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Es noticia. Entre tanta convulsión política en Latam, la ortodoxia económica puede tomarse un respiro. La Alianza del Pacífico (AP) celebró esta semana su XVI Cumbre Presidencial con éxito. El bloque se ensanchará con la entrada de Ecuador como miembro pleno, y se proyectará hacia Asia a través de Singapur, primer Estado Asociado.
A la vez, el solapamiento de la AP con la OCDE es cada vez mayor. Perú inició esta semana su proceso de adhesión a la OCDE –junto a Brasil y Argentina, del Mercosur–. Tanto la AP como la OCDE orientan las políticas públicas y fijan estándares en cuanto a gobernanza económica.
«A la AP, organismo internacional del neoliberalismo en América Latina, que se constituyó desde 2011 con México, Chile, Perú y Colombia, ya solo le queda un gobierno de derecha», comentó desde México un vocero en la órbita de Morena.
No miente: diversos gobiernos latinoamericanos aspiran afianzarse en la AP y OCDE con independencia de su signo político. Preferencias reveladas, diría un economista. «Todo el que en política y en historia se rija por lo que se dice, errará lamentablemente», dijo Ortega.
Vive la AP, entre momias de la integración regional. Gobiernos presuntamente populistas y de izquierda como el mexicano y el peruano están comprometidos con la AP. También Gabriel Boric, quien asumirá la presidencia chilena en marzo, ha dejado entrever que la AP es política de Estado. ¿Hijo de Bachelet o nieto de Allende?, se preguntaba un articulista recientemente. Parece ser que lo primero, como señala la elección del banquero central Mario Marcel para la cartera de hacienda. Huele a Concertación.
En cuanto a Ecuador, Lasso cumplirá su objetivo de integrarse en la AP, completando la continuidad territorial del bloque en Sudamérica. «230M de consumidores / 43% PIB LATAM / Octava economía del mundo / 50M de turistas potenciales / Integración Bolsas Valores / Promoción internacional conjunta negocios y turismo / Ventanillas únicas de inversión / Innovación y visión de futuro / Acceso al Asia», se congratulaba su ministro de producción.
El lugar elegido para la cumbre está cargado de importancia simbólica y estratégica: Buenaventura es el principal puerto de la bioceánica Colombia, abierto al Pácifico.
El siglo del Pacífico. La incorporación de la República de Singapur como Estado Asociado cobra importancia en cuanto a que el siglo XXI se juega en el océano Pacífico, y ya no en el Atlántico.
Singapur se posiciona como un puente hacia y desde Asia-Pacífico. Por la ciudad-estado, a orillas del crucial estrecho de Malaca, transita hasta un 40% del comercio mundial. Si bien el intercambio comercial entre los cuatro países de la AP y Singapur fue de apenas $6.100M en 2019, último año con cifras consolidadas, el intercambio habrá de incrementarse con arreglo al Tratado de Libre Comercio firmado durante la Cumbre.
Por otro lado, los dos brazos inversores estatales de Singapur están presentes en Latam hace décadas. El fondo GIC, antes conocido como Government of Singapore Investment Corporation, es un fondo soberano que gestiona $360.000M en activos. Se define como «global connector, particularly to Asia». Tiene el 3% de sus posiciones en Latam. El otro es Temasek, con $283.000M gestionados y el 20% de su cartera en América. Ambos cuentan con oficinas en Brasil.
El fisgón histórico. Singapur también es relevante como modelo de desarrollo. En unas generaciones, ha pasado de ser un pedacito de tierra con tensiones étnicas de puertas para dentro, y rodeado de vecinos hostiles puertas para afuera, a gozar de una renta per cápita de $60K. Hablar de desarrollo en Singapur es hablar de su principal hombre de estado, Lee Kuan Yew (1923-2015) –un raro caso de un dictador benévolo, dirán algunos–.
En sus memorias From Third World to First, relata como primero llegaron los emprendedores taiwaneses y hongkoneses en los 60, quienes se dedicaron a las manufacturas textiles y jugueteras, intensivas en factor trabajo pero bajas en tecnología. Para colmo, los vecinos de Singapur querían cortar vínculos. Entonces, Lee se inspiró en Israel; su entorno era aún más hostil, pero Israel había conseguido puentear a sus vecinos y enlazarse con Europa y América. Por tanto, Lee se lanzó a atraer manufactureros americanos, europeos y japoneses a producir en Singapur, para después exportar sus productos a los países desarrollados, donde promovía la retirada de aranceles.
