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19 de junio de 2022
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Es noticia. El insider mexicano Héctor Grisi será el próximo CEO del Banco Santander. Ha estado a cargo del negocio norteamericano del banco: se le atribuye el crecimiento de la clientela mexicana del banco en un 40% y beneficios récord para el grupo en EEUU en 2020.
El nombramiento se da en plena puja entre el Santander y bancos criollos por Banamex, la filial mexicana de Citigroup. La mexicanidad de Grisi es toda una declaración de intenciones. Santander pujará fuerte. La adquisición de Banamex colocaría al Santander como primer o segundo banco del país, destronando al BBVA.
Casualidades de la vida, a comienzos de la semana el Santander anunció inversiones por $125m en Querétaro, agregando 2600 puestos de trabajo, como primer empleador del estado industrial. Todo suma para abordar la compra de Banamex.
AMLO el montañés. A priori, el Santander estaría vetado de hacerse con un banco con el acervo cultural de Banamex, según el principio rector de la política de AMLO: la soberanía; soberanía energética, alimentaria, financiera…
Con todo, no hemos de subestimar el patrimonialismo y provincialismo de AMLO. Su abuelo materno emigró a México desde la provincia de Santander, en el norte de España, la cual el propio AMLO ha visitado. De ello habrá platicado con su paisana Ana Patricia Botín en sus múltiples encuentros.
«López Obrador es un montañés sin Montaña, un cántabro sin Cantabria, y un español sin España [...] Su aspecto es de español norteño, de pescador de Santoña o San Vicente de la Barquera, ganadero del Pas o de Valdáliga, incluso de segundo jefe de la policía municipal de Cabezón de la Sal o de Unquera», así lo retrató Alfonso Ussía.
Rivales formidables. Frente al Santander, el brazo financiero de Carlos Slim, Inbursa, así como el magnate minero Germán Larrea –muy vascongado apellido y segunda fortuna del país– ya han enviado sus ofertas por Banamex, en lo que promete ser el deal del sexenio, si no la década, en México. También se atreve Mifel, el decimoctavo banco del país por activos, dirigido por Daniel Becker, quien encabeza la Asociación de Bancos de México.
Entre líneas. El mexicano Banorte es el mejor colocado por las sinergias derivadas de su tamaño y cuota de mercado, descontando que será una decisión muy política.
Credit Suisse dijo en enero que Banorte podría permitirse ofrecer un mejor precio que sus competidores, dada su escala y la posibilidad de combinar operaciones. Podría justificar un valor accionarial de hasta $10.900m, comparado a los $10.700m de Santander o $8.100m de Inbursa.
Credit Suisse recientemente actualizó su valoración, para disgusto de Citi: entre $7000m y $7300m. Las ofertas no vinculantes ya presentadas por Banorte, Santander e Inbursa estos días serían incluso menores: entre $4000m y $8000m.
Según ha aclarado Citi, su negocio de pensiones mexicano está incluido en la venta, junto a sus divisiones consumer, small business y middle-market.
Sí, pero. Las sinergias a menudo son un eufemismo para la eliminación de departamentos que serían duplicativos tras una adquisición, como por ejemplo marketing. Tales despidos serían políticamente costosos para el Gobierno –sobre todo si se originan de una entidad extranjera– que en última instancia habrá de dar luz verde a la transacción.
Por no mencionar las eventuales reservas de consumidores y Comisión Federal de Competencia Económica por la concentración de mercado: si bien una combinación de Banamex y Banorte generaría un «campeón nacional» para la banca mexicana y el deleite de AMLO, igualaría o superaría el tamaño del BBVA.
