a secas. De acuerdo a esta fórmula, Kast —católico de mano dura— es un Sila chileno, mientras que la presidenta de la Comunidad de Madrid —atea (a lo sumo atea católica, como Santayana), soltera y partidaria de los derechos LGBT— representa el ala socioliberal del movimiento.
Vox, el partido español liderado por Santiago Abascal, sí que comparte más con Kast. En él encaja el cóctel de liberalismo económico con conservadurismo social, que queda en evidencia con el escepticismo compartido frente a la inmigración y las políticas feministas. Si Vox desea prescindir de la Ley de Violencia de Género, para reemplazarla con una de violencia intrafamiliar, Kast en algún momento sugirió la abolición del Ministerio de la Mujer, propuesta que le valió mil críticas de los bienpensantes chilenos.
En Vox, a diferencia del plenamente liberal (y hasta libertario) Partido Republicano chileno, coexisten dos facciones porosas, una netamente liberal y otra partidaria de la derecha «social» e identitaria. Podríamos decir que Iván Espinosa de los Monteros, MBA por la Kellogg de Northwestern, aristócrata y promotor inmobiliario, preside la facción liberal, mientras que Jorge Buxadé, eurodiputado catalán y abogado del Estado —además de exfalangista—, lidera la otra. Mientras que en un país como Italia existen dos partidos, Lega y Fratelli d’Italia, que, además de cuestiones regionales, se distinguen por los mismos motivos, Santiago Abascal ha sabido limar asperezas. Y en Portugal, Chega.
JORGE LUIS DE LEÓN KOSTKO | MADRID
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Es noticia. El pasado domingo 21 de noviembre tuvieron lugar las elecciones regionales y municipales venezolanas. El proceso estuvo marcado por una gran abstención, la ausencia de actores relevantes, alguna participación de observadores internacionales, y una aparentemente inevitable victoria del chavismo. La tolda oficialista se hizo con 20 de 23 gobernaciones y 204 de 322 alcaldías, incluyendo la capital, Caracas.
Voces. La Misión de Observación Electoral de la Unión Europea presente en el terreno durante la elección reporta en una declaración preliminar una gran cantidad de irregularidades en el proceso, pero una aparente mejora en cuestión de pluralismo y sistematización del proceso. Dicha visión fue secundada en declaraciones del Representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell.
En la misma línea, pero con una abierta simpatía hacia el chavismo, el expresidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero, brindó su aval al proceso. Otros mensajes de felicitación fueron extendidos, por personalidades como Miguel Díaz-Canel y Evo Morales.
Por otro lado, sectores de la oposición venezolana, liderados por el propio Juan Guaidó y el Secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, criticaron ampliamente el proceso. Más allá de cualquier declaración proveniente del establishment político —local o extranjero, chavista o de oposición— el último ejercicio electoral venezolano demuestra, una vez más, la paulatina desintegración de la plataforma opositora frente al chavismo.
El balance. ¿Por qué iba a permitir el chavismo, si realmente representaran una amenaza, que los opositores venezolanos pregonaran las calles del país como Pedro por su casa? Es claro que, en la perspectiva del régimen, la oposición es útil para legitimar el argumento de que Venezuela es una democracia.
El régimen sólo permitió el voto porque conocía de antemano los resultados. La victoria del chavismo en estas elecciones, como en todas, no es culpa de la abstención o la falta de unidad, como declaran los líderes opositores, sino del sistema electoral propiamente dicho. Han sido ampliamente denunciadas las irregularidades electorales que permite el sistema Smartmatic a través de los años. Han figurado también denuncias sobre exorbitantes índices de inflación fraudulenta del padrón electoral.
Contexto. Durante el último año, el régimen de Nicolás Maduro ha llevado a cabo una serie de reformas políticas y económicas para consolidarse en el poder, reconstruir un poder estatal en desintegración y permitir una reactivación económica en el país. Claro está, dichas reformas no están al alcance de todos los venezolanos, la diversificación del poder ocurre únicamente entre la alta cúpula chavista, cierta oligarquía empresarial y sus aliados geopolíticos. Muestra clara de esto, es la Ley Antibloqueo, promulgada el pasado año, permitiendo al ejecutivo privatizar, confidencialmente y a dedo, propiedad pública del Estado venezolano.