A diferencia de los emprendedores taiwaneses y hongkoneses, las multinacionales estadounidenses traían tecnología más alta aplicada a operaciones de gran escala, además de los puestos de trabajo. Creían que su gobierno permanecería en el sudeste asiástico y que por tanto sus negocios estaban a salvo de confiscación o pérdida de guerra.
Por aquel entonces, las ideas convencionales entre los economistas desarrollistas, así como líderes del tercer mundo, era que las multinacionales no eran más que explotadoras de tierra, trabajo y materias primas baratas. Los teóricos de la dependencia no veían más que la perpetuación de patrones coloniales «but Keng Swee [exviceprimer ministro] and I were not impressed. Teníamos un problema de la vida real que resolver y no podíamos permitirnos ser conscriptos por ninguna teoría o dogma. De todos modos, Singapur no tenía recursos naturales que explotar. Todo lo que tenía era gente trabajadora, buena infraestructura básica y un gobierno determinado a ser honesto y competente. Nuestra obligación era darle a 2M de singapurenses una manera de ganarse la vida. Si las multinacionales podían proveer a nuestros trabajadores empleo y enseñarles skills técnicos y de ingeniería y de gestión, deberíamos acoger a las multinacionales».
Hoy más del 85% de la tierra en Singapur es propiedad estatal, y el 81% de la población ocupa viviendas públicas, pero a la vez el capital extranjero es sacrosanto; es solo uno de los contrastes dentro de este pragmático microestado de 5,5M de habitantes.
Aspirar a la OCDE. Un académico argentino toma la huella de la OCDE en Latam perfectamente: «Argentina fue invitada a iniciar proceso de acceso a la OCDE. Ni antioccidental ni antimercado. La carta de intención de Macri la continuó este gobierno. Será complejo lidiar con la OCDE porque estandariza y orienta políticas públicas. El proceso durará años. Es la primera vez en la historia que Argentina inicia proceso de acceso a la OCDE. Menem había presentado carta de intención en 1996 y no prosperó. El pedido de acceso del gobierno de Macri en 2016 se mantuvo por el actual gobierno. México, Costa Rica, Colombia y Chile son países miembros de la OCDE. Brasil y Perú también inician proceso de acceso hoy. La carta de Brasil es de 2017 y la de Perú de 2012. Los procesos de acceso de los países latinoamericanos duraron entre 7 y 10 años. El último en acceder fue Costa Rica en 2020, tras un proceso de 10 años».
SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
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Es noticia. En 2021 el volumen mundial de fusiones y adquisiciones (M&A, por sus siglas en inglés) sobrepasó los $5B por primera vez. Fue una consecuencia más del frenesí bursátil de la pandemia, que ha dotado a las economías desarrolladas de altas tasas de ahorro y bajas tasas de interés. Por ahora, los banqueros disfrutan —con cierta cautela, debemos admitir— de sus bonus, mientras que los inversores, que no siempre salen ganando con estas maniobras, esperan haber obrado bien.
La banca de inversión, cuyo principal ingreso son las comisiones por gestionar operaciones de M&A, gozó de un annus mirabilis: a pesar de cierto malestar y nerviosismo de parte de los banqueros, Goldman Sachs rompió su récord histórico en el tercer trimestre del año pasado, y todo JPMorgan se habrá llevado $45.000M.
Parecida ha sido la historia en Latinoamérica, donde el número de fusiones y adquisiciones —3.633— subió un 40,61% en comparación a 2020, mientras que el monto de las mismas —$166.781M— representó un incremento del 111,66%; el capital riesgo registró cifras similares. Fue, en definitiva, un año de más transacciones en general y de transacciones más grandes en particular.
El balance. Con sus 2.560 transacciones, Brasil, primera economía latinoamericana, supera con creces a los demás países de la región; México y Chile, con 394 y 349 transacciones, respectivamente, lo acompañan en el podio. Colombia, Perú y Argentina también han disfrutado de buenos ciclos, de ahí el énfasis de JPMorgan en su hub de Buenos Aires, donde estarán 450 de los 500 empleados que prevé agregar a su plantilla regional.