En el radar. Lo de Banamex es un asunto cercano al corazón de AMLO. Durante una de sus conferencias de prensa matutinas esta semana, recordó los entresijos adquisición de Banamex por parte de Citi en 2001, señal de que el mejor postor por Banamex tendrá que ganarse su simpatía:
«Recuerdo como en un mitin de 2006, Claudio X. González [el empresario organizador de la coalición opositora Va por México] cuestionó mi oposición a la venta de Banamex por aquel entonces. Me opuse porque no pagaron impuestos. Banamex fue vendido a Citi por $12.000m y no pagaron un centavo en impuestos. Es legal pero es inmoral. Si hubiera sido al revés, Banamex comprando Citi, Banamex hubiera pagado $3.000m en impuestos en EEUU. Y ahora de repente Claudio X. González emerge como el líder de la sociedad civil contra nosotros…recibe financiamiento de EEUU para ir contra nosotros. Ese es el líder de la oposición».
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John Kerry, U.S. Special Presidential Envoy for Climate, visitó a AMLO por cuarta vez para tratar los estragos del sector energético mexicano. Afirmó el exsecretario de Estado de EEUU que el presidente mexicano está comprometido con la lucha contra el cambio climático y la apertura del país a inversión extranjera a efectos de acelerar la transición a una economía verde.
«México tiene algunos regalos naturales de Dios: existe la posibilidad de generar enormes cantidades de energía con el sol, el viento, la geotermia, el hidro, y esta mezcla ofrece a México la posibilidad de enviar energía a otros lugares, a California u otros estados, o a Centroamérica. Son tiempos nuevos, con nuevas oportunidades para todos nosotros», dijo Kerry.
«Confía Kerry que AMLO abrirá inversión en energía», tituló Reforma tras la reunión.
Luego, el viernes, AMLO presentó un decálogo de acciones contra el cambio climático en el Foro de las Principales Economías sobre Energía y Clima, convocado por Biden, reconociendo reuniones con 17 compañías de EEUU en las últimas semanas de las cuales surgieron compromisos para «garantizar inversiones por 1.854 MW de energía solar y eólica».
Sí, pero. Es harto improbable que AMLO se haya caído del caballo, camino de Tabasco. Sobre el terreno, la realidad es bien distinta de las declaraciones altisonantes de Kerry, que por otra parte el mexicano no duda en apuntarse.
El embajador estadounidense Ken Salazar se ha remangado en las últimas semanas, acompañado a las 17 compañías –varias con arbitrajes abiertos contra el gobierno mexicano– a Palacio Nacional, a reclamar por los $30.000m que tienen invertidos en el sector energético.
Kerry toreado. La visión de Kerry para una Norteamérica integrada energéticamente y alineada con la transición energética choca con la incursión regulatoria de los distintos organismos gubernamentales mexicanos en el sector energético. Sólo esta semana, la Comisión Reguladora de Energía negó 10 permisos a generadores privados de energía eólica y solar.
AMLO demanda soberanía energética a toda costa; incluidas las costas de arbitrajes, los costos medioambientales y la inversión bloqueada o perdida que México necesita desesperadamente, para modernizar su matriz energética -la Comisión Federal de Electricidad registra una planta hidroeléctrica de 1906 entre sus activos– limpiándola de paso.
Sin inversión en energía, la industria mexicana no puede ser competitiva y resulta evidente que ni CFE ni una Pemex ahogada de deuda pueden desplegarla solos.
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Los cuadros de Morena se reunieron el pasado domingo en Toluca so pretexto de inaugurar la campaña electoral para la gubernatura del Estado de México (Edomex).
Los gobiernos de Edomex y el fronterizo Coahuila –ambos en manos del otrora hegemónico PRI– están en juego en junio de 2023. Los comicios servirán de termómetro político y último obstáculo para la Cuarta Transformación antes de la elección de 2024.
Entre líneas. En realidad fue el pistoletazo de salida en la carrera para suceder a AMLO en 2024. Estuvieron presentes su protegida y jefa de gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum y el secretario de relaciones exteriores Marcelo Ebrard –un progresista incómodo en ese movimiento inconcreto que es Morena– así como el secretario de gobernación (ministro del interior) Adán Augusto López, tabasqueño como AMLO, que recientemente ha ganado enteros como ejecutor del presidente.