China: un modelo. Enfrentamientos del régimen con las FARC y el hampa, columna vertebral de colectivos paramilitares, leales ambos al chavismo originario; la disidencia política de personas vinculadas al difunto Chávez y sus controversiales declaraciones en el extranjero; reuniones del alto empresariado petrolero en Caracas; una creciente —y permitida— dolarización de la economía nacional y la sorpresiva alza de los precios de bienes inmuebles, son elementos que incitan a pensar que hay una reconfiguración política en Venezuela con miras a imitar el modelo político y económico chino. Lo dijo Maduro, hace dos años: «Hay que leer a Deng Xiaoping», el padre de la reforma china.
La hora más baja de la MUD. Después de un fracasado proceso de negociación en México, la creciente pérdida de legitimidad del interinato liderado por Juan Guaidó y la divergencia de opiniones sobre la participación electoral, es claro que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) no actúa como un bloque unificado.
Algunos de sus miembros han salido del país con el beneplácito de Maduro, y se pasean por los grandes salones de Madrid y Washington, defendiendo soluciones electorales. Sobre otros pesan acusaciones de corrupción. Hasta ahora, la MUD ha contado con el reconocimiento brindado por el establishment más arraigado de los entes internacionales y partidos políticos de renombre, pero las reiteradas negativas de la oposición de liderar un proceso real de salida del régimen, dan mucho qué pensar.
Tiraron la primera piedra. En las Américas, han sido el presidente brasileño, Jair Bolsonaro y su hijo Eduardo, ex-embajador del país en los Estados Unidos los más insistentes con los problemas de esta oposición. Presuntamente así lo ha hecho también el expresidente Trump, según el ex-consejero John Bolton: «He thought Guaidó was “weak”».
«Si ustedes quieren llegar al poder para dejar al Fiscal de Maduro y a la Corte de Maduro, mejor díganle al pueblo la verdad. Díganles que apoyarlos a ustedes es igual que apoyar a Maduro», fue el reto del presidente salvadoreño Nayib Bukele a la oposición venezolana vía Twitter. Es una pequeña muestra del proceso de deslegitimación internacional ante ciertos actores que ha tenido la oposición en los últimos años.
La ventana de Overton en Venezuela. En el ámbito de las ideas, las premisas ideológicas de la oposición no distan de las del régimen. El liberalismo centrista de figuras consideradas «de derecha» como Maria Corina Machado, hasta un progresismo de izquierdas, como el promulgado por el partido de Guaidó y Leopoldo López, Voluntad Popular —miembro de la Internacional Socialista—, coinciden perfectamente con gran parte de los matices ideológicos declarados por funcionarios, representantes y toldas políticas del chavismo en general.
En el ámbito de las soluciones concretas, frente a una posible intervención militar de EEUU en el país, cabe recordar la negativa de sus figuras que, otrora, contaban con la legitimidad política y jurídica para solicitarlo.
Asimismo, cabe recordar que existen movimientos de resistencia; los militares insurreccionados y otras figuras vinculadas a proyectos de ruptura radical y armada con el chavismo, se encuentran fuera, porque han sido expulsados o forzados a huir del país. Este es el caso de los militares venezolanos en Colombia o de miembros y dirigentes de la resistencia en la mira del chavismo, pero bajo el amparo del Gobierno Brasileño.
Sobre el terreno. Con el pasar de los años, los venezolanos han demostrado su malestar con la forma en la que el establishment político nacional lleva los asuntos del país. Una amplia tasa de abstención, no sólo en esta, sino en otras tantas elecciones, deslegitima de golpe una salida electoral al régimen de Maduro.
El venezolano de a pie se ha resignado: el proceso de consolidación del chavismo y su transición hacia un modelo centralizado, capitalista y militarizado, muy similar al chino, es inminente.
985 palabras. 5 minutos de lectura. 3 fuentes.
El oráculo macro de Goldman Sachs para Latam se ha pronunciado. A las puertas de 2022, ha publicado su forecast para las economías latinoamericanas: Old foes and new enemies: low growth and high inflation. En este podcast, el economista en jefe para Latam, Alberto Ramos, deja alguna pincelada interesante, saliéndose de la prosa económica y las estadísticas sin rostro que –descuiden– hemos leído por ustedes.
Contexto. La protección ante el Covid vía vacunas y contagios previos permitió una recuperación en V en 2020 –Latam creció al 6,6%–. Ahora, la región transiciona hacia un crecimiento modesto en 2022: Goldman pronostica un 2% de crecimiento medio para las 7 grandes economías latinoamericanas.
«La combinación de una alta inflación, que supone la erosión del poder adquisitivo real, y condiciones financieras más ajustadas, sumadas a los rendimientos decrecientes de la reapertura, llevan a la desaceleración visible de la actividad económica en Latam».