Pero no hay por qué pensar que la gran remontada se limita a las grandes economías: con el propósito de hacerse con la totalidad de las acciones de la telefónica Tigo Guatemala, la luxemburguesa Millicom (Tigo) pagó $2.200M por el 45% restante. Millicom, agregamos de paso, es una entidad curiosa: si bien su sede está en Luxemburgo y su capital fundador fue mayoritariamente sueco, su mercado principal es Latinoamérica y su director ejecutivo es colombiano.
También causan furor las tecnológicas latinoamericanas: las más notorias han debutado en Nueva York y, lo que es más, han sido mencionadas en El Americanista, pero otras tantas han sido adquiridas o se han fusionado con colosos preexistentes. Según el reporte anual de Transactional Track Record, el sector tecnológico es el más pujante: en efecto, en Brasil, Argentina, Colombia y Perú fue el sector con más operaciones, desterrando incluso al sector financiero.
Influjos e inflación. Ante semejante desempeño, ¿por qué la banca no se duerme en los laureles? Lo cierto es que el año nuevo trae vistas traslúcidas e inciertas. Permanecen interrumpidas las cadenas de suministros, esta vez sin el exigente resorte de la reapertura. Y, en lo atinente a Latinoamérica, causan dolores de cabeza la inflación y los quebrantos políticos ocasionados por la ola antiincumbente a la que antes nos hemos referido.
La inflación, sin embargo, puede estimular las transacciones de M&A. Es lo que se está viendo en Brasil, de cuyo tétrico panorama económico ya hemos hablado. Ante la recesión, la altísima inflación y unos tipos de interés que se han quintuplicado en menos de un año, las compañías más jóvenes y débiles se muestran vulnerables a agresivas ofertas de pública adquisición, aunque quizá no al estilo de los 80. Además, los elevados intereses eliminan el financiamiento como opción, y la volatilidad del índice Bovespa —aunque de igual forma podríamos referirnos a los mercados yanquis— agiganta los riesgos de salir a bolsa.
Más discutible resulta la cuestión política. En Chile se han calmado las aguas: entre Boric y los inversores ha surgido una suerte de resignación cordial, y el presidente electo, procurando evidenciar su reciente moderación, ha designado a Mario Marcel, presidente del Banco Central, como su futuro ministro de Hacienda. En Brasil, sin embargo, apenas comienza la ansiedad preelectoral, pero lo cierto es que tanto Lula como Bolsonaro son, a su manera, candidatos pro-business.
En todo caso, el capital yanqui se muestra impertérrito. Los estadounidenses se mantienen como los principales compradores en las grandes economías latinoamericanas, invirtiendo $17.024M, $4.895M y $4.785M en activos brasileños, mexicanos y chilenos, respectivamente. Se inmiscuyen los canadienses y los europeos, liderados por España y Reino Unido, pero lo más interesante es la penetración del cauteloso capital asiático. Limitándonos al mercado de M&A brasileño, las firmas chinas invirtieron $906M; las japonesas, $1.827M, y las singapurenses, $4.313M.
Patria Grande. Habida cuenta de los influjos de capitales extranjeros, nos place confirmar que el mercado interno de la región ha madurado. Se concluye un número sorprendente de operaciones intrarregionales, y las multilatinas invierten en Europa y Norteamérica. El fenómeno lleva algún tiempo fraguándose, y el Real Instituto Elcano lo ha analizado, centrándose en la Península.
De tal forma, los argentinos invierten $2.291M en Brasil y $656M en México, mientras que los brasileños invirtieron $2.557M en Chile, $505M en Países Bajos y $448.03M en Australia. Los mexicanos, procurando diversificarse y evitar el «riesgo político», se decantan por EEUU y España, donde compran $2.223M y $967M, respectivamente. Los chilenos, en tanto, muestran una marcada preferencia por las operaciones de M&A en España, donde invirtieron $832M, pero en 2021 acumularon posiciones en torno a los $500M en Perú, Colombia y Brasil.