Como en la época dorada del PRI en Atlacomulco -o Atracomucho como es conocido cariñosamente– compitieron por el dedazo del jefe. «El tiempo del Señor es perfecto», dijo Adán, dado a la escrituras como su paisano ¿Cuál señor?.
«Lo que fue, eso mismo será; lo que se hizo, eso mismo se hará: ¡no hay nada nuevo bajo el sol!», nos parece a nosotros el versículo más adecuado.
En perspectiva. El cuatro de junio, Morena ganó 4 gubernaturas adicionales, de las 6 que estaban en juego, consolidando el avance territorial del movimiento. A saber, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y el fronterizo Tamaulipas, el cual alberga 19/50 de las aduanas del país –problemáticas cuanto menos–. De hecho, el actual jefe nacional de aduanas, Horacio Duarte, se perfila como candidato de Morena para la gubernatura del Edomex en 2023.
Morena controlaría 21 entidades federales. Como referencia, el PRI del 2000, año en el que el PAN de Vicente Fox consiguiera desbancarlo por primera vez y llegar a la presidencia, controlaba 19 estados.
Débil oposición. En paralelo, la coalición atrapalotodo Va por México, conformada por los otrora rivales PRI y PAN más PRD permanece a la defensiva, dos pasos por detrás de la maquinaria propagandística de Morena. Por ahora, a la coalición le falta una figura política unificadora y carismática que la guíe a la victoria en 2024. Más ampliamente, a la oposición le falta una estrategia que supere el planteamiento de Va por México de manera integral.
Las presiones para que su líder oficioso, Alejandro Moreno “Alito”, renuncie, son cada vez más explícitas. Su reputación ha sufrido luego de la filtración de audios reveladores de prácticas de campaña opacas. Una docena de barones priistas se juntaron contra Alito durante la semana, pero este se resiste.
El PRI sigue siendo el «socio mayoritario» de Va por México; un sondeo lo ubica con el 18% del voto contra el 17% del PAN, lo cual permite a Alito amenazar a barones y socios de coalición con alinear al partido con Morena, que por otra parte terminaría con él y con el partido que dominó México por 70 años. El reemplazo PRI-Morena se completaría de la manera más perfecta.
En el radar. AMLO propone estrechar el presupuesto del Instituto Nacional Electoral y reemplazar su Consejo de 11 miembros por 7 delegados elegidos directamente, lo cual cercenaría la autonomía de la institución demoliberal de mayor prestigio en México.
SEBASTIÁN GENNARI | MIAMI
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Tan sólo tres naciones tienen política exterior, percibió Donoso Cortés en 1847. Inglaterra, cuyo principio es conservar sus actuales mercados y abrirse mercados nuevos, Rusia, cuyo principio es asegurar sus antiguas conquistas y prepararse para conquistas nuevas, y por último EEUU, cuyo principio es consagrar en el derecho de gentes, por un lado la libertad de los mares y por otro el que América se pertenece a si misma y que por tanto Europa no tiene derecho de intervenir en los negocios de aquella (este es el nervio de la Doctrina Monroe).
¿Cuántas naciones tienen política exterior hoy? ¿Cuáles? Hemos de actualizar a Donoso diluyendo el papel de Inglaterra dentro de la alianza anglosajona Five Eyes, así como sumar a China y quizás a India a las naciones con soberanas políticas exteriores. De entre las naciones latinoamericanas, solo Brasil puede ejercer una política exterior propiamente dicha.
Es noticia. La semana pasada, durante la Cumbre de las Américas, se reunieron por primera vez los presidentes Jair Bolsonaro y Joe Biden. Bolsonaro había condicionado su asistencia a que se le ofreciera una audiencia con el presidente yanqui; Washington, ahíto de vergüenza por la cumbre, no tuvo más remedio que aceptar a pesar de su aversión a Bolsonaro. Brasil no es una república centroamericana: para disgusto de los estadounidenses, tiene voz e intereses propios.