Volvemos al bajo crecimiento de la década de 2010. La última vez que Latam creció más del 2% fue hace 8 años. El problema del bajo crecimiento, baja inversión y baja productividad total de los factores es endémico y trasciende la pandemia.
Inflación y riesgo político. El riesgo primordial de cara a 2022 es una subida de tipos más agresiva por parte de la Reserva Federal de EEUU. Tradicionalmente, los ciclos de subidas de tipos y el dólar fuerte han sido muy costosos para Latam. A los bancos centrales regionales no les queda más remedio que retirar la acomodación monetaria y subir tipos.
«La combinación de un crecimiento mediocre que disminuye el número de oportunidades –el mercado laboral aún está diezmado por la pandemia– y el nuevo enemigo –la inflación– que erosiona los salarios en términos reales, el declive del poder adquisitivo probablemente lleve a la frustración social. Hemos visto bastante de eso en Latam en los últimos años».
Perú y Colombia. Para Goldman, destacan ligeramente entre la mediocridad imperante: crecieron vigorosamente en la segunda mitad de 2021, y en 2022 lo harán sobre 3-4%. La inflación está ligeramente más controlada en ambas economías, por lo que los bancos centrales no han tenido que intervenir tan agresivamente como en Chile o Brasil.
Empero, según Ramos, en el caso de Colombia, que va a elecciones presidenciales en 2022, los números no alcanzan para «cambiar la realidad social».
La semana pasada nos preguntamos si Perú podría estar barato: Ruido y fundamentales en Chile y Perú.
Brasil. La mayor economía latinoamericana, que también va a las urnas en 2022, enfrenta un crecimiento del 0% o «posiblemente incluso negativo». Entre los agentes económicos: «frustración de que las reformas económicas no se han dado durante el mandato de Bolsonaro, y ansiedad con la dinámica fiscal».
Ramos nos deja una síntesis estructural del gigante, que vale para ahora y por ahora: «sabemos que tradicionalmente la inversión ha sido relativamente baja, que a carga fiscal es relativamente alta, tenemos un sector público que grava mucho y que gasta aún más y que invierte demasiado poco, sabemos que la deuda pública es demasiado alta hasta el punto del crowding out de la inversión privada, que es una economía extraordinariamente cerrada al comercio internacional, que no está lo suficientemente integrada en las cadenas de suministro globales, y que la productividad está lastrada por bajos niveles de capital humano a pesar de más años de escolarización».
México. La economía mexicana es una realidad aparte del resto de Latam, altamente integrada tanto a las cadenas de valor norteamericanas como a su business cycle. Tanto la política fiscal de Andrés Manuel López Obrador –inclusive durante la pandemia, en la cual gastó el equivalente a menos del 1% del PIB– como la política monetaria del Banco de México han sido sorprendentemente conservadoras. Brasil, por ejemplo, donde gobierna la derecha, con menos espacio fiscal, gastó el 8,5% del PIB. México, augura Goldman, Crecerá al 2,5%, ligeramente por encima de la media regional.
Un inciso: recogemos una noticia que se ha dado entre la publicación de Goldman y la de este boletín «a pesar de machacar diariamente a grandes compañías y élites empresariales, el presidente mexicano ha evitado políticas que pudieran afectar a los mercados financieros o herir a su querido peso. Hasta esta semana. AMLO...ha reconsiderado su decisión de nominar al exsecretario de Hacienda Arturo Herrera a presidir el Banco Central. En vez, propone a Victoria Rodríguez Ceja, una funcionaria poco conocida con una larga carrera en finanzas públicas pero poca experiencia o formación académica en política monetaria. Los mercados se resintieron...y el peso tocó mínimos desde octubre de 2020», reportó Bloomberg. ¿Ruido o señal? ¿Buy the dip?
Bearish Argentina. El mercado ya descuenta la continuada monetización de sus déficits fiscales y el tipo de cambio desfasado. Argentina tendrá problemas para pagar al FMI. Mas, según el dicho popular, si un particular le debe al banco $100K, el problema es del particular. Si el particular en cambio debe $44.000M, el problema pasa a ser del banco.