Más allá de las cifras generales, se prevé un 2022 repleto de transacciones rimbombantes. La más esperada es la ya aprobada fusión de Televisa y Univisión, que pretenden forjar un cíclope que domine los medios de habla hispana del hemisferio. La startup argentina Ualá, que cuenta con el respaldo de la japonesa SoftBank y la china Tencent, hace lo propio, adentrándose en el mercado colombiano y adquiriendo un banco mexicano para apoderarse de su licencia bancaria.
JORGE LUIS DE LEÓN KOSTKO | MADRID
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Ante el conflicto en Ucrania, conviene repasar la política exterior rusa, desde su lógica más fundamental, hasta sus ramificaciones en el hemisferio que nos ocupa en El Americanista.
En perspectiva. La política exterior rusa tiene poco o nada que ver con la afinidad ideológica o con la forma de gobierno de sus aliados. Esto es fácil perderlo de vista; ya sea por la fuerza de la narrativa neocón; la división del mundo entre izquierda y derecha; o la división entre democracias liberales y regímenes autoritarios.
La estrategia rusa difiere de la china –más comercial– y de la estadounidense –que promueve o impone su modelo político y económico–. A Moscú le interesa, llanamente, agrupar mercados y aliados para constituirse como un rival de Washington. Y lo está logrando.
Formalmente, Rusia respeta los asuntos internos de cada país, lo que se traduce en la posibilidad de aliarse con cualquier clase de políticos, desde Bolsonaro, hasta Al-Assad y Ortega y Maduro (informalmente, medra según sus intereses, como toda potencia).
De esta manera Putin se ha convertido en el padrino de todos aquellos jefes ejecutivos aislados de la comunidad internacional mainstream por ser extremos.
La multipolaridad ha sido central en el discurso diplomático ruso desde hace tiempo: a medida que se consolida el bloque de Eurasia, un creciente debilitamiento de EEUU supone la oportunidad perfecta para constituir otros polos civilizacionales bajo el amparo —y la vigilancia constante— del Kremlin.
Bolsonaro, rumbo al Kremlin. Brasil constituye una ocasión quizás atípica para la presencia rusa en América Latina, ya que la costumbre eslava ha sido de alinearse con líderes de izquierda en el continente. Pero no es atípico visto desde una perspectiva global, tomando en cuenta el objetivo predominante de la multipolaridad. Rusia no se ha alineado con la izquierda latinoamericana, sino contra el hegemón y contra «Occidente» y su manera de hacer las cosas. De este modo, en otras latitudes, Moscú se ha acercado a Irán, Siria y Hungría.
Desde hace un tiempo, Putin ha elogiado ampliamente a Bolsonaro y le ha invitado a visitarlo a Moscú, un viaje que se ha confirmado esta semana para los días 14-17 de febrero. Bolsonaro pareciera abocado a los brazos del Kremlin, ante el odio que le profesa «Occidente».
En seno del bloque de los BRICS –Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica– los dos mandatarios ya han sostenido conversaciones y, aunque son relevantes las grandes inversiones rusas en el país sudamericano, lo que realmente llama la atención es la capacidad rusa para jugar «entre dos aguas» y su capacidad para proyectarse como potencia líder de los países «excluidos».
Rusia en Venezuela. Venezuela constituye el centro operativo desde donde emana la actividad rusa hacia el resto del continente. Las relaciones entre Moscú y Caracas se acentuaron con Chávez y se han intensificado con Maduro. La presencia militar rusa en Venezuela no es simplemente una realidad reconocida por la comunidad internacional, sino que también existen declaraciones recientes de chavistas disidentes que afirman que la presencia es aún mayor que la que se conoce.
En los desfiles militares venezolanos marchan tropas rusas y los acuerdos de compra armamentística son el pan de cada día: esto viene ocurriendo desde hace tiempo.
Puede resultar curioso cómo se han afianzado relaciones de otra índole: cada vez se ven más turistas rusos en las playas del Caribe venezolano, algunos han aparecido habitando en barrios marginales de las principales ciudades del país, otros han abierto pequeñas y medianas empresas y suena música rusa en conciertos estatales.