En perspectiva. Por más que su historia aparente ser una de perennes frustraciones, Brasil es prácticamente el único país latinoamericano con una política exterior tan coherente como independiente. Podemos prever que los cálculos de Brasilia apenas se verán afectados por quien ostente la faja presidencial.
Si bien una victoria de Lula en octubre podría facilitar la ratificación del Acuerdo Mercosur-UE, esto supondría un beneficio más bien incidental. Lula es querido en Europa, mientras que a Bolsonaro se le tiene por villano incendiario del Amazonas, pero China es el verdadero impulsor de la economía brasileña. En efecto, China es el mercado final del 31,7% ($67.900M) de las exportaciones brasileñas; Europa con suerte llega al 2%.
Muy parecidas son las relaciones ruso-brasileñas. Brasilia ha buscado guardar las formas y mantener un bajo perfil ante la guerra en Ucrania. En la ONU, la delegación brasileña se limitó a condenar tímidamente la invasión; Bolsonaro, que estuvo en Moscú pocos días antes de la invasión, ha dicho que «no toma partido». Los izquierdistas no se desenvuelven con tanto tacto y parsimonia, pues no ocultan su rusofilia.
La discreción brasileña es eminentemente realista. En Itamaraty no buscan enfurecer a EEUU, pero no tienen más remedio si desean velar por sus intereses. Brasil, cuyo principal producto de exportación es la soja, no puede prescindir de fertilizantes rusos. Además, Putin se ha decantado por mimar a sus aliados restantes y habla de construir refinerías conjuntas. Es por esto que Bolsonaro, instado a sumarse al frente antirruso por los mandarines washingtonianos, no puede sino replicar: «Tengo un país que administrar».
Potencia regional. No obstante, el BRICS no existe. Ni se aproxima a ser una alianza y, concluido el boom de commodities, se torna imposible afirmar que esos cinco países heredarán el mundo. Brasil es, ante todo, una potencia regional, un imperio sudamericano (otrora terrestre, hoy económico) y el artífice del Mercosur.
El PIB brasileño, estimado en $1,49B, equivale al 49,3% del PIB sudamericano. Al hablar de las economías sudamericanas, con frecuencia hacemos hincapié en su comercio asiático, pero lo cierto es que Brasil, y no China, es el principal socio comercial de Argentina, Bolivia y Paraguay; en Uruguay ocupa el segundo lugar.
La política exterior brasileña tiene como objetivo la defensa de determinados intereses económicos. En Sudamérica cuenta con un arma difícilmente igualable: un mercado interno de 214M de almas. Limitándonos al sur del país, vemos que la región cuenta con más población que Francia y la Península Ibérica juntas. En esto Brasil se asemeja, como México, a EEUU.
El fisgón histórico. No terminan ahí las similitudes con EEUU. Brasil también tiene su Destino Manifiesto. En época de la colonia, los bandeirantes conquistaron el interior, como más tarde harían los yanquis en el viejo Oeste.
Los bandeirantes, sin embargo, no supieron aprovechar el Cerrado, la sabana que abarca una quinta parte (1,91M kilómetros cuadrados) del territorio nacional. El bioma permaneció tan inmenso como inútil.
En los años 70, el Ministerio de Agricultura empezó a estudiar el subsuelo del Cerrado, concluyendo que sería redimible con algo de fósforo y cal. Hacia la década del 90, comenzó a verse la inmensa mejora en el rendimiento de los cultivos. Hoy por hoy, sus terrenos son fértiles, incluso en materia experimental, y el Cerrado se ha convertido en el centro de la ganadería brasileña.
Felipe Galvis – Head of Growth & Operations @ R2 Capital
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