China: riesgo externo. «La región es muy susceptible a una desaceleración China. El asunto no es necesariamente el que exportemos muchos bienes manufacturados a China, y que que no tengamos mercados alternativos. En realidad no importa si los enviamos a Baltimore, Rotterdam o Shanghái. Lo que importa en cuanto al perfil de crecimiento de China es el impacto del sentimiento de riesgo hacia mercados emergentes y los precios de los commodities. Si China desacelera más rápido y más profundamente de lo que esperamos a estas alturas, eso afectaría a los commodities, y a través de esa vía, a Latam. Es un shock a los términos de intercambio de nuestros exportadores de materias primas. Pero hay otra variable que viene ganando peso en los últimos años: China ahora compite por capital con Latam. Mucha de la inversión de cartera que tradicionalmente ha ido dirigida a Latam fluye al mercado de bonos chino. China absorbe una porción cada vez mayor de ese pool de capital global».
Revista de prensa
HEMISFERIO
EFE: Eligen al canciller chileno nuevo secretario general Iberoamericano | «El canciller chileno, Andrés Allamand, fue elegido este viernes como nuevo secretario general iberoamericano durante la reunión de ministros de Exteriores que se realiza en la capital dominicana. Al cargo aspiraban también el canciller de Guatemala, Pedro Brolo; la expresidenta de Ecuador Rosalía Arteaga, y el exministro peruano José Antonio García Belaúnde. Allamand sustituirá en el cargo a Rebeca Grynspan, designada secretaria general de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad, por sus siglas en inglés). La votación en la que se designó a Allamand, que se realizó en el marco de una reunión de ministros Exteriores iberoamericanos, fue muy reñida y se decidió por mayoría»
NORTEAMÉRICA
DW: AMLO declara sus megaproyectos como temas de seguridad nacional | «De esta manera, el mandatario podría evitar que emblemáticos programas como el Tren Maya, el aeropuerto Felipe Ángeles y la Refinería de Dos Bocas puedan ser frenados por amparos»
GRAN CARIBE
El País: Honduras, una olla exprés electoral | «Este domingo Honduras acude a las urnas para elegir nuevo presidente en un ambiente cargado de tensión. El país, de 10 millones de habitantes, tiene ante sí dos caminos contrapuestos, el oficialista de Nasry Asfura, el actual alcalde de Tegucigalpa, y la izquierda de Xiomara Castro, al frente del partido Libertad y Refundación (Libre). Los sondeos, prohibidos en el país desde hace semanas, describen el peor escenario para un país al límite: la máxima igualdad entre ambos candidatos. En tercer lugar, se ubica, Yani Rosenthal, del Partido Liberal, quien vuelve a la arena política después de cumplir una condena de tres años en EE UU por lavado de dinero. Las elecciones de este domingo suponen el punto álgido a una crisis política que comenzó doce años antes, tras el golpe de Estado contra Manuel Zelaya»
ANDES
EFE: El uribismo elige de nuevo a Óscar Iván Zuluaga como candidato presidencial | «El excandidato presidencial Óscar Iván Zuluaga fue designado por el partido uribista Centro Democrático, en el poder en Colombia, para buscar de nuevo la jefatura del Estado en 2022, tarea en la que tendrá que mantener unido a ese movimiento de derechas y lidiar con la impopular herencia del actual mandatario, Iván Duque. De esta forma, Zuluaga, de 62 años, tendrá una revancha en las urnas luego de perder en 2014 la Presidencia con Juan Manuel Santos en segunda vuelta pese a que en la primera fue el candidato más votado»
EFE: Biden decide sacar a las FARC de la lista estadounidense de grupos terroristas | «El Gobierno del presidente estadounidense, Joe Biden, ha decidido sacar a la extinta guerrilla colombiana de las FARC de su lista negra de organizaciones terroristas y ha notificado al Congreso de su intención, confirmó este martes a Efe una fuente legislativa»
BRASIL
FT: Petrobras redobla apuesta sobre hidrocarburos con plan de inversión de $68.000M | «Rivales internacionales están bajo presión de accionistas y activistas para abandonar nueva exploración como parte de la lucha contra el cambio climático»
Letras compartidas
Mª ÁNGELES SÁNCHEZ — FILÓLOGA
La elección de las palabras en nuestra comunicación determina nuestro mensaje. Por ejemplo, la elección por parte de Zuckerberg de la palabra META para sustituir a Facebook me ha sorprendido. Este término de origen griego significa «más allá de» y en el transcurrir temporal, ilustres investigadores como Jakobson, en 1960, en su Lingüística y Poética presentó el término METALINGÜÍSTICA para aludir a la función del contexto en el esquema de la comunicación (usar las palabras para definirlas, como el diccionario, por ejemplo). Volviendo al ejemplo inicial me surgen varias cuestiones: ¿Por qué el creador y dueño de Facebook ha elegido la palabra META? ¿Su empresa va a ir «más allá de» dónde? Me surgen dudas, me inquieta porque si retomo el término Metalingüística y analizo mi contexto comunicativo este se ha modificado mucho. Antes, el contexto solía tener los límites definidos pero ahora percibo que mi contexto comunicativo, en algunas ocasiones, se difumina o se expande por doquier. Esto implica una pérdida de control personal en el acto comunicativo y, es aquí, cuando aparecen personas como Zuckerberg y empresas como META para controlar mi conversación y, por ende, mi vida.