No es de extrañarse que los rusos se sientan particularmente cómodos con el capitalismo abstracto y oligárquico del nuevo chavismo. En este sentido, los rusos no han dejado de ignorar la posibilidad, ya prevista, de una paulatina privatización del sistema petrolero venezolano: quieren estar ahí cuando esto pase. Eso es lo legal.
Por otro lado, los intereses comerciales más turbios de Rusia en el país sudamericano, que nadie sabe muy bien cómo operan, se enfocan en el Arco Minero del Orinoco, una zona de delicada seguridad donde confluyen múltiples actores armados, como delincuentes comunes y guerrillas colombianas, pero donde a la vez se encuentran, en el subsuelo, cientos de miles de toneladas de diamantes, oro y coltán. Los rusos están mirando hacia el futuro: su presencia en Venezuela no sólo significa presencia militar cerca de EEUU, sino también recursos naturales a más no poder y un acceso directo al agua del Amazonas.
Rusia en Cuba. Es la más antigua amistad regional de Rusia, heredada de la Unión Soviética. Son bien conocidas la Crisis de los misiles y la visita de Fidel a Moscú hace casi sesenta años. Aunque ha modulado su intensidad a través del tiempo, es una realidad: los rusos están a poco más de 140km de la Florida.
Más allá de la cansina retórica con la que se inunda todo informativo sobre el asunto, la prensa cubana viene reportando desde hace meses la constante llegada de ayuda humanitaria rusa a la isla, cientos de millones de toneladas de insumos de toda índole.
Si bien el pie de fuerza ruso en Cuba se ha ido disipando, el foco de la cooperación, reiterada hace un par de días por los mandatarios de ambos países, es, por supuesto, la industria militar. A principios de diciembre del año pasado, la directiva del Servicio Federal para la Cooperación Técnico-Militar ruso anunció que, aunque Cuba posee «suficientes armas», es necesario «elevar el nivel de su competencia, brindar capacitación y transferir las tecnologías que tenemos».
Más allá de una tenue cooperación a nivel comercial y turístico a nivel privado, la relación no parece trascender de lo netamente geopolítico.
En Nicaragua. La presencia rusa se articula de una manera interesante. Aparte de los típicos acuerdos de cooperación militar, los eslavos operan —de paso muy cerca a la Embajada de EEUU— un satélite calificado «de espionaje» por el Pentágono, similar a otro que poseen en Argentina. Por otro lado, hace un par de meses una delegación nicaragüense integrada por los hijos de Ortega firmó en Moscú un acuerdo de cooperación bilateral en materia energético-nuclear.
Revista de prensa
NORTEAMÉRICA
LPO: El asesinato de una periodista que pidió ayuda a López Obrador sacude a México | «Lourdes Maldonado tenía un conflicto con el ex gobernador oficialista, Jaime Bonilla, y había pedido ayuda a AMLO en una conferencia de prensa por presiones y amenazas de muerte»
GRAN CARIBE
AP: Xiomara Castro asume en Honduras | «Castro, quien ganó la Presidencia con un amplio margen de votos el 28 de noviembre, juramentó en medio la incertidumbre política luego de una crisis en el nuevo Congreso Nacional desatada en torno a quién presidirá ese órgano»
CONO SUR
elEconomista: Argentina llega a un acuerdo con el FMI para reestructurar su deuda a cambio de frenar su déficit e inflación | «Según explicó el ministro de Economía, Martín Guzmán, el acuerdo supone que el Gobierno se compromete a equilibrar sus gastos presupuestarios para 2025: pasará de un déficit del 2,5% este año a uno del 0% para entonces. El objetivo de este punto es frenar la emisión monetaria, ya que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) financia el déficit del Gobierno con la impresión de nuevos pesos. Este círculo vicioso ha provocado una inflación disparada, que ha superado el 50% anual en dos de los últimos cuatro años, lo que está detrás de los grades desequilibrios macroeconómicos que sufre el país, como la fuga de capitales, el mercado negro de cambios o la devaluación permanente del peso»
El País: La generación de la protesta chilena entra en La Moneda por la puerta grande | «Gabriel Boric llega a la sede del Gobierno arropado por quienes lideraron, junto a él, las protestas universitarias de 2011»
Felipe Galvis – Head of Growth & Operations @ R2 Capital
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