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21 de noviembre de 2021
JACOBO RODRÍGUEZ-DE FONSECA | MADRID
1176 palabras. 6 minutos de lectura. 8 fuentes.
En la portada de National Geographic de octubre 1973 aparece una manifestante opositora al gobierno de Allende. «Chile: Republic on a Shoestring» fue el titular: un juego de palabras entre la forma alargada del país austral y una frase hecha, difícilmente traducible, que viene a transmitir precariedad e inestabilidad.
Hoy Chile es un país muy distinto. No existe el partido militar, ni un contexto internacional favorable al conflicto civil o a salidas autoritarias, pero la realidad es que aun así Chile ha vuelto a ser una república en vilo. Es un país marcado por la inestabilidad y la precariedad de una situación política, que, tras el estallido social y la elección de una constituyente netamente radical, está lejos de resolverse a corto o medio plazo.
El país se debate ahora ante un incierto resultado electoral, entre José Antonio Kast, el candidato de la derecha dura y a quienes algunos no dudan en tildar de pinochetista, y Gabriel Boric, un candidato de la izquierda alternativa apoyado por movimientos sociales, pero también por el Partido Comunista.
Ambos pueden ser un factor desestabilizador, en el primer caso porque su triunfo sería una deslegitimación política de las mayorías vigentes de la Constituyente, y porque se prevé un inevitable enfrentamiento de Kast con ella, y en el caso del segundo porque azuzaría a los elementos más radicales de la Constituyente que ya han conseguido una cierta hegemonía de carácter excluyente hacia la minoría derechista y advierten de la irreversibilidad de sus decisiones.
Rumbo a 2ª vuelta. Es inevitable no contemplar simultáneamente los escenarios de 1ª y 2ª vuelta. Kast y Boric se encaminan a un resultado parejo en 1ª vuelta tendente al primero, y a una apretada 2ª. Para ser electo Presidente en 1ª vuelta, debe obtenerse el 50%+1 de los votos, por lo que se deberá recurrir al balotaje el 19 de diciembre del 2021 con casi total seguridad.
Kast y Boric dejan atrás a los candidatos del gobierno (Sichel), de centroizquierda (Provoste) y de centro populista (Parisi). No parece que haya habido modificaciones del escenario electoral en estas dos semanas de apagón demoscópico.
El alza de Kast se fue frenando por la eficaz propaganda realizada por sus rivales sobre los puntos más polémicos de su programa electoral y por el pobre desempeño del candidato derechista en el último debate electoral, que inquietó al establishment conservador y regaló ilusiones de última hora al oficialista Sichel, que insiste en presentarse como el centro-derecha moderado, capaz de vencer en segunda vuelta.
Pese a ello, el goteo de adhesiones de simpatizantes y cargos electos de la coalición de gobierno, en especial del expartido de Kast, la Unión Democrática Independiente (UDI), no ha cesado en las últimas dos semanas, debilitando aún más la candidatura de Sichel dentro de la derecha. Es posible que las deserciones de la UDI hacia Kast, dolorosas para Sichel, dificulten su apoyo a Kast en 2ª vuelta. En todo caso, hemos conversado con moderados y sichelistas ya decididos a votar «Kast», con todas las consecuencias.
Boric confía en acumular el voto pro-constituyente y superar el 30% en la 1ª vuelta, y conseguir alianzas para la segunda vuelta. La incógnita sigue siendo Parisi, quien ni siquiera se ha acercado a Chile a hacer campaña, y la ha perpetrado por redes sociales desde EEUU, y quien drena votos anti-establishment a izquierda y derecha. Parisi parece que será el árbitro de la segunda vuelta.
Provoste, la candidata de la Democracia Cristiana y los socialistas, sigue estancada, pese a la posibilidad de recibir un trasvase de última hora: bien desde la izquierda para frenar a Kast o bien desde la derecha moderada ante el miedo a Boric.
¿Y si gana Kast? La muy radical Constituyente, escogida en unas elecciones con una abstención de casi el 60%, quedaría deslegitimada políticamente por una victoria de Kast (un resultado probable), y un control conservador del Congreso (esto es más improbable). Este choque de poderes inquieta a la población, que, según los analistas, ha abandonado a la izquierda radical en las presidenciales por candidatos más moderados porque quiere que, sin abandonar el proceso de reformas, alguien las encauce hacia el orden y consiga acallar el ruido de activistas e indigenistas.
La Constitución debe ser aprobada por 2/3 de los constituyentes, aunque la izquierda radical ha peleado flexibilizar esa norma para el veto de una potencial alianza entre la derecha y algunos constituyentes independientes y de centroizquierda. Luego debe ser aprobada por mayoría absoluta del Congreso vigente y finalmente aprobada en un plebiscito de salida por mayoría simple, sin umbrales ni quorum, aunque con voto obligatorio para volver a evitar una abstención deslegitimadora. El Presidente de la República no tiene como tal poder de veto durante el proceso constitucional aunque si puede vetar leyes del Congreso que quieran desarrollar, anticipar o amparar lo decidido en la Constituyente.
Si Kast ganase y consiguiera junto con los partidos del gobierno, que previsiblemente serán marginados del formato final de la Constitución, una mayoría en el Congreso, el proceso constituyente quedaría rehén de Kast. Este podría forzar políticamente a la Constituyente a moderarse (cosa improbable dada la relación de mayorías en ella, pero deseable para la inmensa mayoría de la población chilena, que quiere sustituir el estado subsidiario por uno de bienestar y poco más) y provocar un descarrilamiento del procedimiento de reforma constitucional antes de llegar al referéndum de salida. Esta situación desde luego provocaría conflictos y violencia política.
Otra posibilidad, la más cercana, es una victoria de Kast, pero que los partidos de derecha y centroderecha no consigan mayoría en el Congreso. Kast podría lanzarse a una campaña de deslegitimación política de la Constituyente que calase en la sociedad, pero solidificaría una alianza de la izquierda radical y el centroizquierda, consiguiendo que la nueva constitución sortease el veto del Congreso y llegando al referéndum de salida, cuyo en caso de una fuerte división izquierda-derecha y con voto obligatorio, sería una incógnita.
En cualquier caso, Kast ya ha anunciado que vetará las leyes del Congreso (incluyendo las que quieran desarrollar o prever la nueva constitución) que vayan contra sus convicciones más íntimas y dañen a Chile según su cosmovisión, aunque algunos confían en que este veto solo lo ejerza en temas valóricos dónde la mayoría de la población lo aceptaría como el caso del aborto.
¿Y si gana Boric? Entonces podría darse la situación inversa, que ante la radicalización de la Constituyente y el apoyo del ejecutivo, la derecha consiga atraer a independientes y centroizquierda para conseguir los 2/3 de veto o tumbarla en el Congreso, y muy posiblemente tumbarla en el referéndum de salida.
La elección que dio forma a la Constituyente es probablemente el principal escollo para una reforma con amplio apoyo social en Chile que responda a los anhelos de la población sin provocar el caos político y económico. El desinterés de Piñera y su coalición en esas elecciones, la abstención del electorado conservador y el éxito de candidaturas de extrema izquierda disfrazadas de independientes han colocado al país en un laberinto de difícil salida. Republic on a Shoestring.
SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
1606 palabras. 8 minutos de lectura. 31 fuentes.
Gran parte de Sudamérica se ha alzado en protesta desde 2019, sacudiendo los cimientos de los gobiernos derechistas de la región. Se puede hablar de estallidos sociales de variable envergadura en Chile, Colombia, Ecuador y Perú, todos ellos tendientes hacia la izquierda política.
A pesar de representar una nueva formulación de la izquierda latinoamericana —esta vez adecuada a las causas célebres de la izquierda estadounidense—, el descontento popular se ha encauzado por los trillados caminos de la izquierda regional: la hostilidad a la inversión extranjera, las tentativas de expropiación y el parloteo de reformas agrarias y minerales.
Sin embargo, la revolución pareciera quedarse sin dientes, consumida o bien por la inercia política, o por la remisa certeza de que izar la bandera roja no proporciona rentas suficientes. En casos como el de Chile, la izquierda se ha topado con un contrincante feroz en la figura de Kast, quien encabeza las encuestas con un 25% de la intención de voto y promete orquestar, en caso de ganar, una suerte de reacción termidoriana.
Si bien es comprensible el resquemor de algunos al invertir en Chile o Perú, opinamos que ambos países, ricos en materias primas y enlazados entre sí por su membresía en la Alianza del Pacífico, nunca han dejado de ser atractivos. La percepción de riesgo, en todo caso, devalúa sus activos sólo de forma temporal.
Es noticia. Chile, sumido en una crisis política, continúa acaparando cifras récord de inversión extranjera directa (IED). Debemos admitir que en septiembre el país registró una fuga de $789M, pero esto no es cosa rara, ya que, conforme se acerca el fin de año, las filiales chilenas de empresas extranjeras tienden a repatriar ganancias. En todo caso, el balance anual es netamente positivo: de enero a septiembre, Chile recibió $15.374M en flujos exteriores netos.
Variopintos son los nuevos partícipes de la economía chilena. La española González Byass se ha hecho con dos bodegas que pretende dedicar a la «viticultura orgánica», mientras que la farmacéutica china Sinovac se ha comprometido a auspiciar la construcción de una planta capaz de producir 60 millones de dosis de su vacuna contra el COVID-19.
La Bolsa de Santiago también ha anunciado la apertura de ScaleX, un mercado de financiamiento alternativo para startups que prevé levantar capitales medianamente grandes —$3,7M se perfila como el máximo— al margen de los mercados tradicionales, que en Latinoamérica tienden a pecar de cautelosos, de tal modo castrando las iniciativas innovadoras en la región.
Perú no puede presumir de mercados de capitales tan sofisticados: la Bolsa santiaguina, fundada en 1893, es 33 años más joven que su contraparte limeña, pero cuenta con una capitalización bursátil de $309.000M (2018), mientras que el mercado peruano apenas llega a $142.322M (2021). No obstante, el presidente Castillo también pretende calmar las aguas y fomentar la inversión, de ahí la insistencia del Gobierno peruano en las protecciones jurídicas de la inversión y el fortalecimiento de la economía nacional, para la cual prevé un crecimiento anual del 13%.
Sí, pero. No todo es color de rosa: al descontento popular se suma la obvia desconfianza que sienten los mercados hacia las instituciones peruanas y chilenas. Estas han seguido funcionando, labor de por sí encomiable en época de desconcierto, pero han sufrido un desprestigio difícilmente cuantificable.
En el caso chileno, ya es habitual citar la escasa admiración que siente la ciudadanía por sus políticos. El presidente saliente, Sebastián Piñera, acaba de superar un juicio político en el Senado, aunque no por esto dejará de ser groseramente impopular, ostentando una tasa de aprobación del 14,4%.
Algo parecido resulta el panorama peruano, donde el presidente Castillo se enfrenta a un problema de turnover en su gabinete. Sin llegar a los seis meses en el poder, Castillo ha roto récords regionales, viendo ir y venir 10 ministros, un primer ministro incluido. La derecha peruana incluso empieza a hablar de vacar la presidencia, arma desplegada excesivamente en 2020, año en que Perú tuvo tres presidentes.
Las consecuencias económicas de semejante inestabilidad son evidentes. El peso chileno viene devaluándose: al abrir el año, el tipo de cambio era de CLP$ 709.75, que se habían transformado, al cerrar la jornada de este viernes, en $834.57, por lo que el peso se ha devaluado en un 17,59% en lo que va de año. Además, la inflación, al alza en todo el mundo, se sitúa en 6%. El sol peruano también registra una devaluación considerable. Empezó el año con un tipo de cambio de S/3.62 por dólar, pero este viernes cerró en S/4.02 por dólar. A esto se suman las preocupaciones por la fuga de capitales nacionales.
Commodities. Todas las inquietudes en cuanto a la inflación y el debilitamiento de las monedas se verían solventadas por un buen desempeño de los commodities. En 2020 Chile y Perú produjeron 5,7 millones y 2,2 millones de toneladas de cobre, respectivamente, manteniendo así el primer y segundo puesto en el mundo.
Debido a la reapertura de la economía global, el precio del cobre ha subido un 22,36% en lo que va de año, brindándoles merienda a las famélicas arcas chilenas y peruanas. El cobre, al contrario de los hidrocarburos, no es en teoría prescindible; está sujeto, claro está, a reservas ambientalistas, pero no deja de ser un material esencial, incluso dentro de la economía verde que se pretende forjar. Existe, sin embargo, el temor de que la reciente desaceleración de China, principal consumidora, frustre cualquier tentativa de superciclo. Sin embargo, otros países asiáticos —Corea del Sur, Japón, Tailandia y Malasia—, por no hablar de Europa, cuya economía habrá crecido 5% en 2021, satisfarán la necesidad de mercados.
En Chile los entusiasmos del Estallido Social han desembocado en propuestas —muy criticadas por los conservadores— de un «royalty minero», que gravará los precios de venta, y no las ganancias. Más alentador es la situación en Perú, donde, amparándose en el artículo 66 de la Constitución, los titulares de concesiones extractivas poseen un título real sobre ellas.
Riesgo país. Los mercados están al tanto de este panorama tan tenso como esperanzador, y esto se refleja en los puntajes de riesgo país, principales determinantes de los perfiles crediticios nacionales.
En Perú, el riesgo país, situado en 1,43, demuestra una ligera tendencia al alza, pero aún le disputa a Uruguay el primer lugar en Latinoamérica. En Chile ha subido y se ubica en 1,56, principalmente por el efecto inquietante de los comicios.
Ambos países destacan por sus modestas deudas públicas. En Perú la ratio de la deuda con relación al PIB es de 35,07% (2020), mientras que en Chile sólo equivale al 32,54% (2020). Esto les brinda bastante margen fiscal, sobre todo si se les compara con países como Colombia o Brasil, cuyas ratios son de 65,38% (2020) y 98,94% (2020), respectivamente.
En perspectiva. Tras muertes, pérdidas materiales, plebiscitos y barridas electorales, Chile y Perú se han estancado. La política, desde luego, ha mudado su tono y sus controversias; el desempeño económico se ha visto trastocado, pero no cercenado ni mucho menos fulminado, por el caos vagamente latente. Todo sigue fundamentalmente igual.
De convertirse en presidente José Antonio Kast, incluso con un Congreso desfavorable, podríamos olvidarnos de cualquier reorganización económica a gran escala. Kast, a diferencia de Piñera, no tiene el menor reparo en utilizar el veto presidencial; él no es adepto del parlamentarismo de facto, que busca despojar al presidente de muchos de sus poderes, en cierta medida reimponiendo la República Parlamentaria que existió en el Chile decimonónico.
Sin importar el resultado de las presidenciales, vale recalcar que el próximo año se llevará a cabo el plebiscito constitucional. Los comicios recientes han favorecido a la izquierda, pero una nueva encuesta señala que la desconfianza de la ciudadanía en la Convención Constituyente, encargada de redactar la nueva Carta Magna, se ubica en un 55%. De cristalizarse esta postura, peligra la nueva Constitución.
Castillo, otrora tormento de los grandes capitales, da por culminada su metamorfosis. Se ha desentendido de Perú Libre, el partido marxista que lo llevó al poder, deshaciéndose también de su primer ministro, el enardecido Guido Bellido. Ha preferido gobernar desde la centroizquierda, enfatizando sus credenciales de líder moderado. Pero lo de Castillo no es simplemente una «vuelta a la sensatez»: el mandatario no logra concentrar el poder, pues el suyo es un gobierno en minoría que controla sólo 42 de los 130 escaños del fragmentado Congreso, donde nueve fuerzas políticas agitan constantemente. Castillo podría superar este obstáculo por medio de una Asamblea Constituyente. No le faltarían argumentos: la Constitución peruana, al igual que la chilena, es obra de un dictador, en este caso Fujimori. Sin embargo, Castillo no se decide, pues carece de fuerzas para eludir al Congreso y formar una asamblea que le resulte amena.
El fisgón histórico. El camino elegido por Castillo se asemeja al de la Venezuela del Trienio Adeco (1945-48). Esa Venezuela gobernada por reformistas vagamente izquierdistas ya era una gran productora de petróleo, pero Standard y Shell no pagaban, a ojos de Acción Democrática, suficientes royalties.
«La completa purificación —depuración— de la industria petrolera venezolana seguirá siendo imposible hasta que las compañías indemnicen a nuestro país plenamente», decía Juan Pablo Pérez Alfonzo, en aquel entonces ministro de Fomento, luego ministro de Minas e Hidrocarburos y padre de la OPEP.
Aquel Gobierno venezolano buscaba, por tanto, no sólo compartir ganancias, sino también exigir el pago de impuestos retroactivos, pues las petroleras habían disfrutado un trato preferencial a manos del dictador Juan Vicente Gómez. Finalmente, las petroleras y el Gobierno llegaron a un acuerdo tan moderado como provechoso: repartirse las ganancias a partes iguales. Todo esto hizo que en 1948 Venezuela percibiera en rentas petroleras seis veces sus ingresos de 1942.